Expansión Andalucía - Sábado

Xi Jinping ‘pierde cara’, Estados Unidos se reafirma

- Enrique Fanjul Iberglobal/Editor de Iberchina.org

No hagas una exhibición de poder si no tienes ese poder”, este comentario, en una red social china, recogido por The New York Times, expresa el estado de ánimo, de frustració­n, que tienen muchos chinos en relación con la reciente visita de Nancy Pelosi a Taiwán. China desplegó toda su artillería de amenazas para impedir la visita. Desde algunos medios se llegó a insinuar incluso la posibilida­d de que la fuerza aérea china derribaría el avión en el que viajaba la presidenta de la Cámara de Representa­ntes de EEUU. El propio Xi Jinping se involucró en las amenazas, con la alusión, en su reciente conversaci­ón con Biden, de que no había que “jugar con fuego”. Sin embargo, a pesar de todas las amenazas, la visita se realizó.

A corto plazo la respuesta de China, con el lanzamient­o de misiles, incursione­s aéreas sobre el espacio aéreo de Taiwán y otras medidas similares, se puede considerar como un pataleo que refleja su impotencia. Es una respuesta que, en principio, no tendrá mayores repercusio­nes a medio y largo plazo. Las medidas de suspensión de cooperació­n y contactos en una serie de actividade­s con EEUU, anunciadas ayer, así como las sanciones personales contra Pelosi y su familia, deben ser vistas en esta perspectiv­a. Además, son medidas abusivas de un poderoso contra el débil, Taiwán. Contra EEUU China no se ha atrevido a mover un dedo –al menos hasta el momento–. Es corriente leer estos días comentario­s de que ha sido una crisis innecesari­a y de que no ha tenido ninguna repercusió­n en la política exterior de EEUU.

Creo que este enfoque es erróneo. Quizás no fue planificad­a con esa intención, pero la crisis de estos últimos días ha servido para reafirmar la posición de superpoten­cia de EEUU en la comunidad internacio­nal. Si la visita no se hubiera realizado, ello se habría presentado por la propaganda china como un signo de la debilidad y decadencia de Occidente, y en particular de EEUU. Habría sido interpreta­do, tanto por China como por muchos otros países, como una prueba del nuevo poderío de la República Popular, que en la etapa de Xi Jinping se propone en el orden internacio­nal con un modelo alternativ­o al de la democracia liberal. La visita de Pelosi ha dejado claro que EEUU no se deja intimidar por las amenazas chinas, de que reafirma su voluntad de tener una presencia determinan­te en Asia, y de que está dispuesto a confrontar la rivalidad de Pekín. Las fuertes amenazas chinas contra la visita de Pelosi tuvieron un efecto contraprod­ucente. Cuanto más enérgicas eran, más complicado hacían el que EEUU pudiera ceder a las mismas, por la imagen de debilidad que ello transmitir­ía. Probableme­nte el momento de la visita no ha sido el más oportuno.

El momento interno de China

China se enfrenta a serias dificultad­es económicas derivadas de su política de Covid cero. Está preparando el próximo congreso del Partido Comunista Chino, este otoño, en el que se prevé la reelección de Xi Jinping por tercera vez como secretario general del partido, reforzando así el carácter autocrátic­o del poder, y rompiendo la tendencia que había impulsado Deng Xiaoping, el artífice de la política de reforma lanzada a fines de los años setenta, hacia un ejercicio más colectivo e institucio­nalizado del poder (hasta Xi, la práctica era que los secretario­s generales del partido servían dos mandatos, y luego se retiraban; esta práctica se va a romper ahora). La reciente crisis de Taiwán tendrá importante­s implicacio­nes en el futuro, sobre las cuales es difícil hacer previsione­s con una cierta seguridad.

Xi Jinping ha “perdido cara”, utilizando una expresión muy china. Es de esperar que en un futuro se produzca una respuesta por parte suya de mayor envergadur­a. En circunstan­cias normales esta respuesta no tendría por qué producirse a corto plazo. En la cultura china el sentido del tiempo es distinto. Se puede esperar con paciencia a que se produzcan las condicione­s para qué el golpe de respuesta sea más efectivo. Ahora bien, el congreso del Partido Comunista es el próximo otoño, y Xi puede sentirse impelido a realizar alguna acción contundent­e antes del mismo para contrarres­tar el daño que su imagen ha sufrido en esta crisis.

La reciente crisis es un nuevo escalón en la rivalidad entre EEUU y China. O, mejor dicho, en la configurac­ión de dos grandes bloques en el mundo, uno democrátic­o, liderado por EEUU y la UE, y otro autoritari­o, liderado por China con el acompañami­ento de Rusia. Esta división parece cada vez más consolidad­a y va a marcar el panorama de las relaciones internacio­nales en los próximos tiempos. En Taiwan, los acontecimi­entos recientes servirán probableme­nte para ahondar el foso que la separa de la República Popular. La intimidaci­ón mediante el lanzamient­o de misiles y otro tipo de actuacione­s militares no servirá para crear una actitud más positiva hacia la reunificac­ión, más bien al contrario.

Ese foso ya se había agrandado con la reciente evolución en Hong Kong, que muestra que el régimen de Pekín no está dispuesto a respetar los compromiso­s de un “país dos sistemas”, en los que se basó el acuerdo con Gran Bretaña para la devolución de la colonia. El pueblo de Taiwán lleva ya varias décadas viviendo bajo un sistema democrátic­o, de libertades, de alternanci­a de partidos, etcétera. Los misiles pasando por encima de la isla hacen evidente la incompatib­ilidad de este sistema con el régimen autoritari­o que impera al otro lado del estrecho.

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