El conde que no fue envenenado
SIGLO XV Jaime II y Fernando I se disputaron la corona de Aragón tras la muerte de Martín ‘El Humano’.
Roberto Pelta Fernández. Madrid Cuenta el cronista Jerónimo Zurita, en relación con el asunto de la muerte del rey Martín El Humano, que Margarita de Monferrato y de Mallorca (1360-1420), condesa de Urgel, intentó intimidar al soberano en su lecho de muerte para que declarara sucesor a su hijo Jaime II de Urgel (también conocido como Jaime de Aragón, que además de ser conde de Urgel, poseía los títulos de vizconde de Ager, barón de Antillón, de Alcolea de Cinca y de Fraga). Afirma Zurita, al referirse a los últimos momentos de vida del monarca: “En aquel estado, cuando ya se desconfiaba de su vida, la condesa de Urgel, madre del conde, y su nuera doña Isabel le suplicaron en vano que, pues Nuestro Señor le había llevado al postrer término de su vida, declarase al conde por legítimo sucesor en sus reinos, que con ello descargaría su conciencia y se excusarían los males y daños que por aquella causa se esperaban. Dícese que como continuase el rey aletargado, la condesa le asió por el pecho y comenzó a decir a voces que la sucesión del reino era de su hijo, y que él contra razón y justicia le quería privar de ella, debiendo don Guillen de Moncada y uno de los concelleres de la ciudad poner fin a aquella desgarradora escena. En vano también le suplicaron los concelleres de Barcelona que designara la persona que había de sucederle; el rey se limitó a declarar y mandar ante los mismos y su protonotario el día antes de su fallecimiento, que le sucediese en la corona aquel que a ella tuviese mejor derecho, conducta que generalmente se atribuye a su aversión al de Urgel…”.
Al morir Martín El Humano sin descendientes legítimos, demasiados candidatos reclamaban sus derechos y había riesgo de una guerra civil porque surgió una situación de anarquía, desórdenes y pillaje. Entre los aspirantes al trono estaba Luis de Calabria, hijo del duque de Anjou y sobrino nieto del monarca fallecido. Otro candidato era el duque de Gandía, que a su vez era nieto de Jaime II de Aragón y Fernando de Trastámara. Pertenecía además a la familia real de Castilla, pues era hijo menor de Juan I y sobrino de Martín el Humano. Pero el mejor posicionado parecía que era Jaime II de Urgel, bisnieto del abuelo de Martín El Humano, el rey Alfonso IV. Pero el conde de Urgel tenía muchos enemigos, que se oponían a entronizarle. En Aragón y Valencia la nobleza se dividió en dos bandos, según el apoyo que daban a Jaime II de Urgel y a Luis de Calabria. Tras una larga serie de desafíos y enfrentamientos, la tensión llegó a su punto máximo en junio de 1411 cuando el arzobispo de Zaragoza, García Fernández de Heredia, que era líder del partido angevino (de Anjou), fue asesinado cerca de la capital aragonesa por una cuadrilla de caballeros de los Urrea, partidarios del conde de Urgel. Poco a poco se fueron encendiendo los ánimos.
La solución llegó de la mano de nueve hombres versados en leyes, tres por cada uno de los Reinos de Aragón, Valencia y los Condados Catalanes, que eligieron tras largas deliberaciones en el llamado Compromiso de Caspe a Fernando I de Aragón. Pero la cosa no iba a quedar ahí porque al año siguiente de la designación del nuevo monarca, Jaime II de Urgel se levantó en armas y atacó Lleida con la ayuda de mercenarios anglofranceses, que no lograron conquistar la plaza, considerada de gran valor estratégico. La revuelta duró poco tiempo, porque los principales apoyos de Jaime II de Urgel no la secundaron (oligarquías aristocráticas) o emprendieron pronto la retirada (tropas de la corona inglesa y mercenarios gascones).
Esos fracasos obligaron al de Urgel a replegarse en Balaguer (Lleida), su ciudad natal, que fue asediada por las tropas fernandinas y las huestes
Al morir el rey aragonés sin descendientes, muchos candidatos reclamaron su derecho al trono
Según una crónica de la época, el Conde de Urgel pudo ser asesinado por sus competidores de una buena parte de aristócratas. Las tropas de Fernando I de Aragón tomaron la localidad leridana de Balaguer, sede del condado de Urgel, en octubre de 1413, tras rendirse dicho noble. Fue apresado, se le confiscaron sus bienes y tras ser procesado, se le recluyó en el castillo de Urueña, posteriormente en el de Mora, en el Alcázar de Madrid, un breve período de tiempo lo pasó en Teruel, después permaneció encerrado en el castillo zamorano de Castrotorafe y finalmente fue trasladado al castillo de Játiva (Valencia). Allí fue encarcelado a perpetuidad en una mazmorra, donde murió en 1433, después de 20 años de encierro y cuando se estaba negociando su excarcelación.
Una muerte sin interés
Durante la guerra civil catalana (1462-1472) circuló una especie de crónica anónima, La fi del comte d’Urgell (El fin del conde de Urgel), que acusaba al rey consorte de Navarra Juan II de Aragón (casado con Blanca I de Navarra) de haber asesinado con ayuda de sus hermanos los infantes de Aragón don Enrique y don Pedro al conde de Urgel en el castillo de Játiva. El veneno podría haber sido el arma empleada, pero para la moderna historiografía es una falsa leyenda, porque ninguno de los infantes se hallaba entonces en tierras valencianas y según la opinión solvente del historiador Jaume Vicens Vives: “La muerte del conde no interesaba entonces a nadie. Jurídicamente no poseía ningún derecho a la corona de Aragón, pues por dos veces los estados catalano-aragoneses la habían confirmado en las sienes de los Trastámaras; políticamente, ningún partido le apoyaba”. Autor de ‘Puro veneno (tóxicos,
ponzoñas y otras maneras de matar)’. La Esfera de los libros. 2023.