La economía roza el estancamiento por la caída de la inversión y las exportaciones
El consumo privado se convierte en el principal baluarte de la actividad económica con un alza del 1,1%, a pesar de que la escalada de los precios ha reducido el poder adquisitivo de los hogares.
La actividad económica bordea, aunque sin llegar a asomarse, el terreno contractivo en el tercer trimestre del año. El PIB, que en el segundo trimestre creció a un ritmo intertrimestral del 1,5%, se frenó hasta el 0,2% entre julio y septiembre, de acuerdo con las cifras que publicó ayer el Instituto Nacional de Estadística (INE). Unas cifras que, aunque consiguen, en un principio –el dato provisional está sujeto a la revisión en los próximos meses–, sortear la recesión que amenaza la economía europea y que, técnicamente, exige dos trimestres seguidos en caída, no permiten despejar las dudas, ya que muestran un fuerte frenazo de las inversiones y las exportaciones, las principales palancas para mantener el dinamismo de la economía en el largo plazo, mientras que el consumo privado es el principal baluarte de la actividad, a pesar de la pérdida de poder adquisitivo derivada de la subida de los precios.
En concreto, el PIB avanzó un 0,2%, lo que se traduce en un fuerte frenazo del crecimiento en tasas interanuales, que ha pasado del 6,8% en el segundo trimestre al 3,8% en este último periodo, la cifra más baja desde el estallido de la pandemia del coronavirus. Y esto supone un duro varapalo para el crecimiento económico, dado que el efecto rebote tras la recesión se ha evaporado antes de recuperar los niveles previos a la crisis. Este avance ha venido sustentado por un fuerte crecimiento del consumo privado en el tercer trimestre respecto al periodo anterior, del 1,1%, algo que ha venido complementado por un incremento del gasto público del 0,6%. Sin embargo, este avance no está exento de problemas, ya que el poder adquisitivo de los hogares se ha visto muy reducido por la subida de los precios de consumo, muy superior al avance de los salarios, por lo que el crecimiento se ha producido a costa de los ahorros, lo que reduce la posibilidad de que se mantenga en el tiempo, y de otros componentes esenciales de la economía, como la inversión.
De hecho, la formación bruta de capital fijo es uno de los elementos que marcan la ralentización de la economía, al pasar de crecer a un ritmo del 2,5% en el segundo trimestre a apenas una cuarta parte, el 0,6%, en el tercero. La razón estriba fundamentalmente en la caída de la demanda, lo que deja a muchas empresas con un cierto exceso de stock y capacidad ociosa, y la incertidumbre de cara al futuro. Pero todo ello, además, se ve agravado por la intensa subida de los tipos de interés en los últimos meses, la última de ellas este mismo jueves. Todo ello ha encarecido el crédito a las empresas y provocado que muchas de ellas paralicen sus inversiones por el temor a verse atrapadas en una deuda muy cara de refinanciar. Y todo ello también se ha notado particularmente en el sector de la construcción, donde las inversiones han pasado de crecer un 6,5% a caer un 0,1%. Esto se debe a que, ante la dificultad para dar salida a las nuevas promociones en un entorno de incertidumbre, frenazo en el mercado laboral y subidas de tipos de interés, muchas empresas están paralizando parte de su actividad.
En segundo lugar, las exportaciones se han visto muy perjudicadas por la subida de los costes de producción, debido al incremento de los costes de la energía (electricidad, gas y petróleo), pero también de muchas materias primas y otros bienes intermedios, lo que ha reducido su competitividad en el exterior. Hay que tener en cuenta que el mercado eléctrico es enormemente dependiente del gas y que sus precios se han disparado frente a otros países del área, como Francia. Además, esta subida de los precios industriales coincide con un desplome de la demanda internacional. Y a ello hay que sumar el hecho de que el turismo internacional (incluido en el
PIB como exportaciones de servicios) no ha recuperado todavía las cifras previas al estallido de la pandemia. Todo ello ha provocado que las exportaciones de bienes y servicios se frenen del 4,9% al 1,3% en el tercer trimestre, mientras que las importaciones se aceleran 0,9 puntos, hasta el 3,7%. Estos dos factores, combinados, han provocado un frenazo de la aportación de la demanda exterior al crecimiento, un factor que, en condiciones normales, debería ser muy positivo debido al terreno que el turismo tiene pendiente de recuperar desde la gran caída de 2020.
Por sectores, desde el punto de vista de la oferta, la industria y la construcción son los ámbitos donde más intensa ha sido la desaceleración, si bien el sector servicios también acusa un cierto deterioro, mientras que solo la agricultura gana tracción, aunque con un aumento de la actividad muy escaso, del 0,2%. En concreto, la industria pasa de crecer a un ritmo del 1,7% a estancarse, con un avance mínimo del 0,1%, mientras que la construcción revierte parcialmente el avance del
La inversión se frena al 0,6% por la incertidumbre y las subidas de los tipos de interés
El frenazo de las exportaciones, del 4,9% al 1,3%, coincide con un alza de importaciones