La OTAN, garantía del mundo democrático
Finlandia y Suecia tienen ya despejado el camino para incorporarse a la OTAN, después de que Turquía levantara el veto que había impuesto. El ataque ordenado por Vladímir Putin contra Ucrania ha precipitado que estos dos países, que hasta ahora se habían mantenido escrupulosamente al margen, hayan pedido su incorporación a la Alianza Atlántica. El temor a que la invasión de Ucrania sea solo el primer episodio de una operación expansionista diseñada por Putin para recuperar la influencia que tuvo en el pasado el imperio ruso y posteriormente la URSS ha hecho saltar todas las alarmas en los países bálticos y en todos aquellos que en algún momento que estuvieron en la órbita soviética, que se ven claramente amenazados. Muchos estados de Occidente que vivían instalados en el idealismo han cambiado de esta manera radicalmente su percepción de la defensa. Es el caso de Suecia y Finlandia, que hasta ahora eran adalides del pacifismo. Sus responsables políticos se han visto obligados a hacer un ejercicio de pragmatismo, que además es respaldado por la mayor parte de la población. La agresión rusa no solo ha reactivado una OTAN que no hace mucho agonizaba sino que ha supuesto un giro copernicano para aquellos que hasta no hace mucho creían que invertir en defensa era casi inmoral frente a otras necesidades y que ahora ven en la Alianza la única alternativa frente a una agresión de esa magnitud. Más que una Alianza para la defensa, la OTAN emerge como una garantía para el mundo democrático, frente a modelos totalitarios como los que representan Rusia o China.