La inflación deja sin fuelle a la economía
La huida hacia delante del Gobierno para no asumir el frenazo de la economía española ha llegado a su fin. El mínimo avance del PIB en el tercer trimestre de dos décimas pese al fuerte tirón de la demanda turística y la gran creación de empleo público disipa las esperanzas de que nuestro país pudiera ser inmune al frenazo de la economía europea. La elevada inflación y el menor crecimiento de las exportaciones por el deterioro de la competitividad inducido por el fuerte alza de los costes de producción, así como la declinante demanda exterior por la debilidad de los socios europeos, dejó sin fuelle a una economía que durante el trimestre anterior había sido capaz de resistir las consecuencias de la espiral inflacionista acentuada por la invasión rusa de Ucrania. El consumo de los hogares mantuvo el dinamismo al crecer un 1,1%, impulsado aún por el ahorro acumulado durante la pandemia, pero este avance fue la mitad del registrado en el verano de 2021. Algo parecido ocurrió con la inversión empresarial, cuyo avance del 0,6% fue dos puntos menor al del trimestre previo. Con todo ello, el espejismo en que el Ministerio de Hacienda basó los
Presupuestos Generales del Estado para 2023 –que la economía española crecería con fuerza este año y el próximo pese a la recesión de la zona euro– para justificar unas previsiones de ingresos claramente infladas se ha diluido en tiempo récord. La rebaja generalizada de las perspectivas de la mayoría de los organismos económicos para 2023, que Moncloa refuta con base en un optimismo infundado, se está viendo ratificada por el rápido deterioro de la coyuntura. Tampoco la moderación de los precios cumple la pauta deseada por el Ejecutivo. Aunque la subida del 7,3% del índice general es la menos intensa desde enero gracias al abaratamiento de la luz y el gas, la persistencia de la inflación subyacente –que descuenta los elementos más volátiles como la energía y los alimentos– en el 6,2% consolida la prolongación de las tensiones inflacionistas. Lo cual podría quebrar la resistencia de la demanda privada al bucle de precios y derivar en un descenso del PIB en el último trimestre del año como apuntan ya varios analistas. Se hace necesario que el Ejecutivo dé una respuesta pragmática a este drástico cambio del escenario, reajustando sus previsiones de gasto para el próximo ejercicio y reorientando su política fiscal en aras de no deprimir más tanto la inversión empresarial como la creación de empleo.
El espejismo en el que Hacienda basó los Presupuestos de 2023 se ha diluido en tiempo récord