La inflación modera su subida al 7,3% pero la subyacente se enquista
Los precios de consumo crecen 1,6 puntos menos que en septiembre, pero la inflación subyacente, el núcleo duro del IPC, no solo se mantiene en el 6,2% anual, sino que sube un 0,9% en el mes.
Subir menos no es lo mismo que bajar. Y la inflación en España sigue subiendo, aunque lo hace a un ritmo menor que en meses anteriores. El índice de precios de consumo (IPC) moderó su avance al 7,3% en octubre en tasa anual, según el dato avanzado ayer por el Instituto Nacional de Estadística. Son 1,6 puntos menos que en septiembre, cuando los precios escalaron un 8,9%, y un nivel próximo a la tasa de febrero, cuando se registró un alza del 7,6%. El dato presentado ayer abona una tendencia decreciente en los últimos meses después de que los precios tocaran un techo del 10,8% en julio, moderación que el Gobierno se apresuró ayer a atribuir a la efectividad de sus medidas, entre las que sobresale el mecanismo ibérico para topar el precio del gas y abaratar así el recibo de la luz. De hecho, el INE achacó esta desaceleración esencialmente a “la bajada de los precios de la electricidad” y, en menor medida, al “descenso del gas”, porque los carburantes han vuelto a subir pese a la bonificación de 20 céntimos por litro del Ejecutivo, encadenando ya tres semanas al alza. Sin olvidar el efecto base, ya que la comparativa parte de un alza de los precios que en octubre del año pasado ya fue muy alta: del 5,4% interatado nual. El Gobierno, en plena negociación de los Presupuestos para 2023, sustentados en unas previsiones macro que los principales organismos económicos nacionales, como el Banco de España o la Airef, ven poco o nada realistas (un alza del PIB del 2,1% el año que viene versus el 1,4%-1,5% que pronostican esas instituciones), valoró los datos de IPC y de PIB conocidos ayer como un respaldo a sus tesis. “La economía española sigue creciendo y el plan del Gobierno está logrando doblegar la curva de la inflación”, afirmó el presidente del Ejecutivo, Pedro Sánchez, desde su cuenta de Twitter en alusión al freno del IPC general y al crecimiento del 0,2% registrado en el tercer trimestre (ver información en páginas 28 y 29).
Sin optimismo
Pero lo cierto es que las cifras no dejan demasiado espacio al optimismo. De un lado, porque el anémico avance del PIB constata la fuerte desaceleración de la actividad económica. Y de otro, porque la tasa de inflación continúa en niveles no vistos desde la década de los 90; esto es, en más de 32 años. Ambos factores, PIB en declive y precios elevados, forman una combinación explosiva, alimentando el fantasma de la temida estanflación, que llama cada vez con más fuerza a la puerta de la economía española, si es que no ha cruzado ya el umbral. Hay un dato que no permite bajar la guardia, sino todo lo contrario. La inflación subyacente, aquella que no incluye la energía ni los alimentos frescos y que, por tanto, muestra el componente más estructural de la escalada de los precios, no solo no ha adelgazado en tasa interanual, manteniéndose en el 6,2%, el mismo dato que en septiembre, sino que se ha incremenun 0,9% en tasa intermensual (el IPC general también creció un 0,4% respecto al mes anterior). El IPC subyacente, que en estos momentos apenas es 1,1 puntos inferior al general, suma ya cuatro meses por encima del 6%, su tasa más alta en más de dos décadas, evidenciando el grado de infiltración del virus inflacionista en el conjunto de la economía española y en aquellos bienes, productos y servicios que son menos volátiles. Son los efectos de segunda ronda provocados por la escalada de los costes de producción. Esa es la verdadera curva que hay que doblegar, pero también la inflación más difícil de revertir. Esa dificultad, sumada al fuerte deterioro de la actividad, suponen un cóctel indigesto y muy peligroso para la economía española.
Todo ello en un contexto en el que los expertos consultados por el BCE revisaron ayer al alza sus estimaciones de inflación general en la zona euro hasta 2024. Así, ahora vaticinan que el bloque del euro despedirá 2022 con un IPC medio del 8,3% frente al 7,3% de la encuesta anterior; que los precios seguirán muy altos en 2023: un 5,8% frente a su estimación previa, y que solo en 2024 bajarán al entorno del 2,4%, aun así superior al 2,1% que preveían en el anterior sondeo.