Expansión Catalunya - Sábado

El futuro de Brasil en juego

- Rafael Pampillón Olmedo Catedrátic­o de la Universida­d CEU San Pablo y de IE University

Este domingo se celebrará la segunda vuelta de las elecciones presidenci­ales en Brasil. Serán los comicios más disputados de los últimos años. Se enfrentan el derechista Jair Bolsonaro (presidente desde 2019), y Lula da Silva, del Partido de los Trabajador­es (jefe de Estado entre 2003 y 2011). Son dos titanes que han protagoniz­ado una provocador­a campaña electoral, en la que ha habido violencia política y polarizaci­ón social y religiosa. Ambos candidatos son populistas y buscan el voto de los ciudadanos con ingresos bajos (la mayoría en Brasil).

La batalla está igualada porque Bolsonaro ha ido reduciendo la distancia que le separaba de Lula en las últimas semanas. Si Lula ganase, las seis principale­s economías de América Latina (Brasil, Colombia, Chile, Argentina, Perú y México) estarían gobernadas por políticos de izquierdas.

La importanci­a de la religión

Para el 49% de los brasileños es determinan­te la religión de los candidatos. El 32% de los votantes son evangélico­s. Y Bolsonaro es la opción preferida para los fieles de esta confesión (con un 66% de intención de voto entre los evangélico­s), frente al 28% de Lula. Entre los lemas de Bolsonaro para esta campaña destacan: “Dios, Patria, Familia y Libertad” y “Brasil por encima de todo”, que recuerda al “America First” de Trump.

Nivel de democracia

La polarizaci­ón que vive Brasil y el afán de Bolsonaro de perpetuars­e en la presidenci­a han sembrado una duda en esta recta final de la campaña. Algunos analistas temen que, después de las elecciones, pueda haber un ataque a las institucio­nes, como ocurrió en Estados Unidos con el asalto al Capitolio. En consecuenc­ia, el debate sobre la democracia en Brasil

ha estado presente durante estas últimas semanas. Una victoria de Bolsonaro pondría a prueba a las institucio­nes brasileñas, que tendrían que ser fuertes para contener los movimiento­s autocrátic­os que pudiera hacer el actual presidente. Por su parte, la elección de Lula llevaría a un escenario en el que se podría caer en un radicalism­o, propio de este sector de la izquierda brasileña.

Anualmente, la revista británica The Economist publica su Índice de Democracia. En 2022 Brasil (en el puesto 47) forma parte de lo que se denomina “democracia­s defectuosa­s”. Un grupo al que pertenecen España (24), Chile (25), Estados Unidos (26), Italia (31), Argentina (50), Colombia (59) y Perú (71). Por debajo están los “regímenes híbridos”, entre los que se encuentran otros países latinoamer­icanos: Paraguay (77), El Salvador (79), Ecuador (82),

México (86) Honduras (92), Bolivia (98) y Guatemala (99). Mientras que cuatro fueron calificado­s como “regímenes autoritari­os”: Haití (119), Nicaragua (140), Cuba (142) y Venezuela (151).

El índice revela que los brasileños tienen más confianza en la clase política que todos los países de América Latina (si se exceptúa Chile). Ello se debe, en gran parte, a que con Bolsonaro ha mejorado la seguridad ciudadana y ha aumentado la credibilid­ad en las institucio­nes, reduciendo la corrupción. Hay un marco favorable para el desarrollo económico. Por eso, entre otros motivos, el real es de las pocas monedas que se está apreciando frente al dólar.

Las propuestas

Por otro lado, las propuestas de los dos aspirantes son diametralm­ente opuestas. Lula apuesta por una mayor injerencia del Gobierno en la economía y un aumento del gasto público. Sorprenden­temente, está habiendo un apoyo a este candidato por parte de algunos poderes económicos del país. En efecto, un porcentaje destacado de empresario­s apuestan por Lula, desmarcánd­ose del rechazo tradiciona­l de este sector al Partido de los Trabajador­es.

Bolsonaro, por su parte, defiende las privatizac­iones de compañías públicas, la estabilida­d de precios y las políticas de empleo. Se centra, en consecuenc­ia, en dar un impulso a la inversión privada, incrementa­ndo y mejorando el tejido empresaria­l. Su objetivo es generar empleo y aumentar los ingresos públicos para conseguir el ajuste fiscal.

Resultados de la legislatur­a

Los resultados alcanzados al final de este mandato le acompañan. El actual presidente puede exhibir que el Fondo Monetario Internacio­nal acaba de revisar al alza la previsión de crecimient­o económico de Brasil para 2022, del 1,7% al 2,8%. Superior, por tanto, al que el FMI espera de Estados Unidos (1,6%), Alemania (1,5%), Francia (2,5%), Japón (1,7%) o Chile (2,0%). En agosto, la tasa de desempleo en Brasil cayó al 8,9%, lo que supone una reducción de 10 millones de desemplead­os en lo que va de año. Una tasa de paro de 4,3 puntos más baja que la de 2021 (13,2%). Ha conseguido, además, reducir la inflación, que cayó en septiembre de este año por tercer mes consecutiv­o hasta el 7,1% anual. Además, en octubre, por primera vez en un año, han bajado los precios de los alimentos, un alivio para las personas con menos recursos.

Brasil lleva varias semanas de campaña electoral. Ha habido tiempo para analizar la gestión del actual presidente y para escuchar las propuestas de los dos candidatos. Hoy, sábado, ya se habrán apagado los discursos políticos y mañana domingo se abrirán las urnas. Como diría Julio César, la suerte está echada.

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Las previsione­s de crecimient­o de Brasil para este año se han revisado al alza.

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