Industria de fondos y ‘blockchain’
El auge y la caída del bitcoin es un espectáculo que no debería distraernos del potencial cambio que se avecina para el sector de la inversión. El desplome del precio del bitcoin provocará sonrisas de satisfacción entre los escépticos. Pueden felicitarse por haber acertado en las valoraciones, al menos por ahora. Y, tienen razón en que el exceso de euforia es un peligro; la historia lo ha demostrado muchas veces. Pero el nacimiento de las criptomonedas y su popularidad sin precedentes plantea otra cuestión a tener en cuenta: ¿se equivoca la industria de la inversión defendiendo las inversiones tradicionales? ¿Nos estamos perdiendo algo?
Alrededor de 300 millones de personas poseen criptomonedas, según estimaciones del sector. En los mercados emergentes, la tenencia de criptomonedas suele superar a la de acciones; la accesibilidad es un factor crucial. Estas llamativas cifras reflejan lo que vemos en la vida cotidiana: las conversaciones en los bares, en las redes sociales o en la parte trasera de los taxis. Mucha gente se ha animado a comprar un nuevo activo no probado, no regulado y muy volátil. Esto ha resultado desastroso para algunos, especialmente para los que compraron en el momento más alto.
Si las criptomonedas y los activos digitales pueden venderse tan bien, a pesar de estos obvios inconvenientes, hay lecciones para los gestores de activos. Irónicamente, es el blockchain, la tecnología que sustenta las criptodivisas, la que podría ser el catalizador del cambio para la industria de la inversión tradicional. De hecho, probablemente sea la razón por la que ya hemos superado el “punto álgido de los fondos”; en las próximas décadas, los nuevos tipos de productos de inversión a medida podrían ser más comunes que los fondos de inversión y las sociedades de inversión de capital variable (Sicav) que dominan en la actualidad.
La tecnología blockchain ayudará a proporcionar acceso a activos más interesantes y tangibles. Una nueva clase de empresas de gestión de activos con amplias capacidades harán que sea sencillo invertir en el mundo que nos rodea. Un centro comercial, por ejemplo, podría dividirse y venderse a inversores locales, quizás a sus propios compradores. La tecnología Ledger registraría la propiedad y crearía efectivamente una plataforma comercial. La compra y la venta son fáciles y transparentes, y el activo es tangible. Se podría combinar como parte de una cartera para garantizar cierta diversificación y lograr mejores resultados para el inversor.
La tangibilidad es clave, así como la conexión con las inversiones subyacentes. La popularidad del crowdfunding durante un largo periodo y la demanda de valores tecnológicos disruptivos durante los confinamientos lo han demostrado. Los inversores quieren conocer la historia de sus inversiones y asegurarse de que coinciden con sus propios valores. Quieren que sus carteras sean personales para ellos. El uso de la tecnología blockchain puede ayudar en este camino.
El mundo tradicional de la inversión también se beneficiará de la incorporación de las tecnologías de cadena de bloques. Por ejemplo, ganando eficiencia en las operaciones de back office. Transferir la propiedad de los activos con un solo click es preferible al actual proceso de negociación de múltiples pasos. Los inversores deberían beneficiarse de esta ola de democratización; los activos que antes estaban fuera de su alcance se convierten en tokens y son fácilmente accesibles y asequibles. En un futuro no muy lejano, es probable que los inversores tengan más inversiones en su cartera digital que en fondos. La necesidad de gestores de activos que gestionen activamente las inversiones crecerá en este mundo democratizado. Habrá que analizar la multitud de nuevas opciones de inversión para evaluar su potencial y su impacto. Las carteras tendrán que estar equilibradas y estructuradas para cumplir los objetivos de sus propietarios. La cuestión es si el sector puede aceptar este reto. No todas las empresas están preparadas para el viaje y algunas no seguirán el camino. Las que ya integran los mercados públicos y privados en sus plataformas estarán mejor situadas.
La clave es forjar fuertes conexiones con quienes ya están inmersos en el mundo de las criptodivisas. El sector de las criptomonedas se encuentra en una fase similar a la del sector de los hedge fund hace 20 o 30 años. Aunque sigue siendo ingobernable, algunas plataformas están intentando aprovechar la extrema volatilidad para tratar de ofrecer retornos más predecibles. Muchos, muchos inversores se han volcado en las criptomonedas. Otros han optado por el crowdfunding de empresas en las que creen. El sector puede responder a esta necesidad de personalización y de amplias posibilidades de elección adoptando el blockchain y estando abierto a las formas en que las nuevas clases de activos pueden funcionar en las carteras. Si fracasamos en este objetivo, aún más inversores se verán atraídos por cualquier inversión poco ortodoxa y no probada del futuro.