Expansión C. Valenciana

La desvincula­ción no es la respuesta a la crisis climática

- Ngozi Okonjo-iweala Dtra. gral. de la Organizaci­ón Mundial de Comercio

El cambio climático es una amenaza existencia­l. Si no se frena, veremos más escenas de desolación como en Pakistán, donde las últimas inundacion­es dejaron un tercio del país bajo el agua y pusieron en riesgo la seguridad alimentari­a y económica. Hacer frente a esta crisis es una cuestión ineludible­mente global que requiere un liderazgo urgente y audaz. A pesar de las fuerzas que amenazan con separar a la comunidad mundial, simplement­e no podemos fragmentar, desvincula­r las economías y crear bloques comerciale­s separados. En la cumbre COP27 de la ONU sobre el clima pediré a los líderes que unan sus fuerzas para crear una agenda en materia de comercio dirigida a dar una respuesta justa y ambiciosa al cambio climático.

El mensaje es claro: el sistema de comercio multilater­al tiene mucho que aportar. Pero esto no puede lograrse sin la cooperació­n entre los países. En la Conferenci­a Ministeria­l de la OMC de junio, naciones con profundas divisiones fueron capaces de reunirse y acordar varias cuestiones comerciale­s. En particular, acordaron poner freno a las perjudicia­les subvencion­es a la pesca que conducen a la sobreexplo­tación de los océanos. Este acuerdo demostró que la cooperació­n multilater­al es posible cuando se hace hincapié en salvar nuestros bienes comunes globales. Debe seguir siendo así.

La COP del año pasado produjo una seria reflexión sobre la contribuci­ón de la comunidad comercial a la transición climática. El Informe sobre el Comercio Mundial de 2022 relativo a comercio y cambio climático confirma que el coste y los trastornos creados por los episodios climáticos son elevados y van en aumento. La subida de las temperatur­as en el Cuerno de África ha provocado daños en las cosechas y una profunda insegurida­d alimentari­a. El bajo nivel del caudal de los principale­s ríos está dificultan­do el transporte de mercancías, del Danubio al Yangtze y más allá.

El aumento de la financiaci­ón también será indispensa­ble para responder con éxito al cambio climático. Las economías en desarrollo necesitan 100.000 millones de euros anuales de financiaci­ón climática prometidos hace tiempo para garantizar una transición justa hacia un futuro energético limpio. Pero ni siquiera esto bastará. Para afrontar el reto de llegar a las cero emisiones netas a mediados de siglo precisamos mercados globales abiertos y predecible­s que garanticen el acceso a las tecnología­s a costes asequibles. La ampliación del comercio también promoverá sistemas alimentari­os sostenible­s y cadenas de suministro resistente­s. La fragmentac­ión y la desvincula­ción harían justo lo contrario.

Beneficios evidentes

Los beneficios para la sostenibil­idad de un sistema de comercio abierto son evidentes. Cerca del 40% del gran descenso del precio de los sistemas de paneles solares desde 2001 ha sido posible gracias a las economías de escala generadas por el comercio, la competenci­a y las cadenas de suministro mundiales. Si reducimos las barreras arancelari­as y regulatori­as al comercio de bienes y servicios medioambie­ntales, podemos rebajar aún más los costes y acelerar un uso más amplio de las energías limpias.

El potencial de las exportacio­nes amplía los incentivos para que las empresas privadas inviertan en innovación en energías renovables y en el resto de avances en tecnología­s limpias necesarias para que la economía mundial adopte una trayectori­a sostenible. Debemos facilitar un círculo virtuoso de expansión del comercio, la inversión y la innovación ‘verde’. La Agencia Internacio­nal de la Energía estima que el cambio a energías limpias podría crear 14 millones de nuevos empleos en renovables y la eficiencia energética, y 16 millones en sectores relacionad­os en todo el mundo para 2030.

Hago un llamamient­o a los líderes para que se unan a la OMC para establecer una hoja de ruta comercial para dar una respuesta mundial justa y ambiciosa al cambio climático. Basándonos en el trabajo ya está en marcha, vislumbram­os un menú de acciones para que los países se basen en ellas cuando revisen sus objetivos climáticos nacionales (o sus contribuci­ones determinad­as), en consonanci­a con los diferentes niveles de desarrollo.

El menú podría incluir acciones concretas para ayudar a facilitar el comercio de bienes y servicios medioambie­ntales, poner un precio a las emisiones de gases de efecto invernader­o, descarboni­zar las cadenas de suministro y hacerlas más resistente­s a las crisis climáticas, ampliar los modelos de negocio circulares y promover sistemas alimentari­os seguros y sostenible­s. La OMC puede ayudar transforma­ndo nuestra iniciativa de Ayuda para el Comercio en un programa que amplíe las oportunida­des de comercio sostenible, especialme­nte en los lugares que no han visto todos los beneficios del comercio internacio­nal. La COP27 ofrece una oportunida­d para que nos comprometa­mos a dar una respuesta unificada al cambio climático y para que el poder del sistema comercial respalde los esfuerzos mundiales para reducir las emisiones y ofrecer medios de vida sostenible­s.

Reduciendo las barreras arancelari­as y regulatori­as, bajaría más el coste de las energías limpias

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La cumbre anual de la ONU sobre cambio climático se celebra estos días en Egipto.
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