El espejismo de la inflación y las pensiones
La inflación provoca un espejismo en las cuentas públicas. La ilusión se debe a que las consecuencias económicas aparecen desacompasadas.
El déficit mejora, pero no como consecuencia de un plan de eficiencia que pudiera eliminar el gasto superfluo o duplicidades, sino por el aumento inmediato de los ingresos obtenidos de los impuestos que gravan al consumo, fundamentalmente el IVA.
La deuda pública se reduce, pero no es que tengamos menos deuda con relación a los bienes y servicios que producimos en España. Que bajara la deuda en el último trimestre del año, del 122% al 118,7%, solo es el resultado de medir nuestro endeudamiento como el cociente entre el importe total de la deuda y el PIB nominal. Al aumentar los precios se incrementa el denominador y se reduce el porcentaje.
Es una alegría ficticia, pronto el agua y las palmeras se transforman en arena. La presión de los precios aumenta el gasto público y la subida de los tipos de interés obliga a dedicar muchos más ingresos públicos para pagar nuestra gran hipoteca común.
El aumento del gasto estará marcado por lo que pase en la mayor partida presupuestaria que es, con diferencia, las pensiones. Los Presupuestos Generales de Estado, para este año, prevén un gasto en esta partida de 171 mil millones. Para que seamos conscientes hasta qué punto es relevante, en los mismos Presupuestos se estima que la suma de los ingresos por IRPF e IVA ascenderán a 175 mil millones.
La intención del Gobierno es aumentar las pensiones con el IPC, su argumento es que hay una obligación legal. Pero subir las pensiones depende de nuestra capacidad económica, no de que esté recogido en una Ley. Eso es tan ingenuo como pensar que todos estaríamos delgados si lo aprobáramos en una ley.
La otra cifra relevante es el gasto de los salarios en el sector público que, según el INE, ascendió a 147 mil millones en 2021. Aquí el Gobierno ha retrasado cualquier negociación sobre el incremento salarial que está fijado en un 2% en los Presupuestos de 2022. Los empleados del sector público perderán poder adquisitivo. También los del sector privado, los pensionistas no.
Con los datos a junio las pensiones subirían un 8,2% por la media del IPC de los últimos seis meses. Veremos cómo evoluciona el IPC hasta noviembre para completar la media de los últimos doce meses y poder tener el incremento definitivo. Pero si se mantuviera esta cifra el aumento en el gasto de las pensiones ascendería a en torno a 15 mil millones, lo que significa que en dos años, por el efecto de la inflación, el gasto por pensiones se habría incrementado en 21 mil millones.
El espejismo desaparecerá porque el aumento del gasto pondrá de manifiesto que no era tal la eficiencia en la gestión pública. Pero a la vez se volverá a generar un nuevo espejismo, la ilusión que tendrán los pensionistas de que ellos son inmunes a lo que pasa en el mundo. Crisis económicas, pandemias, guerras, inflación, da igual, pase lo que pase ellos mantendrán su nivel adquisitivo.
Y desgraciadamente no es verdad. Que tengamos después de muchos años que enfrentarnos al mercado financiero para que nos financien la deuda, la llegada a la jubilación del baby boom, el tamaño de la deuda, el peso del empleo público en nuestra economía y el peso del gasto en pensiones en los Presupuestos harán que en 2024 las pensiones no podrán revalorizarse con el IPC, simplemente no tendremos capacidad económica. Solo hay que ver la evolución de la deuda pública, que en los diez últimos años se ha duplicado, para darse cuenta de que estamos viviendo por encima de nuestras posibilidades.
Por eso volver a tomar ahora decisiones que enfrenten a generaciones es un error. La inflación a quienes más afecta es a las familias con menos recursos que no tengan ahorros, con independencia de si están jubiladas o no. En ellas se debería poner el foco en vez de seguir aumentando el gasto en pensiones que se consolida para el futuro y que pronto nos llevará a enfrentarnos a la arena del desierto.