Expansión Catalunya

La subida de la inflación: un dato histórico

- Rafal Pampillón Olmedo

El INE informó ayer que la inflación en España tuvo en junio un aumento anual del 10,2%. Se trata de un dato alarmante: el nivel más alto desde 1985 (un año antes de que España entrara en la Comunidad Económica Europea). Ello se debió a muchos factores. Por el lado de la oferta, a la escasez de semiconduc­tores, la falta de mano de obra especializ­ada y los elevados precios de los fletes

Pero quizá la causa más importante haya sido el incremento de los precios de las materias primas. Por ejemplo, el precio del petróleo subió un 53% en los 12 últimos meses, lo que hizo que creciese también el de los combustibl­es y lubricante­s. Con consecuenc­ias nefastas para los precios del transporte, la agricultur­a y la pesca. En segundo lugar, se disparó el precio del gas y, por tanto, el de la electricid­ad. Esto ha provocado que algunas compañías hayan tenido que paralizar parcialmen­te su producción, y otras hayan echado el cierre.

También las familias han sufrido una elevada pérdida de poder adquisitiv­o. Se han disparado los precios de los alimentos frescos, los componente­s más volátiles de la cesta de la compra (legumbres, hortalizas, pescado, aceite de oliva, frutas frescas, carne de ovino, etc.). Además, han subido los carburante­s, los alimentos elaborados, las bebidas no alcohólica­s, así como los hoteles, cafés y restaurant­es.

Aunque la inflación, medida por los aumentos del IPC, estuvo originada por la subida de los precios de las materias primas, desgraciad­amente, se ha ido trasladand­o a otros bienes y servicios más elaborados, afectando a todo el proceso productivo.

De ahí que la situación esté empeorando por los llamados efectos de segunda vuelta. Es decir, a corto y medio plazo, los factores inflaciona­rios impregnan el aparato productivo, con mayores aumentos de precios de los bienes y servicios finales. Esto ha desembocad­o en una inflación estructura­l, que se está transmitie­ndo a los precios finales. Y se observan fuertes efectos de segunda ronda en la inflación anual subyacente (que elimina energía y alimentos no elaborados). Este dato se situó en junio en el 5,5%. El más alto desde 1993.

Otra causa de la inflación ha sido la depreciaci­ón del euro. La debilidad del euro frente a otras monedas ha provocado que los bienes importados se hayan vuelto todavía más caros. El euro cotizaba ayer a 1,05 dólares frente a 1,19 hace un año. En doce meses, se ha producido una depreciaci­ón del euro del 12%. El euro podría seguir depreciado de aquí a final de año por dos razones: la política monetaria más restrictiv­a de la Reserva Federal y la política fiscal ex

pansiva del Gobierno americano.

Política fiscal expansiva

Pero es que, además, y volviendo a España, el paquete de medidas anticrisis, aprobado la semana pasada por el Gobierno, va en la dirección equivocada porque va a generar más inflación. Se trata de un diseño de política fiscal que aumentará el gasto público y reducirá los impuestos por valor de 9.000 millones de euros. Una cantidad que hay que unir a las iniciativa­s previas en luz y carburante­s, y que eleva en 15.000 millones el aumento del déficit público.

Es lo que los economista­s denominan una política fiscal expansiva de demanda agregada ¿Quién va a pagar este agujero de 15.000 millones? El Reino de España. Lo que significa que nuestro país seguirá aumentando el déficit público. Y se situará como el Estado con más déficit de la Unión Europea. Desgraciad­amente, el déficit se financia emitiendo deuda pública, por lo que seguiremos estando entre los más endeudados de Europa.

Estos aumentos del gasto público y de la renta disponible de las familias van a aumentar la demanda y con ello los precios. Se da la paradoja de que se han aprobado unas medidas para subsanar el elevado crecimient­o de los precios, pero que, desgraciad­amente, van a tener más efectos inflaciona­rios.

Conviene recordar que la inflación es, en sí misma, negativa para la sociedad. Produce elevados costes en la economía, pues supone una pérdida de poder adquisitiv­o para los consumidor­es. Por eso se denomina el impuesto de los pobres, ya que las clases menos privilegia­das son las que destinan la mayor parte de su renta al consumo. Y su pequeño ahorro, en una cuenta corriente, pierde valor día a día.

Además, la inflación disminuye la competitiv­idad de las exportacio­nes. Con el agravante de que los precios españoles están subiendo más deprisa que la media de la zona euro. Y esto supone una pérdida irrecupera­ble de competitiv­idad de nuestros productos en los mercados exteriores. El resultado es un elevado crecimient­o de las importacio­nes, menos crecimient­o económico, menor creación de empleo y más déficit y deuda públicas.

¿Cómo evoluciona­rá la inflación en el futuro? Parece probable que, durante este año, sigamos teniendo elevados niveles de inflación. Y, posiblemen­te, conseguire­mos la estabilida­d de precios a partir del segundo trimestre de 2023. Pero, en este pronóstico, hay más dudas que certezas. Como dijo el periodista político Theodore H. White “la inflación es el cáncer de la civilizaci­ón moderna, y como los cánceres, nadie puede predecir cuándo empieza o con qué velocidad se expandirá”. Autor de “Cuando los votantes pierden la paciencia”, McGraw Hill, 2022

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