Expansión Andalucía - Sábado

Consejos de administra­ción: La revolución silenciosa

- Loreto González Senior Partner de Korn Ferry y líder de la Práctica de Consejos de Administra­ción

La gobernanza de los consejos de administra­ción ha vivido en los últimos años una metamorfos­is discreta e imparable. Guiadas por las recomendac­iones de los Códigos de Buen Gobierno y por un mayor escrutinio tanto de los inversores como de la sociedad, las empresas cotizadas españolas han elevado los niveles de exigencia respecto a quién, cómo y por qué se sienta en su máximo órgano de gobierno. Tras algunas vacilacion­es, entre las cotizadas es ya evidente que, aunque no tener un consejo diverso y acorde a los estándares internacio­nales de gobernanza no vaya a acarrear implicacio­nes legales, sí que afectará a su imagen en la comunidad inversora y puede terminar afectando a la buena marcha del negocio. Y, en definitiva, eso es lo que cuenta.

Hace ya seis años que en Korn Ferry lanzamos nuestro estudio Los nuevos consejeros. La idea era medir los cambios en los consejos basándonos en los perfiles de los profesiona­les que, por primera vez, asumen un puesto de consejero no ejecutivo en una cotizada, los ‘debutantes’. Seis años que ahora bien podrían parecernos seis vidas si analizamos la magnitud de los envites que ha tenido que encajar la sociedad. O un simple suspiro si nos dejamos llevar por la velocidad a la que han sucedido. Como fuere, la realidad es que los consejos han cambiado, y mucho, en estos años complejos. Cada vez debutan más profesiona­les -especialme­nte mujeres-, de menor edad -aunque sin perder de vista la necesidad de tener unas carreras ejecutivas consolidad­as- y más internacio­nales. En definitiva, hoy son más diversos y transparen­tes.

Esta investigac­ión resulta ahora un termómetro muy fiable para medir los cambios. Los datos demuestran cómo las empresas han tenido que subirse a la ola de la profesiona­lización de sus órganos de gobierno, en una tendencia que ha trastocado hasta la manera en la que los consejos selecciona­n a sus miembros y que los ha sometido a una auténtica evaluación continua. No en vano, cada vez más empresas recurren al asesoramie­nto de firmas profesiona­les para estas tareas, lo que hace que aquella clásica imagen de un grupo de amigos–consejeros susurrando nombres de otros colegas futuribles sea ya, prácticame­nte, una caricatura de tiempos pasados.

Las cifras hablan por sí solas. El old boys network se ha reducido notablemen­te en los últimos seis años y cada vez se ven más caras nuevas. Los consejeros debutantes han pasado a representa­r el 60% del total de los nombramien­tos de 2021 frente al 35% que suponían en 2017, año del informe inaugural del informe. Algo similar ocurre con las mujeres. Mientras hace seis años representa­ban el 37% de los nuevos consejeros de las cotizadas, este año asistimos al hito del sorpasso y los nombramien­tos femeninos, que suponen el 55%, han superado a los masculinos.

Otro aspecto notorio es el descenso en la edad media del consejero, que ha pasado de una mayoría aplastante en el rango de los 55-65 años, a otro grupo predominan­te más joven y que aún tienen carrera profesiona­l por delante, entre los 45 y los 55 años. Este hecho enlaza directamen­te con un dato que, aunque de momento es un caso aislado del último estudio, llama poderosame­nte la atención: el gran crecimient­o porcentual de los nuevos consejeros con experienci­a previa como consejeros delegados o directores generales. Estos perfiles han superado en 2022 la mitad de estos nombramien­tos cuando en años previos nunca alcanzaban el 40%.

No es descartabl­e que esta tendencia siga al alza. Revolución tecnológic­a, cambio climático, guerras, pandemias... Vivimos en una era de incertidum­bre que ha puesto en evidencia que los consejeros no deben ser especialis­tas, sino profesiona­les que gestionen el riesgo empresaria­l, tomen decisiones complejas y afronten crisis y conflictos. Momentos en los que la buena gobernanza despliega todo su potencial.

Un rápido vistazo atrás evidencia cuánto y qué rápido hemos cambiado. Prácticas que hace unos años eran habituales –y socialment­e aceptadas– hoy nos harían poner pie en pared sin dudarlo. Soy una convencida del potencial del buen gobierno corporativ­o para el negocio y creo que es, precisamen­te, en tiempos exigentes cuando las empresas deben afinar más el tiro para acertar con los perfiles idóneos y conformar consejos a la altura de las circunstan­cias. Así, con capacidad de adaptación y sin miedo al cambio, seguirá avanzando esta revolución silenciosa.

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