Insuficiente liderazgo climático de Europa
La Unión Europea lleva años queriendo ejercer el liderazgo global en materia medioambiental. Más aún desde que el reequilibrio geopolítico derivado de la pandemia primero y, posteriormente, de la invasión rusa de Ucrania ha provocado un realineamiento de los países en bloques. Los líderes comunitarios no sólo buscan convertir a Europa en el primer continente neutral para el clima en el año 2050 y reducir el 55% de sus emisiones contaminantes para 2030. También aspiran a convencer a las grandes potencias contaminantes para que sigan sus pasos. Lo cual explica el ahínco puesto por la delegación europea para evitar el fracaso de la cumbre anual sobre cambio climático de la ONU celebrada en Sharm El-Sheikh, que amenazó con abandonar la reunión si se renunciaba al objetivo de limitar el calentamiento del planeta a 1,5º Celsius. Es cierto que los organizadores eran conscientes de que, en plena crisis energética y alimentaria, que ha provocado un nuevo aumento de las emisiones globales por el mayor uso de combustibles fósiles, las dificultades para lograr avances reales eran mayores que el año pasado en Glasgow. Pero la UE está lejos de ejercer un liderazgo decisivo en materia de sostenibilidad, como demuestra la indefinición del acuerdo de mínimos para crear un fondo que compense a los países más perjudicados por el cambio climático –que se nutrirá con aportaciones voluntarias de las potencias contaminantes a concretar en próximas cumbres–, la falta de nuevos compromisos para reducir las emisiones dañinas a corto plazo, o que Estados Unidos y China vuelvan a negociar sobre el clima al margen de Europa.