Hoteles para citarse con la historia
Cada vez más huéspedes valoran alojarse en antiguos palacios que sean destinos en sí mismos.
Pedid y recibiréis. Es la traducción de la inscripción en latín que custodia la entrada de Hospes Palacio de Arenales & Spa. Una frase muy oportuna para un hotel de cinco estrellas que, además, fue la residencia de verano de los Golfines, la aristócrata familia afincada en Cáceres. El palacio data del siglo XVII y se encuentra a diez minutos del casco histórico de esta ciudad Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, rodeado de cientos de olivos centenarios y coronado por sus nidos de cigüeñas. Historia en sus muros y vanguardia en el interior tras su reciente reforma ejecutada por el estudio de arquitectura Requena y Plaza. Y es que la fusión entre tradición y comodidad de los hoteles levantados en antiguos palacios cada vez atrae a más huéspedes. “Alojarse en un edificio con historia va más allá de una simple estancia de hotel, significa la posibilidad de disfrutar con todo el lujo, bienestar y confort de un lugar que se ha conservado con el paso de los años y se ha mejorado. Cada vez son más los clientes que buscan una experiencia diferente y auténtica”, asevera Jorge Sánchez, director de Hospes Palacio de Arenales & Spa, que sirvió también de campo de clasificación para los republicanos en la época de la Guerra Civil.
Historia también rezuma uno de las últimas aperturas de lujo: Fairmont Tazi Palace. Situado en lo alto de las colinas de Tánger (Marruecos) y construido en la década de 1920 como residencia para el consejero del Rey, el palacio ha sido restaurado y ampliado para convertirse en un hotel de una de las marcas más exclusivas de Accor. El alojamentos miento rinde un homenaje a la alta artesanía marroquí a través de técnicas como Tadelakt, Zellige y Mousharabieh, porque ese respeto por la tradición es fundamental en su filosofía, según su director, Fabien Gastinel. “Las características históricas de la propiedad fueron meticulosamente restauradas a su gloria original, manteniendo los elede diseño auténticos del palacio y extendiéndolos a las alas añadidas que se pueden ver en toda la arquitectura y piezas de arte del establecimiento”. Para el directivo, con las tendencias de Instagram, los viajeros buscan constantemente inspiración y experiencias significativas, una conexión emocional que puedan compartir en sus redes y, también, hay un interés creciente por descubrir la historia cultural del destino, así que alojarse en un hotel histórico marca la diferencia”.
Algo que suscribe Leandro Muñoz, director de The One Palácio da Anunciada, en Lisboa. “Las principales ciudades europeas tienen siglos de historia y muchos clientes, especialmente de algunos mercados específicos como el americano, el canadiense o el australiano, buscan lugares emblemáticos donde se respire la historia de la ciudad.
Estos cada vez buscan más elementos distintos y novedosos de los estereotipos que han definido previamente el lujo”. Para Muñoz, la idea de que el hotel “es un destino en sí mismo ha crecido mucho en los últimos tiempos y el número de clientes que buscan este tipo de alojamientos ha aumentado exponencialmente”. Los huéspedes pueden tomar un cóctel en una sala noble, disfrutar de una experiencia gastronómica rodeado de frescos originales en los techos o celebrar eventos en jardines históricos. “Esta experiencia completa sin duda el concepto del lujo urbano y prolonga la cultura y la arquitectura del destino al llegar al hotel”.
Los retos del paso del tiempo
Este peso de la historia en las reservas también tiene retos: “Hemos formado a nuestro equipo en todos los aspectos históricos de nuestro hotel, pues los clientes preguntan cada vez más y más sobre datos específicos de la historia, la arquitectura y la decoración”, apunta Muñoz.
“La conservación y el mantenimiento son fundamentales; es una auténtica gozada disfrutar de la climatización entre los inmensos muros, que nos ayudan a potenciar la sostenibilidad del proyecto, e igualmente de importante es el respeto de la estructura y la utilización de materiales autóctonos”, añade Sánchez, que insiste en que mantener estos edificios, “conlleva un esfuerzo extra que el cliente reconoce y valora”.
“Alojarse en un edificio con historia va más allá de una simple estancia de hotel y se valora por los clientes”
“Los huéspedes buscan más elementos distintos de los estereotipos que han definido el lujo hasta ahora”