Las decisiones de Lagarde
En un momento en que la tendencia de los bancos centrales es a subir tipos y tensionar las condiciones monetarias para frenar la inflación, el Banco Central Europeo tendrá que lidiar con dos problemas adicionales. Por un lado, cuándo iniciar la reducción de su balance dejando de reinvertir parte de la deuda comprada en los últimos años que vence ahora, como ya han empezado a hacer tanto el Banco de Inglaterra como la Reserva Federal norteamericana. Por otro lado, tendrá que reducir la remuneración a las reservas que las entidades bancarias tienen depositadas en Fráncfort (actualmente, hay 4,7 billones de exceso de reservas sobre las mínimas necesarias). Esto último tiene connotaciones financieras y políticas, ya que con un tipo de depósito que podría subir al 2,25% a principios de 2023, la autoridad monetaria europea hubiera incurrido en pérdidas significativas (hasta 100.000 millones de euros), que tendrían que ser cubiertas por los Estados (al igual que hasta ahora revertía a los bancos centrales de cada país cualquier beneficio).
En cuanto al reducción del balance (también conocido como quantitative tightening), el consenso del mercado baraja que se inicie en el primer trimestre de 2023, una vez que se hayan situado los tipos por encima del 2%. Lagarde ha adelantado que será algo que se discuta en la reunión de diciembre. Esto coincidiría con unas condiciones financieras ya bastantes restrictivas y unos gobiernos con déficits elevados para hacer frente a la crisis energética y la guerra en Ucrania. Además, la reducción del balance del BCE podría agravar los problemas de liquidez en
Los bancos centrales se enfrentan a la disyuntiva de controlar la inflación a costa del crecimiento
El consenso del mercado baraja que el BCE inicie el recorte del balance en el primer trimestre de 2023
un mercado de bonos que ya muestra claros síntomas de estrés, lo que a su vez podría introducir una mayor volatilidad en la deuda e inestabilidad en la Bolsa.
Elevar el coste de la liquidez
En cuando a la remuneración de las reservas, el BCE se ha inclinado por elevar el coste de las TLTRO (operaciomes extraordinarias de refinanciación a largo plazo: 2,1 billones de euros que la autoridad monetaria dio a los bancos a cambios de diversos colaterales y que en cierta cuantía se han vuelto a depositar en el propio BCE), ligando su coste al tipo medio de los tipos de referencia (frente al tipo de depósito actualmente), y ofrecer ventanas adicionales de devolución anticipada.
Por último, el Banco Central Europeo rebajó el tipo al que se remuneran las reservas de capital obligatorio (al tipo de depósito frente al tipo marginal de refinanciación como hasta ahora), pero su impacto será marginal, ya que sólo representan un 3% del total.
Tanto la reducción de balance como la devolución acelerada de las TLTRO implican un tensionamiento monetario adicional y un mayor lastre para el crecimiento económico. La decisión sobre las TLTRO y la reducción de balance, al igual que todo el endurecimiento de la política monetaria, continúa reflejando la disyuntiva de los bancos centrales de controlar la inflación a costa de mermar el crecimiento económico. A esto se suma el problema falta de profundidad en los mercados de deuda, con el riesgo de generar picos de volatilidad tanto en la rentabilidad de los bonos como en las Bolsas, como ha dejado patente la crisis del fallido minipresupuesto en Reino Unido.