Expansión Catalunya - Sábado

“Hay que vender verdad”

- Nerea Serrano.

Que un palentino se instalara en Guadalajar­a en 1998 para hacer vino a mil metros de altitud causó recelo. Los que le tomaron por loco, hoy aplauden una bodega posicionad­a en lo más alto.“Al éxito todo el mundo se apunta, el fracaso es huérfano”.

Se dice que el primer vino que llegó a América era de Cogolludo. Al parecer, Colón eligió los de esta villa de Guadalajar­a por su gran relación con los Medinaceli. José Manuel Fuentes (Cisneros, Palencia, 1946) hizo otro descubrimi­ento allí: un viñedo a mil metros de altitud. Aunque la gesta de 1492 es incomparab­le, la de este empresario, en 1998, también cambió la historia... del vino. “Se comenzaba a hablar del cambio climático y esta localizaci­ón, la más alta de una bodega de aquí al norte de Europa, ofrecía una temperatur­a perfecta. La uva tiene todo el verano para hacerse porque no se superan los 35 grados y por la noche hay bastante oscilación térmica”. Aun así, le tacharon de loco, como cuando Colón ofreció su travesía al reino de Portugal antes que a España y fue rechazado. “La gente se echaba las manos a la cabeza porque, además, no había datos sobre el potencial vitiviníco­la del terreno, pero yo sentía la necesidad de volver al campo y creía en el proyecto. Empezamos poco a poco, con una hectárea [ahora tienen 45] y con riesgos calculados porque no puedes olvidarte de que es un negocio”.

– Trabajaba en Madrid en su propia empresa de consultorí­a, ¿por qué ‘dar el salto’ al viñedo?

En mi infancia en Cisneros éramos mil habitantes y mil hectáreas de viñas, así que el vino forma parte de mí desde niño. Es un mundo que tiene mucha magia y a los 51 años sentí la necesidad de tener un proyecto propio y volver a mis recuerdos. Como decía Pitágoras, la verdadera felicidad consiste en ser capaz de juntar el final con el principio.

– A Pitágoras no le gustaban las habas porque decía que se parecían a las puertas del Hades, el mundo de los muertos. ¿Del sector del vino es difícil salir vivo si no estás en una gran denominaci­ón?

Todo lo que no empezaba por R (Rioja, Ribera, Rueda...) no tenía cabida y hubo que trabajar duro para dar a conocer nuestros vinos. Hay gente que tiene dinero y se lanza a poner una bodega, es muy bonito y tiene glamour, pero luego está el señor mercado y hay que saber llegar a él y tener un buen modelo de negocio. La clave de un vino es venderlo.

– Su vendimia es manual y se califica como heroica por la peculiarid­ad del terreno y la altitud. ¿Este año lo ha sido más que nunca?

Ayer terminamos de recoger la uva. Éste ha sido un año atípico, en el que no sabíamos exactament­e cuándo sería la vendimia porque ha habido una ola de calor larguísima. Hemos tenido incertidum­bre.

– ¿Le preocupa la que rodea al próximo invierno?

Decía un sabio que se había pasado la vida preocupado por cosas que no pasaron o que apenas le afectaron. Tendemos a exagerar, para bien y para mal.

– Para exagerada la subida del precio de la energía o del corcho. ¿Cómo lo han afrontado?

O de la mano de obra... Una pequeña parte hay que repercutir­la en el precio del vino. Es inevitable.

– A sus clientes la inflación les da menos resaca...

Tenemos precios medios-altos y no somos un producto de primera necesidad donde se mira más el ahorro, sino uno dirigido a las ocasiones. Soy optimista por naturaleza,

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