“El proceso de creación de una banda sonora es casi febril”
Compositor de cabecera de Guillermo del Toro o Juan Antonio Bayona.
Fernando Velázquez (Getxo, Vizcaya, 1976) reconoce que el proceso de crear una banda sonora “comienza con dolor”, pero añade: “Si todo va bien, acaba en gozo”. Compositor de cabecera de Guillermo del Toro o Juan Antonio Bayona, Velázquez es autor de algunas de las bandas sonoras más reconocibles. Desde Un monstruo viene a verme (por la que recibió un Goya en 2017) hasta Ocho apellidos vascos, La cumbre escarlata, Los ojos de Julia, Lo imposible o El guardián invisible. También, de la serie Patria o de la obra de teatro El Golem de Juan Mayorga y Alfredo Sanzol. La lista es interminable, pero eso no impide que Velázquez siga sintiendo el mismo respeto a la hoja en blanco que tenía en sus inicios. “Me resulta aterrador. Las posibilidades son infinitas, pero hay que decidirse por una. Ese proceso de decantación de ideas suele ser bastante tortuoso. Una vez que encontramos el hilo del que tirar para completar la banda sonora es apasionante y a veces, casi febril”, asegura Velázquez, que verá cómo llegan a las salas este octubre dos de sus últimos trabajos, Los renglones torcidos de Dios y El Vasco.
El compositor y director de orquesta, que ofrecerá el lunes una charla en el Club Matador bajo el título El arte de la banda sonora, define que ésta puede ser “la ética de una historia porque nos suele decir, de una manera no consciente, qué tenemos que pensar de lo que estamos viendo. Desde esa perspectiva puede convertirse en el elemento de manipulación más potente que tiene el lenguaje dramático, ya sea en el cine o en el teatro. La música juega con resortes que van a lo más profundo del cerebro y del corazón”, reconoce con cierta responsabilidad sobre una manipulación que ejerce en el espectador, y añade: “La música siempre tiene razón o se la damos de manera involuntaria, por eso hay que emplear bien ese poder para contar la historia tal y como queremos. Lo importante es que el público piense que ese rato que nos ha dedicado le ha merecido la pena, para reír, para pensar, para llorar o para enfadarse. La contribución de la música puede ser más o menos evipalabra
En octubre, llegan a los cines dos de sus últimos trabajos: ‘Los renglones torcidos de Dios’ y ‘El Vasco’
“La música juega con resortes que van a lo más profundo del cerebro y el corazón”
dente, pero lo importante es que las obras signifiquen algo para quien las recibe”.
Y es que Velázquez tiene claro que es el espectador el que tiene la última y que es a él al que se debe la industria. “Parece que la música más memorable, emocional o melódica ha quedado un poco relegada porque hay muchas maneras diferentes de contar las historias que han ganado protagonismo. Hay cierta tendencia a lo atmosférico y textural, como en el caso de Dune en la que, sin recurrir a melodías reconocibles, Hans Zimmer crea una obra maestra. Si hay algo bueno que tiene este mundo líquido y globalizado, es que cualquier tendencia puede ser empleada si contribuye a contar una historia. Lo que sí es importante es la inspiración y la genialidad, y esa viene desde muchos estilos”, concluye Velázquez.