Evitar una escalada en la crisis con Milei
Las empresas españolas con intereses en Argentina realizaron ayer una condena unánime de las graves acusaciones vertidas por Javier Milei, presidente del país austral, contra Begoña Gómez, la esposa del presidente del Gobierno español, que han provocado una crisis diplomática bilateral. Se trata de los mismos grupos que acudieron el pasado sábado a la reunión convocada por el mandatario argentino en la embajada de su país en Madrid, en la que les expuso las oportunidades de negocio que va generar su política económica de choque y les prometió hacer de Argentina un destino fiable para la inversión. Sin embargo, un enfrentamiento directo con el Ejecutivo de Pedro Sánchez es lo contrario a lo que anhelan las compañías para volver a confiar en la economía argentina tras décadas de continuas convulsiones por las medidas intervencionistas y estatalizadoras del peronismo. El estilo retórico inflamado de Milei hace poco previsible que se disculpe públicamente por su injustificada injerencia en la política española, tal como le volvió a exigir en una reunión de urgencia el ministro de Asuntos Exteriores,
José Manuel Albares, al embajador argentino en España, Roberto Sebastián Bosch. Pero sería un sinsentido permitir que se deterioren aún más las relaciones con España por no admitir su error y rectificar sus injustificadas afirmaciones.
Conviene impedir por todas las vías que la disputa diplomática escale a la categoría de crisis comercial
El amplio respaldo empresarial y de los partidos al Gobierno refuerza su exigencia de disculpas públicas
Salvaguardar los vínculos. Los profundos vínculos entre ambos países trascienden el carácter temporal de los gobiernos, por lo que deberían ser salvaguardados al margen de la falta de sintonía o antagonismo político entre sus dirigentes. En el ámbito económico, nuestro país es el segundo mayor inversor en Argentina, donde las empresas mantienen inversiones por más de 15.000 millones y emplean a cientos de miles de personas. De ahí la importancia de evitar por todas las vías posibles que la crisis política escale hasta el punto de convertirse en un enfrentamiento comercial o económico. La experiencia y el conocimiento de las empresas e inversores españoles puede ser muy valioso para emprender la profunda transformación de la devastada economía del país austral a la que aspira el actual inquilino de la Casa Rosada. Por ejemplo, para que el ambicioso plan de privatizaciones prometido por Milei para sanear las ruinosas finanzas públicas del país tenga éxito. Lo cual será imposible si no ofrece garantías de que Argentina dejará de una vez de estar al albur de las veleidades del gobernante de turno, sean retóricas o de otro tipo. El presidente argentino debería aceptar que tras asumir el cargo no puede seguir comportándose como cuando era un diputado rebelde aspirante a doblegar al omnímodo Estado engordado por los peronistas a lo largo de varias décadas.
Respuesta proporcional.
No es la primera vez que se produce un conflicto entre los gobiernos de Argentina y España, aunque hasta ahora se habían restringido al ámbito diplomático o económico, siendo el más grave la expropiación de YPF cuando era parte de Repsol. Nunca por un enfrentamiento personal. El amplio apoyo cosechado entre las fuerzas políticas y el empresariado por el Gobierno de nuestro país refuerza su exigencia de una rectificación pública a Milei, a la que se sumó el propio Sánchez lamentando que su homólogo no haya estado “a la altura” de la responsabilidad institucional que ostenta. La estancia del presidente argentino en España, primera desde que asumió el cargo el pasado diciembre, tenía carácter no oficial, y de hecho no solicitó audiencia como es preceptivo con Felipe VI, quien asistió a su toma de posesión, ni pidió reunirse con Pedro Sánchez. Pese a ello, se pusieron a su disposición los medios que se ofrecen a todos los mandatarios que visitan a España, lo que debería haberle llevado a extremar la prudencia en sus declaraciones. Si Milei persiste en su desafío, Sánchez anticipa una respuesta “a la altura de la dignidad de la democracia española y de los lazos de hermandad” con Argentina. Una actuación que debe ser proporcionada, firme pero sin aspavientos innecesarios, menos aún a las puertas de la campaña para las elecciones europeas.