Evocación y recuerdo de los detectives clásicos
Lo mejor de ‘Mira cómo corren’ es su impecable ritmo, algo que se agradece en estos tiempos
También, la mirada irónica a referentes clásicos de su director, Tom George, y su guionista, Mark Chapell
…Y en esto llegó Raymond Chandler. Dashiell Hammett, tan bueno como él, había sido más discreto y liquidó con un brillante artículo titulado El simple arte de matar a los elegantes y victorianos detectives clásicos. El caballero Dupin, Lecoq, Rouletabille,Holmes y el Dr. Watson, el padre Brown, el Dr. Thorndyke, Hercule Poirot, Philo Vance, el más postrero de esa brillante saga, incluso pillastres como Arsenio Lupin o Raffles, un ladrón aristócrata y tarambana, junto con Bunny, su amigo y asociado, fueron borrados del mapa por la activista pluma de Chandler. Este reivindicó a Hammett, afirmando que, con él, el vaso veneciano, venenosa alusión a las elegantes manners de aquellos inmortales investigadores, había sido arrojado al arroyo. Esto es, que los detectives abandonaban los salones de la deducción e inducción y eran precipitados a las calles y callejones de la vida en los que lucharían sin prejuicios contra la corrupción personal y social que dominaba un mundo irredento. Ese era el horizonte de Philip Marlowe, el detective romántico y cínico de Chandler, los OP y Sam Spade de Hammett, el Lew Archer de Ross Macdonald y tantos otros. A Hitch, eso le pareció de perlas, porque los whodunit, más o menos traducido como ¿quién lo hizo?, no le agradaban como material para una película y prefería los esquinados villanos y los ambiguos protagonistas, ¿hay diferencia entre ellos en películas como Sospecha, Encadenados o Extraños en un tren?, con el sonriente y peligroso rostro de Cary Grant.
Quizás el maestro tuviera razón, pero solo para con el cine, que quede bien claro, porque el cine negro ha desarrollado bajo los auspicios de la novela de ese género toda una ristra de brillantes películas, mientras que son más bien magros los resultados obtenidos evocando en celuloide a Holmes and Co., con excepciones tangenciales como la maravillosa película que es La vida privada de Sherlock Holmes, de un genial e incomprendido Billy Wilder. Incluso no me importa introducir en esas excepciones muy excepciones películas como La huella, dirigida por Mankiewicz, que nada a caballo de ambas tendencias de las novelas de detección y crímenes o Misterioso asesinato en Manhattan, en la que Woody Allen, Dios le guarde, homenajeaba con suave ironía, al arte de la investigación detectivesca.
Hace algunas temporadas, Rian Johnson, ofreció Puñales por la espalda, que, sobre el estilo de las novelas de Agatha Christie, autora no muy respetada por el cine, se adentraba con éxito irregular pero buen resultado en taquilla, en ese universo de detección pura. Ahora nos llega otro intento parecido con la cinta Mira cómo corren que me ha entretenido mucho y divertido a ratos. Lo mejor reside en un impecable ritmo, que no decae nunca y que se agradece en estos tiempos de películas carentes de ritmo o deliberadamente tediosas para aspirar a la coronación festivalera o de la cofradía crítica más engagé.
El mérito es obra de Tom George, del que ignoro todo. El guion escrito por Mark Chapell, otro cuyos antecedentes penales desconozco, es muy habilidoso y está bien estructurado. Podemos convenir que al guion de Chapell le falta finura, sofisticación o clase o que podría haber sacado más partido al excelente material de base, pero no le voy a negar sus calidades de mirar con cómplice ironía a sus referentes detectivescos más clásicos. Chapell parte de personajes arquetípicos, una pareja de inspectores que se presentan con notable humor, ella, una estupenda
Saoirse Ronan, la más versátil y dotada de las actrices jóvenes, alocada en cualquier deducción precipitada, y él, completamente desbordado por los acontecimientos y su desenfrenada compañera, un gran Sam Rockwell, que nunca decepciona. Añadan, en un reparto muy atractivo, a Adrian Body y Ruth Wilson, que componen arquetipos muy clásicos de las novelas de intriga detectivesca. De igual manera la situación base, con notables guiños al cine y al teatro, vemos a un joven Richard Attenborough, que narra cómo un atribulado productor del Hollywood clásico quiere llevar al cine una exitosa obra de teatro del West End londinense y se encuentra cómo hasta cuatro de los miembros de la producción son misteriosamente asesinados, se encuadra en la tradición más Agatha Christie.
Si les digo para acabar y encuadrando el comentario en esta mirada sobre detectives de toda laya, que me ha decepcionado La piel del tambor, adaptación nada feliz de una notable novela de Arturo Pérez-Reverte, si no recuerdo mal ya rodada como serie televisiva no menos infeliz, queda cerrado el círculo. Olvido ese mal sabor de boca recomendando Revolución, sin duda una de las mejores novelas de Pérez Reverte, tan de Ford como de Aldrich, Peckinpah o Hawks, tan romántica como certera en su violenta aproximación a esas revoluciones que se comportan siempre como prostitutas, como reflexionaba melancólicamente uno de los personajes de Los profesionales, el maravilloso western de Richard Brooks.
seis tríos para dos violines y bajo, de José Castel (1737-1807), un destacado y versátil compositor navarro de música teatral conocido por sus composiciones escénicas (sobre todo sus Tonadillas) en la Villa y Corte de Madrid. Este CD supone la primera grabación en tiempos modernos de la integral de tríos de cuerda del compositor.
DANZA
La Bella Otero llega al Teatro Cervantes de Málaga hoy y mañana. Es la tercera gira de esta obra del BNE desde su estreno en julio de 2021 en Madrid. Las dos funciones contarán con la artista invitada Patricia Guerrero y con la colaboración especial de Maribel Gallardo. La obra, coreografiada y dirigida por Rubén Olmo, cuenta la historia de una de las artistas más famosas del siglo XIX.