100.000 carteles de ‘se vende’ menos en un año
La evolución de la oferta de vivienda en venta desde el estallido del Covid ha tenido sus altibajos. Curiosamente, los dos imprevistos sucedidos desde entonces, primero la pandemia y posteriormente la guerra en Ucrania, han tenido efectos contrapuestos en la disponibilidad de vivienda para comprar. Después del confinamiento en marzo de 2020, las compraventas alcanzaron las cotas más bajas en casi una década, por lo que el mercado fue acumulando oferta. De este modo, se produjo un crecimiento del stock disponible, superando las 760.000 viviendas, un hito también alcanzado en julio del año pasado.
Por contra, desde febrero de este año, cuando estalló la guerra en Ucrania, el stock, con la excepción de meses puntuales, comenzó su caída libre, aunque pueda resultar paradójico. Esto se debió a que una de las consecuencias del Covid fue un aumento de los ahorros familiares, que empezaron a destinar a la inversión en vivienda. Por eso la primera mitad de 2022 registró un número de operaciones inédito desde la crisis del ladrillo de los 2000. Frente a esto, el mercado de segunda mano no ha podido aguantar el ritmo, mientras que el de obra nueva todavía está despertando del letargo de los últimos años. El resultado es notable, por la dimensión de la bajada. En julio de este año, pese a una pequeña recuperación que sólo se consiguió mantener en junio, el mercado de vivienda a la venta acumulaba 661.344 unidades. Es decir, que había 100.000 viviendas menos a la venta en julio que el mismo mes del pasado año.
“El stock desde marzo de 2021 no ha hecho más que bajar”, asegura Alejandro Bermúdez, CEO de Atlas Real Estate Analytics, “pero si en venta ha disminuido, en alquiler todavía lo ha hecho más, en torno a un 50% de lo que había hace un año y medio. Es una bajada tremenda”. Pese a los dientes de sierra producidos en 2021, la tendencia a la baja es muy clara.