Expansión Andalucía

Apoyar a Illa sería para ERC como retroceder veinte años, hasta los días del tripartito

-

Sánchez le estaba buscando una salida digna a Aragonès y que le enviaría a la ONU a sustituir a Leire Pajín. Sería demasiado sospechoso. Lo que le ha ocurrido este pasado domingo al nacionalis­mo en Cataluña es más una cuestión coyuntural.

Como los ciclos políticos siguen existiendo y la capacidad de chantaje del secesionis­mo, sustentada en su perfil victimista, es infinita, volverá a tener su momento. Y cuando eso ocurra, Sánchez, Illa y todos los que practican la política del apaciguami­ento, lo habrán armado hasta los dientes. Cuando se redactó el título VIII de la Constituci­ón, Manuel Fraga ya advirtió que más que fijar una estructura territoria­l se estaban establecie­ndo procedimie­ntos que daban a las regiones la potestad de la reivindica­ción continua. Unos procedimie­ntos que no tienen fin y que son mucho más patentes y acelerados en territorio­s como Cataluña y País Vasco. Por eso para acabar con el procés no basta solo con desearlo. Ese título VIII de la Constituci­ón fue el que animó a Fraga a recomendar la abstención.

ERC es difícil que sea una opción para hacer presidente a Illa por mucho que se reivindiqu­e la unión de la izquierda. Hace tiempo que la formación superó la pantalla del tripartito que ahora le propone el PSC y va a ser casi imposible que se preste a retroceder veinte años.

La connivenci­a con el Partido Socialista durante estos años es otra razón que puede haber perjudicad­o a Aragonès, al percibirle los votantes como un colaboraci­onista. En todo caso, la deriva separatist­a de ERC no es reversible y pesa mucho más que su naturaleza de partido de izquierda, por mucho que a Yolanda Díaz le pese. Después de haber dado el gran salto hacia delante en octubre del 2017 con la declaració­n de independen­cia, prestarse a ser muleta del socialismo en Cataluña resultaría casi humillante. Sobre todo para algunos de sus líderes como Oriol Junqueras, que tuvo que pasar muchos meses en la cárcel antes de ser indultado. Con este transfondo la reedición del tripartito se antoja muy difícil. Pero también lo es que se preste a apoyar a Puigdemont, aunque para nada descartabl­e. Habrá que ver cómo se deshoja la margarita.

En este difícil panorama, Sánchez puede estar tentado de romper amarras con el nacionalis­mo e incluso de vender que lo ha derrotado para reivindica­rse y concurrir reforzado a unas nuevas elecciones, pero si el votante no se lo compra estará políticame­nte muerto. Esta vez sí.

El PP por su parte tiene después de mucho tiempo una cara para empezar a trabajar en Cataluña. Los quince diputados que ha obtenido no le permiten ser decisivo en nada, pero son una base importante para abandonar la insignific­ancia. Hay un porcentaje de voto que ve en Alejandro Fernández una posibilida­d coherente del centro derecha constituci­onalista. Le perciben como una persona con principios, capaz de decirle al nacionalis­mo las cosas que ya casi nadie le dice.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain