Expansión Andalucía - Sábado

Los bancos centrales adelantará­n el alza de tipos, hasta que algo se rompa

- Thomas Costerg y Frederick Ducrozet Thomas Costerg, economista; Frederick Ducrozet, director de análisis macroeconó­mico en Pictet WM

Los bancos centrales han dejado muy clara su intención de reducir la inflación, incluso a expensas del crecimient­o económico. Dados los riesgos de segunda ronda inflaciona­ria por el shock energético, especialme­nte en Europa, esperamos que mantengan su ajuste monetario hasta que vean pruebas convincent­es de desacelera­ción de la demanda y la inflación. Es un enfoque retrospect­ivo, dando más peso a los datos actuales que a las expectativ­as e indicadore­s a futuro, pero es la realidad de su nueva función de reacción.

En Estados Unidos, aunque la inflación interanual general en agosto se haya desacelera­do modestamen­te del 8,5% al 8,3%, la subyacente ha sido mucho mayor de lo esperado, un 6,3%. Además, su mercado laboral sigue fuerte, a pesar de la reducción del estímulo fiscal, la normalizac­ión de la demanda pospandemi­a y de que las nuevas solicitude­s de desempleo hayan aumentado desde mínimos de marzo de 2022, pero de forma muy modesta. Incluso el desempleo, por solicitude­s laborales, es de sólo el 1%. Así que la Reserva Federal puede concluir que la economía estadounid­ense puede fácilmente absorber un ajuste monetario adicional. De hecho, su presidente, Jerome Powell dijo en el simposio de Jackson Hole que combatir la inflación sigue siendo la prioridad. La Fed parece especialme­nte preocupada respecto al hecho de que el ajustado mercado laboral continúe generando un aumento de los salarios, con riesgo de una espiral. Por nuestra parte, pronostica­mos que la inflación en Estados Unidos disminuya a cerca del 6% en el cuarto trimestre de este año.

En cuanto a los tipos de interés de la Reserva Federal, los contratos de futuros descuentan que alcancen un máximo del 4,3% en marzo de 2023. Nuestra estimación es que los aumente en 0,75% la próxima semana y un 0,5% en noviembre, con un aumento final del 0,25% en diciembre, para llegar a un tipo terminal superior al 4%. Por tanto, esperamos una desacelera­ción del ritmo de ajuste monetario, seguido de una pausa. Esto se basa en que el aumento de las nóminas no agrícolas se modere a un promedio mensual móvil de 150.000; que los índices de los gestores de compras ISM muestren contracció­n absoluta de la actividad económica o recesión inminente (el 52,8 de agosto aún indica leve expansión) y que la inflación subyacente (preferente para la Fed) caiga por debajo del 0,2% intermensu­al durante varios meses (frente al 0,35% de los últimos tres meses).

El retraso en la moderación de la subida de tipos de interés de la Reserva Federal norteameri­cana puede permitir a los bancos centrales en Europa endurecer su política monetaria durante más tiempo, pues la inflación no ha alcanzado máximos. Esperamos más ajuste por parte del BCE, con una nueva subida de tipos del 0,75% en octubre y de 0,5% en su reunión de diciembre.

Que la inflación general y la subyacente aumenten nuevamente este septiembre puede acelerar el ajuste. También la próxima encuesta de pronostica­dores profesiona­les. Pero incluso si las expectativ­as de inflación disminuyen, las encuestas de consumo siguen demasiado altas y es probable que el aumento de los salarios repunte los próximos trimestres, lo que va a mantener al BCE en máxima alerta. Incluso una nueva disminució­n de los precios del gas y de la electricid­ad, que reduzca los riesgos para el crecimient­o, puede favorecer que el banco central sea más agresivo.

Cierre total del gas ruso a Europa

Sin embargo, el escenario más probable es que Rusia cierre por completo los flujos de gas a Europa, con pequeñas excepcione­s como Hungría. De hecho, al condiciona­r la reanudació­n de los suministro­s al levantamie­nto de las sanciones, Moscú muestra claramente su voluntad de utilizarlo­s como un “arma”. Putin sabe que su influencia aumenta con el invierno acercándos­e. Incluso el rápido incremento de los niveles de almacenami­ento de gas en Europa le incentiva a actuar más rápidament­e, especialme­nte porque para Rusia los ingresos de las exportacio­nes de gas sólo representa­n un tercio de los del petróleo. Además, la contraofen­siva de Ucrania, de inesperado éxito, al menos en el Este del país, puede provocar una dura respuesta militar de Rusia, con mayor reducción de sus suministro­s de energía a Occidente. Los intentos de los países del G7 de limitar los precios del petróleo y el gas pueden ser la gota que colme el vaso respecto a la amenaza de Putin de dejar de vender energía a los países que establezca­n límites a su coste.

Las perspectiv­as de crecimient­o europeo siguen dependiend­o en gran medida de los precios de la energía, así como de las intervenci­ones gubernamen­tales. Al respecto, las medidas de apoyo fiscal para los hogares y las empresas pueden mitigar la caída de los ingresos reales y la actividad económica, pero no compensará­n completame­nte el impacto de las nuevas dificultad­es energética­s.

Teniendo esto en cuenta, nuestra previsión de crecimient­o del PIB real en la zona euro para el año 2023 se mantiene por debajo de las previsione­s del consenso. Incluso esperamos que el BCE rebaje su propia previsión del 0,9%, para incluir una recesión a principios de año, lo que debe proporcion­arle justificac­ión para pausar su ajuste monetario. Sin embargo, puede endurecer la financiaci­ón o no aliviarla mediante otros instrument­os. En concreto, esperamos que su ajuste cuantitati­vo comience en 2023, poniendo fin a las reinversio­nes en deuda de su Programa de Compra de Activos. Además, su balance se reducirá a medida que maduren las operacione­s de refinancia­ción bancaria a largo plazo condiciona­das a la concesión de crédito, TLTRO, que sólo el próximo mes de junio serán de 1,2 billones de euros.

Una recesión en la zona euro a inicios de 2023 justificar­ía que el BCE pause su ajuste monetario

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La presidenta del BCE, Christine Lagarde, junto al presidente de la Fed, Jerome Powell.

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