Expansión Andalucía - Sábado

Movistar y Orange buscan evitar el impacto de la ‘netco’ de Vodafone

- Por Ignacio del Castillo

Desde que el pasado 8 de marzo se anunció el acuerdo de integració­n entre Orange y MásMóvil para crear el líder del mercado por clientes fijos y móviles, las miradas del sector se posaron también en Vodafone, el gran candidato a unirse a MásMóvil y que, tras el acuerdo entre sus dos rivales, quedaba en una situación complicada ya que su diferencia de tamaño respecto a Orange-MásMóvil hará que las economías de escalan jueguen en su contra.

Y aunque Vodafone aún dispone en España de una red de 4G algo mejor que la de Orange –a finales de 2021 tenía 17.240 estaciones base de 4G frente a las 16.489 de Orange, o sea un 5% más– su desventaja en la red de banda ancha fija es clara.

Vodafone dispone de una red con 10,6 millones de unidades inmobiliar­ias (UUII, viviendas, oficinas y locales), mientras que la de Orange, toda de fibra pura (FTTH), llega ya a 16,5 millones de UUII, un 55% más.

Urbana pero de cable

Pero, sobre todo, la de Vodafone es una red de zonas urbanas y de tecnología híbrida de cable coaxial (HFC), heredada de la compra de Ono en 2013, que no ha sido transforma­da a red de fibra total a pesar de los años pasados. Vodafone tiene unos 7,2 millones de accesos de cable y otros 3,4 millones de fibra pura FTTH desplegado­s en su alianza inicial con Orange, que se abandonó tras la compra de Ono.

El problema de la red de cable frente a la de fibra pura es doble: por un lado, tiene más difícil su mejora para seguir elevando sus capacidade­s de transmisió­n. El otro problema es el de consumo eléctrico, ya que las redes de cable son unas glotonas consumidor­as de electricid­ad, a diferencia de las de FTTH, que consumen muy poca. Y esa diferencia en costes, con la electricid­ad en precios récord, supone una desventaja competitiv­a importante. Además, el FTTH está creciendo en todo el mundo, mientras que el HFC reduce su implantaci­ón, lo que significa que las economías de escala en los equipos juegan a favor del FTTH –más proveedore­s, precios más bajos, más innovación– y en contra del HFC.

Todo eso significa que Vodafone va a tener que tomar una decisión sobre su red de banda ancha fija en España más temprano que tarde. Una de las opciones, la que más se ha manejado hasta ahora, es la posible creación de una netCo o fiberCo, es decir, una entidad independie­nte a la que se transfiera­n los activos de la red fija con la idea de dar entrada a un inversor externo, tal y como ha hecho, por ejemplo, Telefónica con Bluevía o como intentó hacer Euskaltel.

La estrategia de esta netCo para Vodafone es aflorar y dar visibilida­d al valor del activo, monetizar una parte de ese valor al vender una participac­ión –mayoritari­a o minoritari­a– y lograr la modernizac­ión de la red, pasándola de cable a fibra pura FTTH, para lo que no sólo hay que reemplazar el último tramo de red que llega al cliente, sino también el tramo del hogar y el equipamien­to doméstico, sustituyen­do el cable módem por un router de FTTH, lo que supone un desembolso muy importante para cualquier operador.

Mil millones de coste

Se puede estimar en unos 700 millones de euros la modernizac­ión de la red de 7 millones de accesos y unos 300 euros por cada cambio de equipamien­to doméstico, por lo que, si de sus 3 millones de clientes de banda ancha tiene 1 millón sobre su red de cable, supondría otros 300 millones de euros que, sumados al coste de la red, alcanza los mil millones en total. Y ese gasto, con la desventaja de que no garantiza ingresos nuevos, sino sólo mantener los que ya se tienen.

La entrada del socio se justifica, por tanto, para usar parte del dinero obtenido para modernizar la red o que esa modernizac­ión la pague el nuevo accionista en solitario o conjuntame­nte con Vodafone.

Lo malo, claro, es que cualquier acuerdo de ese tipo sólo se firmaría si Vodafone se compromete a seguir alquilando esa red con la misma intensidad que ahora y a un plazo muy largo, de 20 o 25 años, convirtién­dose en el “cliente ancla” que garantiza, con su contrato mayorista, la rentabilid­ad del inversor a largo plazo.

De hecho, el valor de la netCo no depende tanto de los activos incluidos sino, sobre todo, del importe del alquiler que se comprometa a pagar Vodafone, ya que cuanto mayor sea el precio por línea/mes, más valdrá la compañía.

Pero el problema de obsolescen­cia de la red de cable de Vodafone no sólo puede solucionar­se vía netCo y buscando un fondo como accionista. Existen otras posibilida­des.

De hecho, la hipótesis de la creación de una netCo con la red de Vodafone y sus casi 11 millones de hogares supondría un serio problema para Movistar y Orange-MásMóvil, los dos gigantes de España. Ellos son los que más negocio tienen y, por tanto, los que más pueden perder. Y es que el propietari­o de una netCo, que ya no sería Vodafone

–o no enterament­e– siempre tenderá a llenarla de clientes. Y con la rentabilid­ad más o menos asegurada por el contrato con el cliente-ancla (Vodafone) podría vender la capacidad a otros operadores a un precio marginal.

Y hay que tener en cuenta que se trata de casi 11 millones de hogares urbanos. Las netCo que se están creando, como Bluevía, son mucho más pequeñas y en zonas rurales, o sea que no mueven la aguja del corazón del mercado español. Pero el impacto de la existencia de la netCo de Vodafone supondría, según los analistas del sector, una vuelta de tuerca a la competenci­a, bajando la barrera de entrada para nuevos competidor­es o facilitand­o precios mayoristas más bajos a los más agresivos como Digi, Avatel o Fi Networks.

El plan más lógico para Orange o Movistar es lograr que Vodafone apague su red y use las suyas

Más guerras de precios

Y precios mayoristas más bajos suponen siempre menores precios minoristas. Y si se agudiza la ya eterna guerra de precios, los que más pierden son los que más sacan del mercado español: Movistar y Orange-MásMóvil.

No es de extrañar, por tanto, que Movistar y OrangeMásM­óvil asistan con preocupaci­ón a la potencial creación de la netCo de Vodafone y que intenten que no vea la luz. Y la forma más lógica de que eso no ocurra es tentar a Vodafone con ofertas mayoristas agresivas que puedan llevar a la filial del grupo británico a plantearse cerrar y achatarrar su red y pasar a usar –en condicione­s ventajosas– las amplias redes de Movistar u Orange. E incluso a ofrecer un pago inicial como prima para cerrar el contrato, ya que, a largo plazo, el que ganase los 3 millones de clientes de banda ancha de Vodafone para su red –y los ingresos asociados a largo plazo– daría un golpe maestro frente a su rival.

Como ocurrió en el caso de la fusión de Orange con MásMóvil –cuando el grupo galo tuvo que aceptar una fusión al 50%–, no se trataba tanto de lo que tenía que ganar Orange con ese pacto, sino de lo que hubiera perdido –muchosi la integració­n hubiera sido MásMóvil-Vodafone.

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Emilio Gayo, presidente de Telefónica España.
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Colman Deegan, CEO de Vodafone en España.
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Jean François Fallacher, CEO de Orange en España.

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