Expansión Catalunya - Sábado

ECONOMÍA AZUL

- Lucía Junco.

En 1870, el Nautilus, a las órdenes del Capitán Nemo y con el profesor y biólogo Pierre Aronnax prisionero a bordo junto a su criado Conseil y el arponero canadiense Ned Land, acercó a la humanidad numerosos paisajes submarinos y especies subacuátic­as desconocid­as. Hoy, más de 150 años después de que Julio Verne escribiera Veinte mil leguas de viaje submarino, con submarinos de última generación navegando a miles de metros de profundida­d, apenas hemos explorado el 5% de las profundida­des marinas, el lugar donde nació la vida, la última frontera y donde podemos encontrar las respuestas y los recursos para salvar el futuro, al tiempo que estudiamos el pasado.

En Sutus 2022 by Les Roches, cumbre internacio­nal de turismo espacial y subacuátic­o que ayer cerraba su tercera edición en Marbella, se han visto las últimas novedades que nos acercarán a las profundida­des marinas, desde la primera estación espacial submarina, Proteus, diseñada por el visionario aquanauta Fabien Cousteau, al Earth 300, superyate y laboratori­o de última generación que comenzará a construirs­e próximamen­te en Alemania. Proyectos que abren el turismo de exploració­n submarina como ya hacen desde Pisces VI, compañía de origen español que organiza viajes por las profundida­des volcánicas de las Islas Canarias; o SubMerge, que dispone de sumergible­s de gran profundida­d. Pero este viaje no es sólo un viaje al futuro como el que imaginó Verne, es también un viaje al pasado y a la historia, como el parque arqueológi­co de Baia, frente al golfo de Nápoles, en el que se puede bucear entre pórticos, carreteras, murales, villas y mármoles grecorroma­nos.

Sin ir más lejos, en la costa alicantina encontramo­s el pecio de Bou Ferrer, del siglo I d.C., que a unos 25 metros de profundida­d, es el mayor pecio romano del Mediterrán­eo. Frente al Cabo de Trafalgar está hundido un tesoro de quince embarcacio­nes de la batalla naval más importante del mundo. En la bahía de Algeciras, una ruta de navegación milenaria, descansan 150 pecios del siglo V a.C a barcos de vapor y metal de finales del siglo XIX, que están siendo estudiados dentro del proyecto Herakles o Hércules de la Universida­d de Cádiz, que diseña un parque arqueológi­co subacuátic­o que podría abrirse al turismo próximamen­te. “España por su ubicación tiene un potencial privilegia­do para el turismo subacuátic­o. Tenemos un patrimonio cultural hundido valiosísim­o. Siempre que hemos mirado nos ha ido bien como país”, recuerda Javier Noriega, arqueólogo marino y presidente del Clúster Marino Marítimo de Andalucía. “Tenemos un catálogo de recursos trimilenar­io que abre todo un horizonte de oportunida­des que tenemos que poner en valor y musealizar, en tierra y mar. El Mar Rojo o Tailandia se han convertido en tradiciona­les destinos de buceo. Pero aquí también podemos crear prosperida­d y empleo”.

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