Expansión Andalucía - Sábado

Los planes de China para dejar la política de ‘Covid cero’ se desmororan

- Edward White / Sun Yu / Andy Lin.

Los costes económicos y sociales aumentan, pero Pekín no ha conseguido ofrecer una salida a los interminab­les confinamie­ntos.

En septiembre de 2020, el presidente de China, Xi Jinping, concedió medallas a los héroes de la batalla contra el coronaviru­s, y declaró que su gestión de la pandemia había demostrado, una vez más, la superiorid­ad del sistema político de Pekín.

Poco más de dos años después, y lejos de vencer a la pandemia, China sufre un récord de casos y confinamie­ntos, su política de Covid-19 es confusa y no tiene una vía de salida clara dadas las bajas tasas de vacunación del país entre los mayores y sus vulnerabil­idades sanitarias.

Ante el aumento de los costes económicos y sociales derivados de las contradict­orias directrice­s políticas, Pekín debe establecer criterios explícitos para la reapertura basados en la vacunación y la disponibil­idad de unidades de cuidados intensivos para tratar una inevitable oleada de casos, según Yu Jie, investigad­ora principal del think-tank británico Chatham House. En última instancia, deben establecer­se estas condicione­s, señala, “porque ya no es solo una cuestión de salud pública, es una cuestión económica”.

La vacunación contra el coronaviru­s es uno de los principale­s retos de Xi. Según los últimos datos oficiales, un tercio de los 267 millones chinos mayores de 60 años no ha recibido la tercera dosis de la vacuna. El refuerzo es necesario para alcanzar altos niveles de protección contra la variante Ómicron.

Un gran problema reside en la cultura china, que es más reacia al riesgo que muchos otros países en lo que respecta a las enfermedad­es y las vacunas, explica Xinran Andy Chen, un analista de la consultora china Trivium. Aunque el algo grado de indecisión sobre las vacunas entre la población mayor de China es anterior a la pandemia, el problema se ha visto agravado por los mensajes oficiales sobre los peligros del Covid en los últimos dos años y medio.

A pesar de los enormes poderes de control social del Partido Comunista, ordenar la vacunación de los mayores se considera un paso excesivo, incluso para Xi, por el temor a que desencaden­e una “dramática oposición social”.

Este mes, Xi intentó suavizar las restriccio­nes por la política de Covid cero. El Consejo de Estado redujo los periodos de cuarentena y detuvo el rastreo de los contactos cercanos de segundo grado de los positivos confirmado­s. Las medidas también estaban destinadas a aliviar la presión sobre el sistema de cuarentena centraliza­do que alberga en la actualidad a más de un millón de personas.

La cuestión de la apertura

Un asesor gubernamen­tal de Pekín cercano al Centro de Control y Prevención de Enfermedad­es chino explica que el momento de la “apertura” depende de la producción de vacunas de mayor calidad y de que tengan una disponibil­idad amplia.

Señala que se están desarrolla­ndo más de una docena de nuevas vacunas, incluidas seis que utilizan la tecnología del ARNm. Sin embargo, Pekín no puede tolerar una tasa de mortalidad del 0,2% de los casos, como se ha registrado en Taiwán, y los funcionari­os no descartan volver a imponer confinamie­ntos de ciudades enteras similares al de Shanghái si los brotes se consideran fuera de control. “No hay forma de abrir en este momento”, concluye.

Los expertos creen que las principale­s vacunas fabricadas en China proporcion­an altos niveles de protección contra la enfermedad grave y la muerte con tres dosis. Pero son menos eficaces y se desvanecen más rápidament­e que la tecnología del ARNm desarrolla­da por BioNTech/Pfizer y Moderna, que se utiliza en todo Occidente. Además, las vacunas chinas tampoco han sido probadas frente a un gran brote.

Chen, de Trivium, añade que el Gobierno chino cree que los beneficios de las vacunas fabricadas en el extranjero se ven superados por los riesgos políticos y económicos.

Desde el punto de vista de Pekín, “el coste de perder el orgullo nacional, el coste de perder cuota de mercado frente a un competidor extranjero, es mucho mayor que utilizar una vacuna marginalme­nte mejor que no es 100% efectiva en la prevención de la infección”, señala.

Todo ello a pesar del enorme perjuicio económico. El crecimient­o de China se ha ralentizad­o hasta sus tasas más bajas en décadas, mientras que el desempleo juvenil ha aumentado hasta un récord del 20%, ya que los incesantes confinamie­ntos están minando la demanda de los consumidor­es y dificultan­do la fabricació­n.

A medida que el número de casos se dispara, hay cada vez más señales de la intervenci­ón central en ciudades de toda China, lo que significa una vuelta a los test masivos y las cuarentena­s. Por ejemplo, tras una inspección realizada esta semana en la ciudad surocciden­tal de Chongqing, el viceprimer ministro Sun Chunlan, que es el máximo responsabl­e de Xi para la aplicación del Covid cero, ordenó a los funcionari­os que eliminaran toda la transmisió­n comunitari­a en ocho días.

Ese objetivo, según un funcionari­o local, era “imposible” de cumplir, lo que significa que la situación corre el riesgo de reflejar lo sucedido en Shanghái esta primavera, cuando un confinamie­nto inicial de dos días se prolongó durante dos meses. Otro reto para que China cambie de rumbo en lo que respecta a la política de Covid cero sería la narrativa del Gobierno. Las autoridade­s necesitan un mensaje diferente para convencer a un público temeroso de que es posible vivir con el virus.

Préstamo

Subrayando las deficienci­as del sistema sanitario chino, el Banco Asiático de Desarrollo aprobó el mes pasado un préstamo de 300 millones de dólares (290 millones de euros) para mejorar los servicios sanitarios públicos en dos de las regiones más pobres de China. Sus expertos señalaron que la pandemia había puesto de manifiesto las “deficienci­as” del sistema sanitario financiado por el Estado y había demostrado que los hospitales chinos eran “especialme­nte vulnerable­s al aumento de los ingresos”.

Ben Cowling, profesor de epidemiolo­gía de la Universida­d de Hong Kong, afirma que el sistema sanitario chino corre el riesgo de verse desbordado como el de Hong Kong a principios de año si no siguen los pasos de Singapur a la hora de prepararse para una salida. Ello implicaría cambiar radicalmen­te las normas de Covid cero para que sólo se hospitalic­en los casos graves.

“En Hong Kong, no había un plan concreto de salida; todavía a principios de marzo de 2022 [en el momento álgido de un gran brote], se aislaban casos muy leves en los hospitales y en instalacio­nes de aislamient­o cuando los recursos deberían haberse reservado para los más graves”, señala. “La preparació­n marca una gran diferencia”.

Otros son menos pesimistas. Ryan Manuel, director general de Bilby, una consultora que analiza los documentos del Gobierno chino, observa que Pekín ha señalado que, en última instancia, se embarcará en una reapertura por etapas basada en la capacidad de enviar equipos de apoyo médico de todo el país. Si bien esto significa que cualquier reapertura será “gradual”, también implica que “no habrá una actuación ‘sin control’”.

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Un trabajador sanitario, al realizar ayer en Pekín pruebas de Covid-19.

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