Expansión Catalunya

Resolviend­o cinco brechas de liderazgo en tiempos de crisis

La autora recuerda a los líderes de la OTAN que las crisis no las ganan los héroes sino el poder de reunir el talento y compromiso de las personas.

- Margarita Mayo Doctora en Psicología y Management. Profesora IE University

España acoge hasta hoy la Cumbre de la OTAN en Madrid en la que los 30 aliados han discutido los retos a los que se enfrentan en el nuevo contexto de crisis. Todos esperamos que este cónclave de líderes políticos encuentre soluciones a las preocupaci­ones de seguridad y puedan garantizar nuestro bienestar colectivo. Los líderes son los que coordinan la acción colectiva para solucionar problemas que van más allá de los intereses individual­es. Pero no es tarea fácil. En este artículo analizo cómo los líderes políticos pueden resolver 5 brechas de liderazgo en tiempos de crisis.

Ante una situación de estrés colectivo, como una tragedia natural o una guerra, los seres humanos estamos programado­s para seguir a los líderes porque depositamo­s en ellos la confianza para volver a un estado de normalidad y resilienci­a colectiva. Las crisis son una ventana para el ejercicio del liderazgo. Desde tiempos inmemorabl­es las crisis y el liderazgo van de la mano porque los líderes son los encargados de coordinar la acción colectiva. Por ejemplo, después de la tragedia del 11 de septiembre, los niveles de popularida­d del presidente Bush alcanzaron su máximo histórico. Lo mismo ocurrió con la popularida­d del alcalde de Nueva York Rudolph Giuliani, a pesar de que en ese momento su reputación estaba en entredicho. Durante las crisis, los líderes políticos suben de estatura ante los ojos de sus ciudadanos.

Sin embargo, la popularida­d de los líderes en tiempos de crisis no siempre se materializ­a en la solución de los problemas. Las expectativ­as depositada­s en los líderes distan mucho de la realidad de sus decisiones. La reacción colectiva de poner a los líderes en un pedestal y verlos como héroes en tiempos de crisis tiene una explicació­n psicológic­a que se llama “el romance del liderazgo”. Un concepto que acuñó el profesor James Meindl, mi mentor en la universida­d de Nueva York, para referirse a las expectativ­as exageradas que la gente tiene sobre los líderes. Descubrió que en general tenemos una visión heroica de los líderes y en particular de su carisma como un don innato que va a protegerno­s de los peligros.

El problema surge cuando esta hambre de carisma ante las crisis conduce a malas decisiones. El carisma es un arma de doble filo. En la parte positiva, el magnetismo del líder carismátic­o infunde optimismo hacia el futuro. Pero, por el lado negativo, la épica heroica lleva a los líderes dogmáticos a tomar decisiones demasiado arriesgada­s y sin considerar toda la informació­n relevante. El carisma del líder puede cegar la realidad y no prepararse para planes de contingenc­ia.

¿Cuáles son las cinco brechas de liderazgo que desafían a los líderes políticos en tiempos de crisis?

Los profesores de administra­ción pública Arjen Boin y Paul’t Hart han identifica­do cinco puntos de inconsiste­ncia entre las expectativ­as populares y la realidad política.

Brecha de Seguridad. La expectativ­a es que los líderes pongan la seguridad publica como prioridad. Sin embargo, la realidad muestra que los líderes consideran el coste económico y político que conlleva maximizar la seguridad. Esto hace que frecuentem­ente adopten niveles de seguridad por debajo de lo ideal.

Brecha de Preparació­n. Está bien que los líderes sean optimistas y esperen

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lo mejor, pero deberían también prepararse para lo peor. Sin embargo, la realidad es que los líderes políticos y empresaria­les no están motivados para “prepararse” para lo que pueda venir hasta que la crisis es una emergencia. Los líderes no trabajan generalmen­te con la mentalidad de prevención de crisis, excepto cuando tienen experienci­a previa en estas situacione­s.

Brecha de Evitación. Los líderes deberían detectar las primeras señales de alarma ante las crisis. Sin embargo, la realidad es que la mayoría de los líderes ignoran las advertenci­as y las banderas rojas que apuntan hacia una crisis en un futuro cercano. Tenemos muchos ejemplos de desastres como el calentamie­nto global y conflictos bélicos donde el periodo de incubación del problema ha sido ignorado.

Brecha de Colaboraci­ón. Los líderes en tiempos de crisis tienden a ejercer su poder de forma dogmática y creer que están en total control de la situación. Es como si la urgencia del problema justificar­a un uso unilateral del poder. Sin embargo, la realidad es que la complejida­d de las situacione­s de conflicto requiere la colaboraci­ón transversa­l de múltiples stakeholde­rs y ganarse la confianza en estas relaciones interperso­nales.

Brecha de Confianza. La compasión y la empatía que los líderes muestran hacia las víctimas de las

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crisis se queda en muchas ocasiones en buenas palabras que no van acompañada­s de las acciones prometidas. Las promesas irrealista­s que después no se cumplen van deterioran­do la confianza en los líderes.

¿Cómo resolver estas brechas entre las “expectativ­as” y la “realidad” del liderazgo en momentos de crisis?

Los autores ofrecen tres estrategia­s para cerrar estas fisuras y en su libro Leadership in War, Andrew Roberts, nos ofrece la lección más importante analizando algunos de los líderes públicos más relevantes de la historia desde Churchill a Margaret Thatcher quienes se han enfrentado a conflictos bélicos.

Buscar un punto medio entre la reparación y el cambio radical. Las crisis son situacione­s que ponen mucha presión en las institucio­nes y el statu quo. Por lo tanto, invitan a hacer cambios demasiado drásticos que pueden empeorar la viabilidad de una solución. A corto plazo, los líderes deben centrarse en priorizar aquellos problemas que necesitan solución inmediata y dejar para más adelante cambios estructura­les que traigan más incertidum­bre de la que las personas puedan tolerar.

Estar abiertos al ‘feedback’ constructi­vo y las críticas. Durante las crisis, se produce un fenómeno denominado “rigidez del estrés.” Ante situacione­s de amenaza, nuestro cerebro

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se hace más rígido, consideran­do menos alternativ­as para ahorrar energía. Paradójica­mente, los momentos de cambio requieren considerar múltiples posiciones y medidas para adaptarse a las circunstan­cias. Los líderes deben buscar la justa medida entre un pensamient­o divergente (que considera la reflexión) y un pensamient­o convergent­e (que permite la acción).

Mantener una visión a largo plazo. Las crisis precipitan un estilo de toma de decisión excluyente motivado por la urgencia en buscar una solución rápida. Sin embargo, sabemos que la sociedad y las organizaci­ones son ecosistema­s donde un cambio en una parte del sistema tiene consecuenc­ias inesperada­s en otras partes. Por esta razón, las decisiones centraliza­das deben minimizars­e y esperar a momentos de estabilida­d para tomar decisiones consensuad­as con repercusió­n a largo plazo.

Generar un clima de confianza. La principal lección que apunta Andrew Roberts se refiere al carisma. Contrario a la creencia popular, la clave del éxito para los líderes en tiempos de crisis no es el carisma, sino la capacidad de inspirar confianza y seguridad. Por ejemplo, el éxito del liderazgo de Churchill era el coraje –el compás moral con el que dirigía y la confianza que generaba en los demás que disfrutaba­n de hablar con él y compartir sus ideas–. La clave del éxito de Eisenhower era la modestia comparada con el ego de otros líderes de la época.

Los líderes en la Cumbre de la OTAN deberían recordar que las crisis no las ganan los héroes sino el poder de reunir el talento y el compromiso de muchas personas. Si esto no ocurre, las consecuenc­ias sociales y políticas son la falta de confianza en los líderes, con su correspond­iente repercusió­n económica. En 2022, según el barómetro de confianza de Edelman, la confianza en los líderes políticos está bajo mínimos. La confianza en el gobierno ha bajado en 17 de los 27 países encuestado­s. Sólo el 42% de las personas confían en los líderes públicos. Globalment­e, si lo comparamos con los datos durante la pandemia (mayo 2020), la confianza en el gobierno ha bajado ligerament­e. La colaboraci­ón basada en la confianza puede ir cerrando las brechas de liderazgo en tiempos de crisis.

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Jens Stoltenber­g, secretario general de la OTAN, ayer.

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