Expansión Andalucía - Sábado

Un fotogénico en la Internacio­nal Socialista

- Iñaki Garay Director adjunto de EXPANSIÓN

Fíjense cómo lo estará pasando el socialismo en el mundo que hasta han hecho presidente de la Internacio­nal Socialista a Pedro Sánchez. ¿A Pedro Sánchez? ¿Al que ha pactado suprimir el delito de sedición con los mismos que dieron un golpe de Estado en España o al que lo ha equiparado con Europa? ¿O es al que se jacta de controlar la Fiscalía y el que no concibe que los jueces puedan elegir a su órganos de gobierno? ¿O tal vez se trata del que retuerce el CIS, el CNI, la Televisión Española y el INE a su antojo? No, a ese no. Han elegido al tipo alto y guapo que habla inglés y pronuncia las palabras democracia y convivenci­a como si fuera un actor de reparto. Cuán huérfano de líderes estará el socialismo en el mundo para que hayan puesto al frente de la organizaci­ón internacio­nal a un fotogénico. Al líder que en las reuniones busca el mejor ángulo porque sabe muy bien dónde está el tiro de cámara. Lo que en la sede de Ferraz era un motivo de celebració­n como para repartir chocolate con churros, en otras calles era solo la evidencia que explica por qué la socialdemo­cracia y los laboristas están en sus horas más bajas en Europa. Es lo que explica por qué la izquierda se identifica cada vez más con el populismo de saldo y con la ideología woke. Esa que aborda los problemas profundos de las sociedades con propuestas superficia­les que, lejos de procurar mejora alguna a los que más sufren, acaban pariendo un embolado. Que alguien se pregunte por ejemplo por qué la socialdemo­cracia se desangra en Suecia; ese país que hasta no hace mucho era la referencia del socialismo posibilist­a. Qué alguien se pregunte por qué políticos e intelectua­les históricos como Alfredo Pérez Rubalcaba o Javier Marías se habían alejado de esta nueva izquierda que representa el sanchismo. Marías llegó a calificar al nuevo líder del socialismo mundial como “el mayor imbécil moral” por juntarse con “fulleros sin escrúpulos y chantajist­as insaciable­s”. Parecen adjetivos desorbitad­os hasta que alguien repara que no proceden de un guerriller­o de Vox. Que alguien se pregunte por qué Joaquín Sabina, que llegó a militar en la ceja, ha salido corriendo, huyendo de los sacerdotes de la moral que utilizan drones para observar si los funcionari­os tienen miradas impúdicas. Después de azotar a los autónomos ahora van a por los trabajador­es públicos, pero no para solucionar el problema de absentismo laboral o su cuestionab­le productivi­dad sino para provocarle­s el síndrome de abstinenci­a. Eso sí, les han subido el sueldo porque un funcionari­o no es un funcionari­o sino un voto. Sánchez se convierte en el primer presidente español de la Internacio­nal Socialista en la misma semana en la que Arnaldo Otegi, un tipo al que no le dejarías al cuidado de tu gato, asegura llevar del ronzal al presidente. “No hay Gobierno de progreso en el Estado español sin los que nos queremos marchar del Estado español y además somos de izquierda no lo sostenemos”, vino a decir hace solo unas horas el oráculo de Elgóibar. Visto así la pregunta es pertinente: ¿Está progresand­o España? O, como se cuestionab­a solo hace unos días el propio Sánchez, ¿está Cataluña mejor en 2017 o ahora? Como diría Rajoy, depende para quien. Si

Cataluña estuviera ahora realmente mejor que en 2017 nadie habría suprimido el delito de sedición y nadie estaría siquiera planteándo­se revisar el de malversaci­ón. Si España estuviera realmente progresand­o no sería necesario encender un fuego cada día. Pero Sánchez sabe que si se desmoviliz­a la izquierda Feijóo le va a hacer un Costa Rica. Y como no la puede mantener movilizada con argumentos porque la presión de la cesta de la compra es asfixiante echa mano de la crispación. No es nuevo. Era la misma fórmula que utilizaba Zapatero. Esa y pactar con todos aquellos con los que Page, Lambán o Fernández Vara dicen que nunca pactarían. Que nadie se engañe. Es la misma fórmula que asestó una buena cornada al socialismo en España en 2008 y que puede volver a asestársel­a ahora. Al socialismo español y, de paso, también al internacio­nal.

Ahora se entiende por qué la socialdemo­cracia está en sus horas más bajas en toda Europa

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