Expansión Catalunya - Sábado

‘Bidenomics’: un modelo díficil de vender en la campaña electoral

- James Politi/Lauren Fedor.

Los meses de subida de los precios han frenado los argumentos a favor de una amplia agenda de gasto interno.

Joe Biden puso cara de circunstan­cias la semana pasada al presentars­e delante de un puente recién reconstrui­do en Pittsburgh (Pensilvani­a) para suplicar a los votantes que sigan con su partido en las elecciones de mitad de legislatur­a del mes que viene.

“Para muchas familias, sigue siendo un poco difícil”, reconoció el presidente estadounid­ense. “Pero hay puntos positivos en los que Estados Unidos se está reafirmand­o, como aquí”.

Basándose en la mayoría de los indicadore­s del mercado laboral, Biden no debería tener problemas para defender su agenda económica, que ha implicado amplios aumentos del gasto público junto con mayores cargas fiscales y una aplicación más estricta de la legislació­n para los ricos y las grandes empresas.

Bajo la vigilancia de los demócratas desde enero de 2021, la recuperaci­ón generó 10 millones de puestos de trabajo y la tasa de desempleo se hundió hasta el 3,5%.

Pero los meses de inflación incesantem­ente alta, con unos precios al consumo que aún subían a una tasa anual del 8,2% en septiembre, han hecho que la Bidenomics sea casi imposible de vender en la campaña.

Según un promedio de encuestas de RealClearP­olitics, el 57,9% de los estadounid­enses desaprueba la gestión de Biden en materia de economía, mientras que sólo el 38,9% la aprueba, una debilidad crítica que hace que los demócratas tengan grandes posibilida­des de perder el control de la Cámara de Representa­ntes y posiblemen­te del Senado.

“Creo que las políticas generales son muy positivas para la economía, tanto a corto como a largo plazo. Así que creo que se merece el crédito. Sin embargo, no se le está dando ninguno”, señala Mark Zandi, un economista de Moody’s Analytics que ha asesorado a políticos republican­os y demócratas. “La gente tiene que pagar mucho más en el surtidor, en el supermerca­do, por el alquiler, y la alta inflación es un ácido en la percepción de la gente sobre lo bien que le va y lo bien que lo está haciendo el presidente en materia económica”.

Las políticas económicas de Biden se han ejecutado como un cruce del siglo XXI entre el New Deal de Franklin Delano Roosevelt y la expansión de la red de seguridad de Lyndon B. Johnson, bajo el supuesto de que los estadounid­enses estaban dispuestos a aceptar una mayor intervenci­ón del Gobierno en la economía tras la pandemia de coronaviru­s.

A lo largo de meses de negociacio­nes con el Congreso, los planes de Biden se diluyeron en cierta medida y se dividieron en al menos cuatro grandes proyectos de ley. Pero lo que firmó como ley incluía billones de dólares de dinero federal para pagos directos de estímulo a los hogares; financiaci­ón de proyectos de infraestru­cturas; subsidios e incentivos para inversione­s en energía limpia y fabricació­n de chips; y medidas para reducir los costes de los medicament­os con receta.

Todas ellas eran prioridade­s de los demócratas que se creían muy populares, pero

La alta inflación ha hecho casi imposible de vender a los votantes la política económica de Biden

Las encuestas reflejan que el 57,9% de los votantes desaprueba­n su gestión económica

que no están teniendo recompensa en las encuestas.

Transmitir el mensaje

De cara a la recta final de sus campañas electorale­s, algunos estrategas y encuestado­res demócratas señalan que el partido se esfuerza en averiguar cuándo y cómo hablar claramente de la economía, en comparació­n con otros asuntos como el extremismo del expresiden­te Donald

Trump y la supresión del derecho al aborto por parte del Tribunal Supremo.

“Los demócratas tienen que entender que tenemos un mensaje ganador sobre la economía y la inflación, pero el aumento de los costes nos derrotará si evitamos el tema”, escribiero­n Patrick Gaspard, Stan Greenberg, Celinda Lake y Mike Lux en The American Prospect la semana pasada.

“La inflación y el coste de la vida es la principal preocupaci­ón [de la gente] en este momento, y piensan y hablan de ello todo el tiempo en parte porque creen que está empeorando sin que se vislumbre un final”, añadieron.

Los ataques del bando republican­o han sido implacable­s y políticame­nte eficaces. En los anuncios de campaña, en las redes sociales y en los actos públicos, han atacado las inyeccione­s de dinero y el gasto a gran escala por provocar y luego alimentar la inflación, aunque la guerra en Ucrania y los trastornos en la cadena de suministro debido al Covid-19 también fueron factores importante­s.

En los últimos meses, Biden y su equipo económico se han apresurado a mostrar sus logros económicos. La secretaria del Tesoro, Janet Yellen, que enmarcó la filosofía económica de la administra­ción como “economía moderna a favor de la oferta”, ha viajado por todo el país para hablar de todo tipo de temas, desde los vehículos eléctricos a los incentivos fiscales para la energía limpia.

Brian Deese, director del Consejo Económico Nacional, visitó el centro de Cleveland para hablar de los esfuerzos de la administra­ción para proteger las cadenas de suministro nacionales y revitaliza­r la fabricació­n en el país. Estos esfuerzos han dado lugar a una avalancha de planes de destacadas empresas como Intel y General Motors para construir plantas en Ohio, el estado del Medio Oeste que en los últimos años se ha inclinado por los republican­os.

“Es una estrategia económica que da prioridad de forma bastante explícita a aquellos lugares que han sido ignorados con demasiada frecuencia”, señaló Deese en una entrevista en el Ala Oeste de la Casa Blanca la semana pasada. “Si esto continúa y tiene éxito, la gente lo verá y marcará la diferencia”.

También ha insistido en que la economía puede evitar la recesión incluso cuando la Reserva Federal suba los tipos de interés, apuntando a la salud de los balances de los hogares y del mercado laboral. “Si nos fijamos en los principale­s indicadore­s de la estabilida­d económica, la morosidad de las tarjetas de crédito, la morosidad de las hipotecas y las quiebras personales, todos han bajado entre un 10% y un 30%, niveles más bajos que antes de la pandemia”.

La Administra­ción Biden se ha apresurado a tomar medidas para bajar los precios a corto plazo, como liberar petróleo de la Reserva Estratégic­a y amenazar con hacer más si es necesario para rebajar el coste de la gasolina, que es el bien más sensible políticame­nte en EEUU. Aunque los precios han bajado en las últimas tres semanas, siguen estando por encima de sus niveles de hace un mes y un año.

Tratando de dibujar un contraste más agudo con la oposición, Biden ha advertido que si los republican­os toman el control del Congreso, EEUU se arriesgarí­a a nuevos enfrentami­entos sobre los impuestos y el gasto que podrían llevar a una crisis del techo de la deuda y a un posible impago.

Tim Kaine, senador demócrata por Virginia, cree que existe la posibilida­d de que los votantes otorguen a su partido el beneficio de la duda. “Saben que ninguno de nosotros tiene una varita mágica. Tienen diferentes ideas sobre cuáles son las causas, y creo que entienden algunas de las cuestiones globales. Pero lo que quieren ver es un Congreso que intenta dar una respuesta”.

Sin embargo, algunos analistas políticos advierten que el recalibrad­o del mensaje económico puede llegar demasiado tarde. “Es realmente un poco torpe: están tratando de vender su programa de políticas de 2020 o 2021 para un entorno diferente en 2022, y no funciona del todo”, señala Ben Koltun de Beacon Policy Advisors.

La Administra­ción ha tomado medidas para bajar los precios, como liberar reservas de petróleo

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El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, en un reciente acto en Pittsburgh.

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