La primera CEO de la historia
Se convirtió en la vendedora número uno de la escoba que inventó su marido y que fue el preludio de la aspiradora. A su muerte, Anna Bissell tomó las riendas de la empresa familiar con una gestión visionaria que la hizo única.
Melville R. Bissell escuchaba a su mujer, Anna, quejarse del polvo que se acumulaba infatigablemente en las alfombras de la tienda de porcelana que ambos gestionaban en Gran Rapids, en el estado estadounidense de Michigan.
Así que Melville, que había hecho una pequeña fortuna fabricando vajillas e invirtiendo las ganancias en propiedades inmobiliarias, ideó en 1876 una sofisticada escoba, con un cepillo central y ruedas de goma, llamada a revolucionar la limpieza de suelos.
Entusiasmada con el invento, Anna Bissell se convirtió en la vendedora número uno hasta que un alto en el camino le obligó a cambiar su destino. Doce años después de lanzar la escoba, Melville Bissell falleció de neumonía. Tenía apenas 46 años.
Para entonces, el invento, de 1,5 dólares, se había convertido en un negocio millonario, gracias a un exclusivo acuerdo de venta con los grandes almacenes John Wannamaker, uno de los mayores de América.
Viuda y con cinco hijos, Anna estaba decidida a asumir las riendas de la empresa, y lo hizo con tanto ahínco que la convirtió en la mayor de su sector en el mundo. La primera consejera delegada de la gran historia corporativa estudiaba gestión empresarial “como otras mujeres de la época estudiaban francés” e introdujo profundas mejoras en la operativa de la compañía.
Por un lado, defendió con ferocidad las patentes de Bissell, preparó la empresa para su salto exterior e introdujo ingeniosas técnicas de márketing.
Por otro, aceleró cambios en la gestión interna del grupo con mejoras inéditas en el mundo corporativo de hace más de un siglo, como compensaciones laborales, seguros médicos, horarios fijos de trabajo, bajas pagadas por enfermedad y planes de pensiones para los empleados.
Para 1890, Bissell Company producía 1.000 escobas al día en la primera gran fábrica que se implantó en Grand Rapids. Su consejera delegada era una profunda conocedora de los detalles más ínfimos de los procesos de fabricación de Bissell, una de las empresas industriales más antiguas de Estados Unidos.
Ese estilo tan avanzado y tan profesionalizado de gestión ha sido la razón que ha permitido que Bissell siga existiendo hoy, gestionada por la quinta generación, con Mark Bissell como director general. La compañía continúa siendo profundamente familiar, cuenta con más de 2.500 empleados y controla el 20% del mercado estadounidense de limpieza de suelos. Se valora en más de 1.000 millones de dólares.