Las reglas de la competición
‘Rivales’ mezcla melodrama con unos toques de comedia nada complacientes
‘Menudas piezas’ es una película que llama a la solidaridad empática del espectador
En el mundo moderno competir parece ser la regla de supervivencia en general, con los deportes, cada vez más monetizados, a la cabeza. El cine no es ajeno, no lo ha sido nunca, a lo que sucede a su alrededor. Actualmente en nuestras demediadas carteleras y a la espera, especialmente por los amantes del wéstern, de la segunda película como director del actor Viggo Mortensen, Hasta el fin del mundo, estas dos películas sobre las reglas de competir en deporte ofrecen una buena ocasión de reflexionar en torno a ellas.
Rivales tiene como director a Luca Guadagnino, uno de esos cineastas a los que la crítica trata con respeto. Uno de esos directores bien recibidos a uno y otro lado del Atlántico, frecuentador de festivales pero que también sintoniza con el público más general. Su película Call Me by Your Name, un cuidado melodrama, tan estético como emocional, sobre el descubrimiento de un amor adolescente y homosexual, nominado a los Oscar y premiado internacionalmente puede dar fe de ello.
Rivales sigue adoptando el mismo formato de melodrama pero ahora lo hace con las armas de los enfrentamientos ocultos, o no tan ocultos, pero indudablemente latentes presentes en los seres humanos. Con inteligencia, que dice mucho de la idea del cineasta de llegar al público más amplio posible, lo sitúa narrativa y dramáticamente en el mundo del tenis, un escenario deportivo de individualismo competitivo por lo general muy exacerbado. Las piezas del tablero en el que se juega el relato también revelan la astucia dramática del autor, lo que provoca una aproximación del espectador repleta de expectativas, añadiendo, de paso, al modelo narrativo melodrama unos inesperados toques de comedia nada complacientes.
Tashi (Zendaya en muy buen estado de forma y comprensión de su nada fácil personaje) ha modelado como un gran campeón de Grand Slam a su marido, Patrick Zweig (un muy convincente Josh O’Connor). Las cosas se tuercen deportivamente y a Tashi, para remontar la situación, no se le ocurre otra cosa que inscribir en un Torneo Challenger a Patrick con la idea de que se enfrente a Art Donaldson (Mike Faist, muy poderoso en su personaje inicialmente menos importante); un enfrentamiento a todos los niveles: Art fue el mejor amigo de Patrick y ha sido asimismo amante de Tashi. Como se puede comprobar, el plan de Tashi puede entenderse como una jugada táctica deportivamente hablando o algo más al nivel humano. Todo ello convierte a Rivales en un torneo narrativo en el que el diseño de Tashi parece dominar el relato, introduciendo y modulando desde el melodrama a la comedia más clásica con un triángulo amoroso abriendo en canal la película.
Luca Guadagnino maneja con brillante soltura todo ese entramado mostrándose más activo en la dirección de actores. Aspecto clave en una comedia, que en el guión funciona como una película en si misma, con bastante precisión e interés. Mostrando, además, buen pulso narrativo para dominar el tsunami emocional y narrativo que acaba conmoviendo toda la película tanto como para filmar el tenis en si mismo, algo más que un mero pretexto en el relato de la película.
Jaque mate a la educación
Menudas piezas está basada en un caso real. Relata cómo la inteligencia y disponibilidad emocional de una profesora es capaz, mediante el aje
drez, motivar escolar, social y personalmente a un grupo de adolescentes inscritos en las mortales fronteras de la exclusión social. Sea o no real el modelo narrativo, la película desarrolla talentosamente buenas ideas de guión, libreto que inevitablemente danza continuamente con el déja vu de otras películas de temática muy similar, como demuestra la muy brillante secuencia inicial de la película entre la profesora, una muy empática Alexandra Jiménez, y Alain Hernández.
Nacho G. Velilla, director de la película, posee un excelente currículo en ese campo. Perdiendo el Norte me gustó en su momento y maneja con soltura los tempos y la graduación de la evolución del grupo y la profesora, a sabiendas, insisto, que se encuentra en el terreno minado de películas similares. Si lo consigue es por el buen hacer del reparto, lo asentado de diálogos y personajes y la frescura que emana de todo el conjunto de una película que llama la solidaridad empática del espectador. Que sea el ajedrez, el juego de reyes, el deporte intelectual, el individualismo mental, el vehículo por el que la profesora, cuya apariencia y maneras pijas no pueden ocultar que salió de ese barrio marginal, logre unir proyectos de vida conflictivos y violentos, puede parecer de una cierta autocomplacencia, pero ni el tono de comedia, degrada la eficiencia moral de la película.