Expansión Catalunya - Sábado

Madrid y Álava, las provincias menos inflaciona­rias; León y Ávila, las más

Los precios subieron en una horquilla entre el 4,9% y el 7,6% a lo largo y ancho del territorio español. Las diferencia­s se deben al mayor o menor peso de la alimentaci­ón en el gasto familiar y a la regulación comercial.

- Pablo Cerezal.

Las subidas de precios desatadas a lo largo del último año y medio han sido algo generaliza­do en todo el mundo, pero no por ello homogéneo. Por países, las principale­s diferencia­s se han debido a la mayor o menor dependenci­a de Rusia y su gas, como ponen de manifiesto las fuertes subidas de precios en los países bálticos, que han llegado a desbordar el 20% anual, además de los diferentes comportami­entos de las divisas y los bancos centrales en distintas áreas geográfica­s del mundo. Pero también dentro de España hay ciertas diferencia­s que se deben, fundamenta­lmente, a los distintos patrones de gasto de las familias en cada provincia y más férrea o laxa regulación del comercio. Así, Madrid y Álava son las dos provincias menos inflaciona­rias, mientras que León, Ávila, Toledo y Zamora son las que han sufrido mayores subidas de precios en el último año. De acuerdo con los últimos datos del Instituto Nacional de Estadístic­a, Madrid y Álava son las provincias que han sufrido una menor subida de precios en el último año, con un alza del IPC del 4,9% en diciembre de 2022 con respecto al mismo mes del año anterior, seguidas de Barcelona (5%), Valencia, Córdoba (5,2% en ambos casos), Cantabria (5,3%), Guipúzcoa (5,4%) y Tarragona, Santa Cruz de Tenerife, Vizcaya y Baleares (5,5%, ya más cerca de la media nacional del 5,7%). En el extremo opuesto quedan León (con un incremento de precios del 7,6%), Ávila (7,4%), Teruel (7,2%), Toledo, Zamora (7,1%), Badajoz y Guadalajar­a (7,1%).

¿A qué se deben estas grandes diferencia­s? En primer lugar, hay que descartar el efecto escalón (esto es, que ciertas provincias acusen una menor subida de precios en 2022 porque esta fue más intensa en 2021 y viceversa), ya que es justo al contrario: las zonas que lideraron las alzas del IPC hace dos años repitieron también el pasado ejercicio, provocando una gran pérdida de poder adquisitiv­o para los ciudadanos. Así, los precios han subido un 16,2% en León a lo largo de los dos últimos años, un 15,9% en Toledo o un 15,3% en Ávila y Guadalajar­a, lo que supone una diferencia de hasta cinco puntos con Barcelona (11,1%), Madrid (11,4%), Santa Cruz de Tenerife (11,8%), Álava o Guipúzcoa (12%). Además, hay que tener en cuenta que las subidas de precios en cada uno de estos años han sido muy diferentes, ya que en 2021 se concentrar­on en la factura de la luz y en 2022, en los alimentos y los carburante­s, así como otros productos con un elevado coste energético.

Patrones de consumo

De esta forma, la gran diferencia entre provincias se debe a los distintos patrones de consumo en cada una de ellas, ya que en ambos ejercicios la inflación se ha cebado con las provincias más pequeñas y las que tienen unas rentas más bajas, ya que son estas zonas donde las familias destinan una mayor proporción de su renta a la factura de la luz o a la compra de alimentos. Por ejemplo, la cesta de la compra de alimentos y bebidas no alcohólica­s subió el año pasado un 15,7%, con grandes diferencia­s en algunos casos, ya que el incremento se dispara al 20,4% en el caso de Badajoz o al 19,2% en el de Zamora, por “solo” un 12,8% en Álava o un 12,9% en Barcelona, pero la mayor parte de las provincias españolas se encuentran en torno a la media, por lo que el grueso de la brecha del IPC se debe más al diferente peso de la alimentaci­ón en el gasto de las familias. Por ejemplo, una familia madrileña apenas destina el 13,7% de su renta a la alimentaci­ón, casi tres puntos menos que la media, pero alcanza el 36,8% en gastos relacionad­os con la vivienda, 3 puntos por encima de la media, y también gastan más que la media en ropa, educación, sanidad u ocio, cuatro partidas donde los precios suben de forma moderada o incluso retroceden. En cambio, en las comunidade­s autónomas con un mayor peso del gasto en supermerca­dos (en este caso, el INE no desglosa públicamen­te los datos del gasto a nivel provincial), la compra de alimentos alcanza el 18,5% de los presupuest­os familiares. Y algo similar sucede por tramos de renta, ya que las rentas más altas (que se concentran en Madrid, Barcelona, País Vasco o Baleares) destinan una menor proporción de sus ingresos a la alimentaci­ón, por lo que soportan una menor pérdida de poder adquisitiv­o (ver informació­n en la página derecha).

A esto hay que sumar un segundo factor: la regulación comercial, más estricta o más laxa en cada comunidad autónoma, y que, por lo tanto, lleva a una mayor o menor competenci­a entre compañías en los distintos territorio­s, ya que donde hay una mayor pugna empresaria­l, es más difícil que las empresas puedan trasladar las subidas de costes a sus consumidor­es y más probable que las absorban en sus márgenes. De hecho, un reciente informe del Instituto de Estudios Económicos, La mejora de la calidad institucio­nal del comercio en España: cuantifica­ción de su impacto económico y social, sostiene que si todas las regiones tuvieran un mayor nivel de competenci­a empresaria­l, que actualment­e lidera Madrid, el IPC se reduciría en 1,7 puntos: una mejora de la renta disponible de 470 euros al año por familia.

Los precios en León suben un 16,2% desde 2020, cinco puntos más que en Madrid o Barcelona

La introducci­ón de mayor competenci­a empresaria­l puede rebajar el IPC en 1,7 puntos, según el IEE

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