“He trabajado como un burro, y con gusto”
Tras sesenta años en la bodega familiar, Félix Solís encara la sucesión sin dejar de ir un solo día a la empresa en la que empezó a trabajar con 18 años. Una vida dedicada al vino que no le ha dado resaca: “Sólo he vivido para la bodega, pero no me ha cos
Félix Solís (Villanueva de los Infantes, Ciudad Real, 1945) ya ha mirado el calendario de festivos de 2023. No para planificar puentes o motivarse con días de descanso como el resto de los mortales, sino porque no le gustan: “Cuando viene un festivo echo en falta la presión del trabajo”. Mejor no imaginar cómo afrontará Solís la jubilación, una decisión que ha tenido que poner en barbecho tras “la que ha venido”. De una futura recesión, de la sucesión que encara la empresa que fundó su padre en 1952, Grupo Félix Solís Avantis, y de sus 60 años de trayectoria habla este empresario de pura cepa poco dado a que el vino le suelte la lengua.
– Siempre ha trabajado en la bodega familiar. ¿No se imaginó nunca en otro sitio?
Las empresas familiares antiguas eran pequeñas y todo estaba por hacer, estábamos todos en el mismo barco y había que arrimar el hombro. Con 15 años, a mis hermanos y a mí ya nos enseñaban cómo hacer el embotellado, cómo funcionaba la bodega e incluso nos ponían a barrer. No conocíamos otra cosa que no fuera el trabajo y la responsabilidad.
– ¿Ha tenido que hacer muchos sacrificios personales?
Yo sólo he vivido para la empresa, pero no me ha costado.
– Eso a ver cómo se lo explica a las nuevas generaciones...
En este negocio no se vive, pero yo entiendo que ahora la gente quiere sus días libres, viajar y estar con la familia.
– Ha elegido a su hijo Félix Solís como sucesor. ¿Cuando usted dé un paso atrás también seguirá mirando el calendario laboral?
Qué va. Yo me imagino de presidente honorífico yendo a juntas generales y poco más que contar, de otra manera la sucesión no tendría éxito.
– Sesenta años trabajando con la familia y la bodega sigue en pie. ¿Cuál es el secreto?
Es complicado tenerle que dar una orden a un padre o a un hijo, pero con el negocio no se juega, hay que ser profesional. En una empresa familiar hay un carácter diferente, todo se sufre y a la vez se lleva de otra manera porque quieres dejar un legado.
– ¿Llamarse igual que el negocio que lidera pesa o es un orgullo?
Cuando tienes que firmar acuerdos con cadenas de alimentación da puntos, porque transmite fiabilidad.
– ¿Se fía de que la siguiente generación no quiera vender la bodega?
Hacer vino es como ser un panadero, algo familiar. Estamos bien como estamos y lo que ganamos lo invertimos. Por ejemplo, ahora hemos construido una bodega de vinos de crianza con 130.000 barricas. Un consejo para las empresas familiares es que tengan el cajón cerrado con llave, es decir, las familias no deben tirar de la caja.
– Dice que se quedará un tiempo más al frente del negocio por la
Me imagino de presidente honorífico yendo a juntas y poco más que contar, de otra manera la sucesión no tendría éxito”
que está cayendo. ¿Qué poso nos dejará 2023?
Creo que va a haber un bache en el sector. Además, las botellas que se pagaban por mucho dinero van a tener un problema en el corto plazo por su precio. Nosotros estamos en el término medio, vinos ni muy baratos ni muy caros, y eso también va a sufrir, pero esperamos que las exportaciones aumenten [ya representan el 62%]. En general, soy optimista, no se puede ser derrotero.
– ¿No subir precios es una opción?
Todo tiene que subir. Los beneficios de las compañías de vinos bajaron en el año 2022 porque los costes se han multiplicado y no te da tiempo a actuar.
– ¿Y cómo afectará el repunte del Covid en China a ese mercado?
Yo empecé a vender en ese país hace 25 años [fue la primera compañía española con presencia productiva en China]. Es un mercado que por ahora se comporta bien, pero donde hay poca rotación y se importan vinos de muchos países. Hay que estar allí y no darle más vueltas.
– ¿También hay que seguir las nuevas tendencias?
Sí, hay que producir referencias de baja graduación, sin alcohol, veganas... y ponerse en marcha ya para atraer a los jóvenes que hoy tienen más de 20 años a beber vino. No hay otra opción.
– Muchos bodegueros culpan a los gigantes del sector de que al vino español aún le falte reconocimiento fuera en comparación con otros países como Francia o Italia.
España es un país que produce entre 45 y 50 millones de hectólitros de vino al año. Colocar todo ese volumen no se consigue solo vendiendo botellas a 100 euros, hacen falta empresas como la nuestra que le dé salida a 300 millones de botellas al año. Y en España, a través del granel también se consigue aligerar toda esa producción.
– La rivalidad entre los grandes grupos ha marcado la historia de la D.O. Valdepeñas. ¿Para cuándo un brindis de reconciliación ?
Todos los bodegueros deberíamos unirnos para dar el valor que merece a nuestra denominación de origen. Es difícil hacerlo porque cada uno lleva su política, pero espero que la siguiente generación sea más lista que la nuestra.
– ¿Cómo le huele el futuro?
Ya tenemos bodegas propias en las principales DO españolas: Rioja, Ribera del Duero, Rueda, Valdepeñas, La Mancha y Toro y estamos presentes en más de 115 países. Además, tenemos un proyecto de una bodega propia en Chile y me gustaría hacer algo similar en Nueva Zelanda. En todas estas décadas en el negocio ha habido momentos malos, buenos, regulares... y me gustaría que la compañía siguiera en la misma línea. He trabajado como un burro, pero con gusto. La satisfacción de ver cómo ha crecido la empresa no tiene precio.
Un consejo para las empresas familiares es tener el cajón cerrado con llave. Las familias no deben tirar de la caja”*