Los cruceros de lujo viajan hacia destinos lejanos
La necesidad de privacidad y libertad lleva a muchos viajeros a puertos poco visitados.
Madrid
Ponant Cruises forma parte del Grupo Kering, propiedad de la familia Pinault, que aglutina firmas de lujo como Gucci, Yves Saint Laurent, Boucheron, Christie’s o Cartier. Por eso, decir Ponant es sinónimo de lujo, pero también de savoir faire. El arte de disfrutar de la vida se traduce, en cualquiera de los once barcos que forman parte de la compañía, en buena gastronomía –los menús a bordo los firma Alain Ducasse–, mejores vinos y un diseño elegante. Ahora, además añaden el adjetivo inaccesible a su exclusivo catálogo.
Y es que el reducido tamaño de sus barcos permite vender a la naviera destinos a los que otras no pueden llegar. Uno de ellos es Le Commandant Charcot, un barco que se adentra en los glaciares del Ártico y que cuenta con un laboratorio a bordo para que los oceanográficos trabajen a lo largo de sus itinerarios. Inaugurado el año pasado, tiene 150 metros de eslora y 28 metros de manga, capacidad para 270 pasajeros y 187 de tripulación. Con nueve cubiertas, área wellness o conservatorio, el pasaje puede disfrutar de muchos momentos de relax en un barco que se desplaza a una velocidad de 15 nudos. “Los cruceros de expedición a lugares como Antártida o Ártico han vuelto con fuerza tras la crisis provocada por el Covid-19”, reconoce Juan Rodero, director general de Un Mundo de Cruceros, agencia que, a través de la marca StarClass, comercializa éste y otros barcos en exclusiva en España.
Entre las razones que explican esta necesidad de viajar a lugares recónditos, Enrique Bellver, CEO de Maestro Viajes, agencia especializada en viajes de lujo, destaca la necesidad de privacidad, de libertad y de exclusividad que tienen los turistas premium. “Es un tipo de cruceros que está muy de moda porque el mundo está ávido de emociones nuevas tras la pandemia”, asegura Bellver, que destaca que este año la demanda de este tipo de productos está siendo “exagerada”.
De hecho, quedan pocas plazas en muchos de los mejores cruceros del mundo, pero Bellver destaca dos tipos de viajeros muy diferenciados. “Hay un tipo de producto muy demandado por clientes que quieren vivir una experiencia en la que priman la intimidad, el servicio y la exclusividad, pero que quieren vivir aventuras ligeras. Por eso, las excursiones que se les organizan son muy controladas y de una exigencia física
Jean-Baptiste Charcot fue uno de los navegantes más destacados del siglo XX, cuando las expediciones geográficas se erigían como las grandes aventuras de la Humanidad. Por eso, Ponant Cruises ha bautizado al barco que se adentra en los glaciares del ártico como Le Commandant Charcot. Este lado más salvaje de la naviera no implica renunciar al ‘savoir faire’ francés, que se traduce en buena comida y mejores vinos. media”, señala Bellver, que añade: “Hay otro tipo de producto destinado a Millennials que buscan acceder a sitios imposibles a los que sólo se puede viajar por mar y que incluyen excursiones en helicóptero, en kayak, con esquíes o por travesía y que sólo puede vivir un tipo de público muy preparado físicamente. El servicio en el barco es lo de menos, lo importante es la aventura”.
Entre los destinos más demandados, los polos Norte y Sur, que han ganado enteros en los últimos años, pero también las Islas Galápagos, la Polinesia Francesa, las islas de Filipinas y los cruceros en Dahabiya por el Nilo, una forma de “vivir un Egipto diferente, surcar por afluentes y a templos sólo accesibles con este tipo de barcos”, concluye Bellver.