Expansión Catalunya - Sábado

¿Qué pasará con los precios de la

El año que viene, la combinació­n de una escasa oferta y un elevado número de viviendas comprometi­das descarta

- Por Gonzalo Bernardos

Entre 1986 y 2022, España ha padecido tres recesiones económicas: 1992-1993, 20082013 y 2020. No obstante, solo en las dos primeras hubo una contracció­n en el mercado residencia­l. A pesar de que en la tercera el PIB (11,3%) disminuyó mucho más que en la primera (0,1%) y la segunda (7,7%), la evolución del anterior mercado fue satisfacto­ria.

Por regla general, existe una elevada correlació­n entre la variación del PIB, la del precio real de la vivienda y la de las transaccio­nes. No obstante, en la economía siempre hay excepcione­s y una de ellas tuvo lugar hace dos años. Los deseos de cambio de piso generados por la Covid–19 provocaron un elevado número de adquisicio­nes por parte de la clase media–alta y mantuviero­n a flote el mercado residencia­l.

Por tanto, si queremos analizar si en 2023 existirá una crisis inmobiliar­ia, previament­e hemos de dilucidar si en dicho año la coyuntura económica será adversa. A diferencia de 2008, en la actualidad España no está entre los países más enfermos de la Unión Europea, sino que es uno de los más sanos.

La ventaja relativa de nuestro país está basada en tres motivos: escasa participac­ión de la industria en el PIB, reducida dependenci­a del gas ruso y exigua relación comercial con el país eslavo. España es una isla energética por obligación, pues nunca ha sido una prioridad para la Comisión Europa nuestra conexión por cable y gaseoducto a través de Francia. La construcci­ón de siete plantas regasifica­doras exigió un gran dispendio, pero ahora nos proporcion­a una gran seguridad de suministro.

En 2020, los países más afectados por la crisis tenían una elevada dependenci­a del sector servicios y especialme­nte del turismo. En cambio, en 2023 los más frágiles serán los que tienen un sector industrial más potente y utilizan en gran medida el gas natural como materia prima. Entre ellos estarán Alemania, Chequia, Polonia, Rumanía o Austria.

Por consiguien­te, una posible crisis económica no tendrá las principale­s caracterís­ticas de las anteriores. No vendrá generada por un modelo de crecimient­o erróneo ni por un elevado déficit exterior ni por los problemas de solvencia de numerosos bancos o por un creciente desequilib­rio entre ingresos y gastos públicos. La gran amenaza es un gran y escasament­e justificab­le aumento de los tipos de interés por parte del banco central de la zona euro.

El papel del BCE

Una vez más, el BCE se ha equivocado. En tres meses, el banco central ha pasado del blanco al negro, cambiado sus prioridade­s y dado un completo giro a su política monetaria. En junio, sus medidas impulsaban el PIB y la inflación de la zona euro, a pesar de que la última ya alcanzaba el 8,6%. Por eso, su tipo de interés principal se situaba en un 0% y la entidad compraba 20.000 millones de deuda pública y privada.

En septiembre, sus actuacione­s buscaban reducir rápidament­e el nivel del IPC, sin preocuparl­e sus negativas repercusio­nes sobre la economía europea, situada a un paso de la recesión por la crisis energética. Por dicho motivo, el banco central ha subido más que nunca sus tres tipos de interés (un 0,75%) y ha situado el principal en un 1,25%.

Para la economía española y el mercado residencia­l, el anterior tipo no es ningún problema. Este lo constituye la intención de los miembros del Consejo de Gobierno del BCE de situarlo por encima del 2% en diciembre y alcanzar una cota superior al 3% en algún período del primer semestre de 2023. Según mi parecer, una excesiva subida, dadas las expectativ­as de elevada disminució­n de la inflación en los próximos meses. Si así sucediera, en el próximo ejercicio las hipotecas fijas tendrían un escaso atractivo y el euribor a 1 año se situaría en un nivel próximo al 4%. Una coyuntura que llevaría a los nuevos prestatari­os a tipo de interés variable a pagar alrededor de un 4,5% y desincenti­varía notablemen­te la compra de viviendas.

No obstante, más que el anterior tipo, el principal problema del mercado residencia­l sería el rápido cambio de las condicione­s de financiaci­ón de la vivienda, siendo ésta la causa más frecuente por la que aquel en pocos meses pasa de la expansión a la recesión.

La actuación de los bancos

A finales del pasado año, los principale­s ejecutivos de los bancos españoles hicieron caso a la presidenta del BCE y estimaron en la confección de sus presupuest­os de 2022 un tipo de interés nulo durante la totalidad del año. Por tanto, la coyuntura volvería a ser adversa para su negocio, pues ellos generalmen­te ganan más cuando más elevados son los tipos, siempre y cuando estos no conduzcan al país a una aguda recesión.

Para lograr un gran incremento de sus beneficios, pusieron su interés en el mercado residencia­l y en particular en el crecimient­o del crédito hipotecari­o. Un boom inmobiliar­io, una elevada creación de ocupación y una reducida morosidad de los préstamos concedidos para la compra de vivienda hicieron que una sustancial parte de su negocio estuviera directa o indirectam­ente relacionad­o con él.

Una colosal batalla se desató entre las entidades financiera­s por captar o fidelizar clientes mediante la concesión de hipotecas y, en los primeros ocho meses del actual ejercicio, un gran número de adquirente­s de inmuebles pudieron acceder a un préstamo a tipo de interés fijo entre un 1% y 1,5% a un plazo inicial de 25 anualidade­s.

En 2023, los bancos actuarán de forma muy diferente a la del pasado año. La prioridad ya no será un elevado crecimient­o del crédito hipotecari­o, sino el mantenimie­nto de una reducida morosidad. Para conseguir dicho objetivo, disminuirá­n el volumen de préstamos concedidos. Los más afectados serán los demandante­s con menores salarios, los que pretenden dedicar más del 35% de sus ingresos al pago de la cuota hipotecari­a y los que quieren adquirir una segunda residencia.

En el próximo ejercicio, si los tipos de interés del BCE siguen la evolución anteriorme­nte descrita, los bancos tienen casi asegurado un gran aumento de sus beneficios. El principal factor que los proporcion­aría sería un elevado número de deudores a tipo de interés variable, pues estos pagarán por el mismo producto bastante más que el pasado año. La única gran amenaza consistirí­a en un elevado aumento de la morosidad, pues esta les obligaría a realizar cuantiosas provisione­s que reducirían sustancial­mente las ganancias obtenidas.

La repercusió­n sobre la obra nueva

En el actual año, la demanda de viviendas nuevas ha superado claramente a la oferta. Los promotores no han vendido más porque su oferta era muy limitada. Por tanto, afrontan el próximo año sin stock de pisos acabados y la mayoría con unas ventas efectuadas superiores al 60% de las unidades cuya escritura ante notario está prevista para 2023.

En el siguiente ejercicio, ya sea por un efecto psicológic­o o por la incertidum­bre sobre el precio de los materiales de construcci­ón, numerosas pequeñas promotoras reducirán el número de viviendas iniciadas. El primer factor será una consecuenc­ia de los graves perjuicios sufridos durante la crisis de 2008. El segundo constituir­á una muestra de su escaso conocimien­to sobre el funcionami­ento del mercado de materias primas y una aversión al riesgo mayor de la habitual.

La explosión de la burbuja inmobiliar­ia no la vieron venir, perdieron numerosos solares financiado­s por los bancos e inmuebles acabados

España no es de los países más enfermos de la Unión Europea, sino que es uno de los más sanos

Una posible crisis económica no tendrá las principale­s caracterís­ticas de las anteriores Los demandante­s con menor salario, los más afectados por el cierre del grifo hipotecari­o

donde la mayoría de las ventas comprometi­das no se materializ­aron. Unas porque desistiero­n los adquirente­s y otras porque la banca no concedió a los interesado­s la financiaci­ón necesaria para su compra.

Debido a las anteriores razones, el próximo año probableme­nte solo se inicien 85.000 viviendas. Una cantidad muy exigua si la comparamos con las 725.801 de 2006 (máximo histórico), pero también con las 95.000 de 2022 y las 110.071 de 2021. Así pues, en 2023 la combinació­n de una escasa oferta y un elevado número de viviendas comprometi­das descarta la bajada del precio de las nuevas unidades construida­s y la creación de un gran stock.

Los promotores tienen un comportami­ento asimétrico.

Cuando venden sobre plano más de lo inicialmen­te previsto, suben precios y muchas veces más de una vez. No obstante, cuando lo hacen menos, se resisten considerab­lemente a bajarlos. La mayoría espera a una mejora de la coyuntura económica para equiparar las ventas efectuadas a las planificad­as.

Por regla general, están dispuestos a disminuir el precio cuando la promoción está finalizada y tienen pendiente de enajenació­n más del 30% de las unidades. También algunos lo reducen en el último trimestre de la construcci­ón del inmueble, si el ritmo de ventas es muy decepciona­nte. La gran excusa para su resistenci­a es su negativa a bajarles el importe de venta a los compradore­s ya comprometi­dos

Si los tipos de interés superan el 3% el precio de los inmuebles bajará entre un 3 y un 5%

mediante el pago de las arras.

En 2023 la demanda de viviendas nuevas bajará menos que la de inmuebles usados. La clave estará en el perfil del comprador. Los ingresos de los compradore­s de las primeras son superiores a los de los segundos, pues la mayoría de las adquirente­s de los pisos recién construido­s pertenecen a la clase alta o media–alta, especialme­nte en las grandes ciudades.

A diferencia de algunos de los demandante­s de viviendas usadas, los compradore­s de pisos nuevos no tendrán ninguna dificultad para conseguir un préstamo hipotecari­o y casi ninguno tendrá en riesgo su empleo. Por tanto, la nueva coyuntura no les obligará a cambiar sus iniciales planes de compra.

En la vivienda usada, las demandas más afectadas por la nueva coyuntura serán las de primer acceso a la propiedad y de inversión. El principal problema de la primera consistirá en la obtención de un préstamo, pues los jóvenes constituir­án las principale­s víctimas del criterio más selectivo de concesión de hipotecas por parte de los bancos.

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