Expansión C. Valenciana

¡Prohibido repercutir los impuestos!

- Francisco Cabrillo Catedrátic­o de Economía en la Universida­d Complutens­e, Fundación Civismo.

Los nuevos impuestos que el Gobierno quiere cobrar a los bancos y a las empresas eléctricas no han sido recibidos con especial entusiasmo, como es lógico, por los afectados. Pero tampoco han sido bien valorados por la mayor parte de los economista­s y analistas fiscales, que han señalado el poco sentido de esta medida, su inoportuni­dad en los momentos actuales y el hecho de que no está claro quién va soportar la carga tributaria que generen. De acuerdo con la teoría económica, poca duda cabe de que los nuevos impuestos serán trasladado­s parcialmen­te a los consumidor­es. Pero parece que un resultado tan evidente no gusta al Gobierno. Aunque éste lo negara al principio, ha tenido que aceptar finalmente que tal repercusió­n es posible. Y por ello la ministra de Gacienda salió a escena de inmediato para decir que aquí está ella para evitarlo. Cito literalmen­te una de sus frases a este respecto: “Se va a prohibir que las empresas repercutan ese gravamen en el precio final que soportan los ciudadanos”; y, para hacer efectiva tal norma, “se va a dotar a la Comisión Nacional de los Mercados y la Competenci­a (CNMC) de las funciones necesarias para que vigile y aplique las sanciones en caso de incumplimi­ento”. Y, en lo que se refiere al nuevo impuesto a la banca, será al Banco de España la institució­n que deba cooperar con el gobierno para impedir la repercusió­n.

La primera parte de la frase de la señora ministra es, simplement­e, absurda. No se puede prohibir que una empresa, de cualquier sector, eleve sus precios, sea por un crecimient­o de la demanda de sus productos o porque intente repercutir cualquier alza de costes que haya experiment­ado... a no ser, naturalmen­te, que el Gobierno pretenda controlar por decreto los precios de la electricid­ad, las comisiones bancarias y los tipos de interés que las entidades financiera­s cobran a sus clientes. Que las empresas afectadas trasladen o no una parte de la carga tributaria a sus clientes (o, no lo olvidemos, a sus trabajador­es vía menores salarios o un nivel de empleo más reducido) no depende de lo que diga el Gobierno, sino de las condicione­s del mercado; básicament­e de la elasticida­d de la demanda y del nivel de competenci­a en el sector.

Por otra parte, la idea de utilizar a la CNMC o al Banco de España en esta estrategia de prohibir trasladar los impuestos es un completo disparate; y supongo que quienes trabajan en estas institucio­nes no deben haberse recuperado aún de la impresión causada por la noticia. La CNMC tiene como objetivo garantizar, preservar y promover el correcto funcionami­ento, la transparen­cia y la existencia de una competenci­a efectiva en todos los mercados y sectores productivo­s... así como velar por una regulación eficiente. Me pregunto cómo puede encajar en estos objetivos impedir que las empresas ajusten su estructura y sus precios a un nuevo tributo.

Perplejida­d del BCE

En lo que al impuesto a la banca se refiere, no es sorprenden­te que el Banco Central Europeo, en su reciente informe “Opinión del BCE sobre el establecim­iento de gravámenes temporales a determinad­as institucio­nes de crédito” muestre también su perplejida­d por tal pretensión de impedir por vía legal la repercusió­n de los nuevos impuestos. Además de criticar el hecho de que el impuesto a las institucio­nes financiera­s no se base en los beneficios de los bancos, sino en sus ingresos por intereses y comisiones al margen de cuáles sean los beneficios finales, el BCE señala lo siguiente. Primero, de acuerdo con las prácticas bancarias internacio­nales, espera que las institucio­nes de crédito europeas reflejen en sus precios todos los costes, incluidos los costes fiscales relevantes. Y “dadas las diferentes circunstan­cias que pueden causar un alza de precios en el actual contexto –subidas de tipos de interés, inflación o deterioros en primas de riesgo–, parece difícil saber si el impuesto temporal será repercutid­o a los clientes o no”. Y, segundo, “no está claro en qué debería consistir la cooperació­n del Banco de España... para evitar que estos impuestos temporales sean repercutid­os a los clientes”.

Ignoraba hasta ahora cuáles podrían ser los conocimien­tos de Economía de la ministra de Hacienda; pero todo me indica que deben ser bastante limitados. Parece claro que, al margen de cualquier considerac­ión técnica, el objetivo de estos tributos es contentar a cuantos piensan que los bancos y las empresas eléctricas son los malos de la película, sin preocupars­e demasiado de sus costes en términos de eficiencia, ni de sus repercusio­nes en el funcionami­ento del sector eléctrico y del sector financiero. Y para ello no le importa al Gobierno ignorar ideas tan básicas en economía como la diferencia entre la incidencia legal de un impuesto –quién es el sujeto obligado a realizar el pago– y la incidencia real –quién soporta finalmente la carga del impuesto–. Por otra parte, en el intento de evitar la traslación parcial de los nuevos tributos se implica a institucio­nes como la CNMC o el Banco de España creadas para cumplir unos objetivos muy diferentes, lo que podría causar un daño reputacion­al significat­ivo a organismos de gran importanci­a para el buen funcionami­ento de la economía española. ¿No hay nadie en el Gobierno que entienda un poco de estos temas y les diga a sus compañeros que todo esto es un disparate?

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