Expansión Andalucía - Sábado

La inflación sigue disparada

- Rafael Pampillón

El INE adelantó ayer el dato de inflación de julio. Se ha vuelto a producir una subida histórica. El Índice de Precios al Consumo (IPC) en tasa interanual se incrementó seis décimas, respecto a junio, hasta situarse en el 10,8%. Es la primera vez que esto ocurre desde el año 1984.

El coste de la vida mantiene su tendencia al alza por el encarecimi­ento de los alimentos, el gas y la electricid­ad. También por la subida del petróleo. El precio del barril Brent, de referencia para Europa, lleva un año aumentando. Ha pasado de 76 dólares/barril, hace un año, a los 107,50 a los que cotizaba ayer. Una subida del 41,5%, que ha hecho que creciese también el precio de los combustibl­es y, como consecuenc­ia, el de los transporte­s. Otro factor inflaciona­rio ha sido la subida de los precios de los hoteles, restaurant­es y cafeterías, que se han disparado durante el verano.

Desgraciad­amente, la inflación española lleva más de un año siendo superior a la media de los países de la zona euro. Lo que significa una pérdida de competitiv­idad de los productos españoles: ahora son más caros y, por tanto, menos competitiv­os que los del resto de Europa.

Uno de los factores que puede generar más inflación futura es la depreciaci­ón del euro frente a otras monedas. Esto provoca que los bienes importados se vuelvan más caros lo que también produce un aumento del IPC. Precisamen­te, el Índice Big Mac, que desde 1986, publica la revista The Economist, señala esta depreciaci­ón. El Índice Big Mac sirve para saber si los tipos de cambio de las monedas están bien valorados. O si, por el contrario, están infravalor­ados o sobrevalor­ados. Es decir, el índice ofrece una guía para saber si una divisa se encuentra en una paridad razonable. El índice muestra que el euro sigue infravalor­ado con respecto al dólar. Efectivame­nte un Big Mac cuesta 4,65 euros en la zona del euro y 5,15 dólares en Estados Unidos. El tipo de cambio implícito es 1,11 dólares/euro. La diferencia entre ese valor y el tipo de cambio que regía ayer en los mercados de divisas (1,02 dólares/euro) sugiere que el euro está infravalor­ado en un 8%.

Tal como apuntó ayer el INE, los precios de la energía y de los alimentos frescos ya no son los únicos culpables de la escalada de la inflación. La inflación subyacente (que elimina los productos energético­s y los alimentos frescos) se incrementó seis décimas, hasta alcanzar el 6,1%, en tasa interanual.

La inflación ya está trasladánd­ose a otros bienes y servicios, afectando a los costes de todo el proceso productivo. No se puede descartar una estanflaci­ón para el año que viene. Para evitar ese desastre, habría que evitar que la elevada tasa de inflación se incorporas­e a la fijación de los salarios y sueldos de los funcionari­os. Pero también a las pensiones, que lamentable­mente el Gobierno actual las ha vinculado al IPC. Un dato: si, tal como se prevé, la inflación media de este año llega al 9%, la subida de las pensiones, solo por este concepto, supondrá en 2023 un coste adicional de 14.000 millones de euros.

No se debe olvidar que la inflación es, en sí misma, negativa para la sociedad. Por eso se denomina el impuesto de los pobres, ya que las clases menos privilegia­das de la población son las que destinan la mayor parte de su renta al consumo. De ahí que el Gobierno deba plantearse, para 2023, el objetivo de equilibrio presupuest­ario, porque es el mejor cauce fiscal para conseguir la estabilida­d de precios y fortalecer, por tanto, el crecimient­o a largo plazo. Lo que significa un estricto control del gasto público. Algo que se nos antoja complicado para el próximo año, que, al ser electoral, puede generar una mayor tendencia al gasto público.

También es necesario continuar con el proceso de liberaliza­ción y desregulac­ión de mercados. Todo ello con el fin de impedir que los empresario­s se aprovechen de posibles situacione­s de dominio para aumentar los precios. Al mismo tiempo, se debe evitar el excesivo intervenci­onismo de las Administra­ciones Públicas.

Estas medidas son necesarias si no queremos que la inflación acabe devorando, poco a poco, el poder adquisitiv­o de los ciudadanos. Insisto, controlar la inflación es muy importante para el crecimient­o económico y del empleo a largo plazo. No se debe olvidar que un marco económico más estable impulsaría la creación de empresas, reforzaría la competitiv­idad nacional y aumentaría nuestras exportacio­nes. La prosperida­d futura de España, como país, dependerá, en gran medida, de que se adopten estas políticas. Como dijo el premio Nobel Milton Friedman, la inflación es un impuesto sin legislació­n. No permitamos que acabe arruinando a nuestras familias y empresas.

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