El fango llega a la campaña de las elecciones europeas
El histriónico acto de Vox el domingo pasado en Madrid ha llenado de fango el inicio de la precampaña electoral al Parlamento Europeo. El duro e impresentable ataque del presidente de Argentina, Javier Milei, a Pedro Sánchez y su esposa, a la que acusó de corrupta, junto a las afirmaciones de Santiago Abascal de “echar a gorrazos” al líder socialista, han sobrepasado todos los límites de los ataques políticos durante una campaña y han elevado el nivel de crispación en nuestro país.
Es cierto que el que siembra truenos recoge tempestades. Pero las acusaciones del ministro de Transportes español, Oscar Puente, que insinuó que Milei tomaba drogas, jaleado por varias ministras del Gobierno, no justifica la venganza en frío del líder extremista argentino o la incitación a la violencia del de Vox. El reciente atentado contra el primer ministro de Eslovaquia, y otras agresiones a líderes políticos en los últimos meses, debería servir de aviso a navegantes para frenar la violencia verbal y física que inunda el panorama europeo.
Las elecciones al Parlamento Europeo del próximo 9 de junio son probablemente las más importantes de la historia reciente de la Unión Europea. El club de los 27 se juega su futuro, en un mundo sembrado de guerras cruentas y con la UE a la baja en la pugna entre bloques. Las políticas de defensa, exteriores, economía, inmigración y el propio Estado del bienestar deberán ajustarse en los próximos meses y la influencia creciente de los grupos de extrema derecha, extrema izquierda y nacionalistas pueden poner en peligro el rumbo de la vieja Europa. Desde 2004, en que el Partido Popular Europeo y los socialistas ocupaban más de dos tercios de la Cámara Europea, su nivel de influencia ha ido cayendo de forma notable, hasta quedar por debajo del 50% en las elecciones de 2019. Si se mantiene la tendencia, será muy difícil mantener el espíritu que hizo grande a la UE.
Plebiscito
En España, la campaña se está planteando como un auténtico plebiscito para Pedro Sánchez, que ha vuelto a demostrar que sabe surfear la ola política como nadie. El éxito del PSC en las elecciones catalanas, unido a la ofensiva contra él de la extrema derecha, le ha hecho crecerse y está centrando la campaña en “frenar la ola reaccionaria” en el continente. El espectáculo del domingo en Vista Alegre le ha servido para consolidar su estrategia, como lo demostró ayer mismo en un acto económico en Madrid que acabó convertido en un mitin político.
Como ya sucedió en las generales del 23 de julio de 2023, la agresividad de Vox y la falta de respuesta del PP, están siendo utilizadas por el líder socialista para movilizar a sus bases en unos comicios tradicionalmente caracterizados por la baja participación. Sánchez intenta frenar el ascenso que otorgan las encuestas al partido de Alberto Núñez Feijóo, erigiéndose como el gran enemigo de la extrema derecha y de la utilización de bulos contra él y su familia, que él ya bautizó como la “maquina del fango”. Milei y Abascal le han dado nuevas armas para su campaña.
Por su parte, los populares empiezan a temer que el renacer del PSOE en Cataluña pueda hacerles daño también en Bruselas. Las últimas encuestas le auguran pasar de 13 a 23 escaños en el Parlamento Europeo (un 33,5% de los votos), pero los veinte días que quedan para acudir a las urnas se les pueden hacer muy largos frente a unos socialistas que aguantan con 20 sillones (el 30,1% de los votos), frente a los 21 de 2019. Como el PSOE, el PP ha puesto en marcha una ofensiva para movilizar a sus votantes, ciudad a ciudad, pueblo a pueblo.
Feijóo insiste en sus mensajes de acabar con el sanchismo, aunque los disfrace con la idea de iniciar una nueva era política en España. La Ley de Amnistía y los continuos incumplimientos de la palabra dada del líder socialista estarán en el centro de sus mítines. El próximo domingo pretende llevar a cientos de miles de españoles en una manifestación en el centro de Madrid contra la medida de gracia contra los golpistas catalanes. Habrá que ver si esa ofensiva consigue movilizar dos semanas después a sus votantes en la urnas.
A su derecha, Vox se mantiene firme con una estrategia durísima y radical contra el socialismo, las políticas de inmigración y de seguridad en Europa. Algo que ya le dio muy buenos resultados en Cataluña. Las encuestas le dan un 12,6% de los votos y le sitúan en tercer lugar del podio, pasando de 4 escaños en 2019 a 8 en estas elecciones. Lo mismo sucede con otros partidos de extrema derecha en Italia, Alemania, Hungría e incluso Francia. Entre los grupos a la izquierda del PSOE, la división sigue castigando a Sumar y Podemos, que perderían un sillón en el Parlamento Europeo si se cumplen las encuestas. Por su parte, Ahora República (el grupo de forman ERC, EH Bildu, BNG y Ara Mes), adelanta a Junts, que se quedaría con un solo escaño. Ciudadanos, que ocupó la tercera plaza en 2019, desaparece del mapa político europeo. Como viene sucediendo en las últimas campañas a las elecciones municipales, autonómicas y generales en España, se echan de menos las propuestas para solucionar los problemas reales de los ciudadanos. Los líderes prefieren el ataque al contrincante y las llamadas a votar para acabar con ellos. Con esos mimbres es muy difícil que se recupere el espíritu de consenso de la transición.