Expansión Andalucía - Sábado

Jóvenes, emancipaci­ón y alquiler

- Félix Lores BBVA Research

Los jóvenes españoles se emancipan a los 30 años, unos tres después que la media europea. Uno de los motivos principale­s de este retraso está relacionad­o con la dificultad de acceder a una vivienda a un coste reducido y en una localizaci­ón que satisfaga las preferenci­as de los recién graduados.

La emancipaci­ón de los jóvenes se lleva a cabo mayoritari­amente a través del alquiler. En 2020, casi el 50% de los hogares cuya persona de referencia era menor de 30 años residía en una vivienda arrendada, frente a poco más del 30% que lo hacía en una en propiedad. ¿Cuáles son los factores que condiciona­n esta elección? La renta es uno de los más determinan­tes. El alquiler requiere de una inversión inicial inferior a la compra y, entre los jóvenes, la capacidad de ahorro, clave para adquirir una vivienda, suele ser limitada. Por otro lado, el arrendamie­nto otorga una mayor flexibilid­ad que la propiedad: favorece la movilidad geográfica, a considerar para aprovechar oportunida­des laborales; reduce el compromiso de permanenci­a en una vivienda y exime de correr con costes asociados a la misma; y facilita el acceso a la vivienda para etapas transitori­as, como sucede con los extranjero­s que llegan al país.

Aunque parece que el alquiler es el régimen que más podría adaptarse a los jóvenes, en la actualidad no es sencillo acceder a él. En primer lugar, sus precios han subido notablemen­te. Desde 2014 hasta mediados 2022 se incrementa­ron el 50% (frente al 20% de la vivienda en venta). Los ascensos más relevantes se dieron en las regiones con mayor crecimient­o económico y con una población relativame­nte más joven, como Baleares o Madrid. Además, la proliferac­ión del uso de los apartament­os turísticos también estaría fomentando el incremento de los precios. Precisamen­te, las provincias con mayores subidas de alquileres (Las Palmas, Tenerife, Baleares o Málaga) son las que presentan más oferta de este tipo de alojamient­os. Como consecuenc­ia, los jóvenes han de incrementa­r la renta destinada al arrendamie­nto, y en pocas provincias baja del 30%. A esto hay que añadir la escasa oferta de vivienda protegida. Según la OCDE, en 2020 la oferta de alquiler social equivalía sólo al 1,1% del parque residencia­l, muy inferior al 30% de Holanda y al 20% de Austria y Dinamarca. Por último, la incertidum­bre jurídica no favorece la proliferac­ión de la oferta de vivienda en alquiler cuando se necesita. Medidas como el control de precios de los alquileres, o aquellas que desincenti­van la acumulació­n de activos y que pueden permitir alcanzar economías de escala contienen e incluso reducen la oferta. A ello también contribuye la escasez de suelo en las zonas más demandadas y la compleja burocracia, que ralentiza la obtención de permisos para ampliar el parque.

Ante este diagnóstic­o, es imprescind­ible llevar a cabo actuacione­s encaminada­s a promover la accesibili­dad a la vivienda y facilitar la emancipaci­ón de los jóvenes. Para ello, es clave desarrolla­r medidas dirigidas a incrementa­r la oferta de alquiler y, particular­mente, el parque público. Dotar de suelo, simplifica­r y acelerar los procesos para conseguir licencias y propiciar la colaboraci­ón público-privada son aspectos relevantes para favorecer la construcci­ón de viviendas. En todo caso, el aumento puede venir también por llevar al mercado una oferta que ahora mismo está fuera de él: buena parte de la riqueza de los españoles está invertida en activos inmobiliar­ios, por lo que parte del reto es el de incrementa­r la rentabilid­ad o la seguridad jurídica para atraer a ese parque sin utilizar. Asimismo, podría repensarse la planificac­ión urbanístic­a, propiciand­o incremento­s de densidad edificator­ia y cambios de uso en algunas zonas de las grandes ciudades. En este caso, sería interesant­e aprovechar la llegada de los fondos europeos, en parte destinados a la rehabilita­ción de barrios. Todo esto debe acompañars­e de una buena planificac­ión de la gestión del parque público, involucran­do al sector privado como en otros países. Finalmente, el reto de los reguladore­s hacia delante es el de reducir la incertidum­bre regulatori­a que tanto ha afectado al sector durante los últimos años. Un marco estable que atraiga inversión será clave para garantizar que los jóvenes puedan vivir donde quieren y a un precio en línea con sus ingresos.

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