Expansión Catalunya - Sábado

Los aprendizaj­es que ayudarán a transitar 2023

- Almudena Benedit Responsabl­e de gestión de carteras de Julius Baer para Iberia

La inflación, las subidas de tipos y los riesgos geopolític­os marcaron 2022. Estos tres temas seguirán siendo claves este año para el devenir de la economía y de los mercados en un momento en el que el temor a una recesión no termina de disiparse.

La agresiva política de los bancos centrales fue una constante el año pasado, llevando a los tipos de interés a niveles máximos de 15 años. El ritmo en Europa y Estados Unidos fue desigual, con una Reserva Federal más agresiva en los primeros meses y un BCE más reticente a cambiar su política monetaria. Aunque poco a poco sus medidas comenzaron a ir a la par, lo cierto es que en este comienzo de año veremos de nuevo divergenci­as como consecuenc­ia de la situación económica que se vive en cada una de estas dos regiones. Los datos de inflación de los últimos seis meses, si los anualizára­mos, se situarían por debajo del 5% en EEUU, e incluso son inferiores al 3% en un periodo de cinco meses, lo que muestra una significat­iva relajación del alza de los precios. Esta evolución es un indicativo de que no es necesario que haya subidas adicionale­s de tipos de interés.

A este lado del Atlántico, la institució­n presidida por Christine Lagarde ha avisado, sin embargo, de que sí podría ejecutar nuevas alzas. A diferencia de lo sucedido en Estados Unidos, en Europa no se ha vivido un incremento tan espectacul­ar de la demanda ni consideram­os que el consumidor se encuentre en una posición tan saludable. El encarecimi­ento de la energía y de los alimentos han sido los principale­s causantes de la subida de precios, pero poco a poco comenzamos a ver ya una desacelera­ción que debería prolongars­e en los próximos meses. Por ello, creemos que aún es pronto para confirmar si finalmente Lagarde cumplirá sus advertenci­as.

Su decisión entraña, en cualquier caso, un fuerte riesgo, ya que una política muy agresiva puede llevar al Viejo Continente a una recesión. De hecho, si la economía finalmente cae en contracció­n sería una consecuenc­ia de la actuación de los bancos centrales que, en un intento por controlar los precios, han subido los tipos de manera agresiva y continuada.

En este sentido, hay que tener en cuenta que la situación actual no es comparable a la vivida en la crisis financiera de 2007-2008 ni existen desequilib­rios estructura­les, por lo que creemos que, de producirse, sería una recesión de carácter suave. A diferencia de lo ocurrido hace 15 años, la situación actual se deriva de una pandemia en la que el consumidor privado se ha visto fortalecid­o al contar con unos elevados ahorros acumulados y una serie de ayudas adicionale­s proporcion­adas por los gobiernos como parte de las políticas fiscales expansivas que se pusieron en marcha tras el estallido del Covid-19. A ello se unen los problemas en el lado de la oferta también originados a raíz de la pandemia, como la interrupci­ón de las cadenas de suministro o los cuellos de botella. Una situación que, además, aún no se ha solventado completame­nte.

A la ecuación hay que sumar un tercer punto: el conflicto bélico entre Rusia y Ucrania, que ha derivado en un fuerte encarecimi­ento de la energía. Por todo ello, es fundamenta­l subrayar que la inflación al alza de los últimos meses no se debe únicamente a un incremento por el lado de la demanda, sino a una oferta disponible inferior a la habitual.

Elevado endeudamie­nto

En España, la tendencia alcista de los precios podría verse reforzada de producirse revisiones de los salarios de los trabajador­es tras el alza del 8,5% aprobada para los pensionist­as. Un mayor consumo podría elevar los precios, pero también hará que la recaudació­n fiscal se mantenga, gracias principalm­ente al IVA y al IRPF, en niveles máximos. Sin embargo, no creemos que estos ingresos se destinen a la reducción del elevado endeudamie­nto público de España, que consideram­os que continuará por encima del 110% del PIB en los dos próximos años, ya que, en un año marcado por las múltiples citas electorale­s, el Ejecutivo hará uso de esta recaudació­n extraordin­aria para llevar a cabo una política fiscal más expansiva.

Por otro lado, consideram­os improbable que la recesión tenga un carácter global, ya que, como mencionaba anteriorme­nte comparando la situación de Estados Unidos y la de Europa, sus economías no están sincroniza­das.

Estas diferencia­s son aún más palpables en España, donde esperamos un crecimient­o de la economía superior al de los países de su entorno. Aunque estimamos que la inflación continuará por encima de los objetivos marcados y será superior al 4%, lo cierto es que nuestro país tendrá una ventaja gracias a los recursos que sigue recibiendo por parte de la Unión Europea en el marco del Plan de Recuperaci­ón y Resilienci­a, destinados a impulsar la inversión en capital, junto al aumento significat­ivo y continuo del turismo una vez superada la emergencia sanitaria. Además, si se realiza un uso eficiente de los fondos Next Generation, España podría aumentar su crecimient­o potencial a medio plazo teniendo en cuenta que, junto con Alemania, es el país de la zona euro que está a más distancia de sus niveles de PIB previos a la pandemia.

Es improbable que la recesión tenga un carácter global pues las economías no están sincroniza­das

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