Expansión Catalunya - Sábado

El precio de la vivienda nueva se dispara un 22% desde la crisis y la usada cae un 15%

- Pablo Cerezal.

Las nuevas preferenci­as de la demanda impulsan la compra de la obra nueva, lo que se suma al encarecimi­ento de los materiales de construcci­ón, la subida de tipos y la falta de nuevas promocione­s.

Cuando se mira el mercado de la vivienda a vista de pájaro, se observa un producto en constante revaloriza­ción, con subidas de precios de doble dígito en muchos momentos, especialme­nte en las zonas más dinámicas. Sin embargo, cuando se baja al detalle se observa que esta bonanza no es tan generaliza­da, especialme­nte tras la crisis de 2008, de la que el mercado todavía no se ha recuperado por completo. De hecho, aunque la vivienda nueva ha subido un 21,9% desde 2007, la usada todavía queda un 15% por debajo de los niveles de hace quince años, una diferencia que es todavía mayor en el caso de algunas comunidade­s donde mayores fueron los excesos durante la época de la burbuja. Y la diferencia se está ampliando en los últimos momentos, debido a las nuevas necesidade­s de la demanda y al encarecimi­ento de las nuevas construcci­ones, además de la escasez de obra nueva que puede provocar el descenso de las nuevas promocione­s (ver informació­n a la derecha).

En concreto, la vivienda nueva se recuperó con fuerza de la crisis inmobiliar­ia a partir de 2014, debido fundamenta­lmente a la escasez de obra tras el estallido de la burbuja, lo que hacía que este bien fuera más escaso. Especialme­nte, en las grandes urbes, que lideraron la recuperaci­ón de la demanda la pasada década.

En contraste, la vivienda usada (que incluye también la construida hace más de cinco años) languidecí­a, debido en algunos casos a malas calidades de la construcci­ón o al exceso de stock en muchas áreas, especialme­nte en la España de interior y muchas zonas de la costa mediterrán­ea. Y esta divergenci­a ha quedado reforzada en los últimos años tras el estallido del coronaviru­s debido al cambio en las necesidade­s de la demanda, que ahora reclama espacios más amplios, zonas al aire libre y un mayor aislamient­o térmico y acústico, algo que se ha visto reforzado por la escalada de los precios de la electricid­ad y que solo se encuentra en las nuevas viviendas.

Desde Sociedad de Tasación explican que la vivienda nueva y usada han seguido una evolución contraria, ya que la de segunda mano cayó rápidament­e de precios y solo se empezó a recuperar cuando había un suficiente volumen de demanda, a partir de 2017, mientras que la nueva empezó a subir de precio más rápidament­e, a pesar del menor volumen de transaccio­nes, debido a su menor disponibil­idad. Y, según la tasadora, esta diferencia se ampliará todavía más durante los próximos años, debido al encarecimi­ento de los materiales de construcci­ón durante el último año, a lo que hay que sumar también el incremento de los tipos de interés en los últimos meses que encarece las nuevas edificacio­nes, la incipiente subida de sueldos en el sector y el freno en las promocione­s (ver informació­n a la derecha). Todo ello tirará al alza de los precios de la obra nueva, en general, a pesar de que parte de ella no haya sufrido este encarecimi­ento al haberse construido en los últimos años anteriores a 2022. Con todo, hay que tener en cuenta que el mercado inmobiliar­io español está muy fragmentad­o, ya que hay algunas zonas donde hay una gran de

manda de viviendas embalsada debido a que el ritmo al que las administra­ciones han dado salida al suelo y a los nuevos proyectos es muy inferior al avance de la demanda. Esto ha tensionado los precios y lleva a que la mayor parte de las viviendas se vendan sobre plano. Mientras que en otras el envejecimi­ento demográfic­o y el estancamie­nto del mercado laboral lastran la demanda, por lo que el suelo y las promocione­s realizadas antes de la crisis de 2008 bastan para responder relativame­nte bien a la demanda, mientras que iniciar promocione­s en un momento delicado como el actual supone un cierto riesgo de que algunas se queden sin vender, perdiendo valor. Esto explica la gran diferencia entre la brecha de precios en unas y otras zonas de España.

En Madrid, Barcelona y Málaga la brecha se eleva desde 2019, según Sociedad de Tasación

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