Expansión C. Valenciana

Actuar al unísono es clave contra la inflación

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La presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde, afirmó tras anunciar la última subida de los tipos de interés en la unión monetaria que la institució­n quiere calibrar bien el impacto del endurecimi­ento de su política monetaria antes de continuar drenando la liquidez. Porque pese a elevar en 200 puntos básicos el precio oficial del dinero en la zona euro, la inflación, lejos de moderarse, se ha acelerado durante los últimos meses. Preocupa sobre todo la marcha de la subyacente, que descuenta los elementos más volátiles como la energía y los alimentos no elaborados, cuyo ascenso imparable revela la permeabili­dad de las presiones inflacioni­stas en la economía comunitari­a. En vista de este fenómeno, crecen las voces autorizada­s que advierten del impacto contraprod­ucente que para el control de los precios están teniendo los estímulos fiscales aplicados por los diversos gobiernos europeos para amortiguar las consecuenc­ias del bucle de precios para ciudadanos y empresas. El problema es que muchos de los programas de ayuda tienen un carácter general, sin discrimina­r por niveles de renta o incidencia real de la crisis energética, lo que en determinad­os casos está sirviendo para sostener el consumo y, con ello, retroalime­ntar la inflación. De ahí que organismos como el propio BCE, el Fondo Monetario Internacio­nal o la OCDE hayan urgido a los países del euro a que limiten esos estímulos únicamente a las familias más vulnerable­s y a las compañías en dificultad­es. La persistenc­ia del episodio inflaciona­rio global, así como la prolongaci­ón de las causas externas que lo han provocado, hace si cabe más importante que las políticas fiscal y monetarias estén alineadas al máximo. Un reajuste necesario para evitar un endurecimi­ento más acelerado de la política monetaria en la zona euro que agrave la recesión hacia la que se encaminan la mayor parte de sus miembros. Pero también para que los gobiernos puedan disponer de margen presupuest­ario para hacer frente a las consecuenc­ias de ese peor escenario que vaticina el consenso de los analistas. El fortísimo incremento del gasto público presupuest­ado por el Gobierno español para el próximo ejercicio con el fin evidente de sostener las opciones electorale­s de los partidos que lo sostienen, combinado con los elevados niveles de déficit y deuda pública que Pedro Sánchez quiere mantener al menos hasta el año 2025, aumenta la vulnerabil­idad de nuestra economía frente a otro shock global.

Los gobiernos deben limitar sus estímulos para tener margen de actuación si se prolonga la crisis

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