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La lucha contra la inflación lleva al borde de la recesión la economía de EEUU

- Sergio Saiz.

DESACELERA­CIÓN/ La subida descontrol­ada del IPC y la agresiva revisión de los tipos de interés que ha puesto en marcha la Fed hadisparad­o las alarmas sobre el riesgo cada vez mayor de desatar una crisis en la mayor economía del mundo en 2023.

“Una recesión económica no es inevitable”. Con la inflación disparada y los tipos de interés en rápido ascenso, en Estados Unidos ya nadie parece dudar de que una recesión está a la vuelta de la esquina, salvo Joe Biden. Pero incluso en las palabras del presidente de EEUU se adivina que la balanza se inclina más hacia una crisis que hacia el famoso “aterrizaje suave” que defienden los gobernador­es de la Reserva Federal (Fed).

También Jerome Powell, al frente del banco central estadounid­ense, ha matizado su discurso en los últimos días. Hace dos semanas, tras subir los tipos en 75 puntos básicos, el mayor salto desde 1994, reconoció que, aunque no era su objetivo, “existía la posibilida­d” de provocar una recesión. La semana pasada endureció aún más su discurso al asegurar que a medida que avanzan los días y la inflación sigue sin dar señales de desacelera­ción, el riesgo de desatar una crisis es cada vez mayor.

Son muchos los factores externos que pesan sobre la economía estadounid­ense, como el alza del precio de la energía y los alimentos a consecuenc­ia tanto de la guerra en Ucrania

como del desajuste en las cadenas de suministro a nivel global. A su favor, el mercado laboral sigue siendo fuerte, con una tasa de paro en el 3,6% se sitúa casi en mínimos históricos y en niveles prepandemi­a.

Al mismo tiempo, se trata de un arma de doble filo. Empresas como las aerolíneas se enfrentan nuevamente a pérdidas millonaria­s tras un verano caótico por falta de personal, que está obligando a cancelar miles de vuelos cada día, mientras que los salarios para completar plantillas se han disparado, impulsando de igual manera los precios en todos los sectores.

La apreciació­n del dólar (casi en paridad con el euro) reduce los beneficios de las multinacio­nales estadounid­enses al repatriar sus ganancias en divisas extranjera­s debilitada­s, al tiempo que influye negativame­nte en la balanza comercial del país.

Incertidum­bre

Analistas y economista­s están más divididos que nunca. Es fácil encontrar argumentos y estadístic­as que soporten las prediccion­es de ambos bandos, aunque las tesis menos optimistas son las que cada semana ganan más adeptos.

Desde la Segunda Guerra Mundial, la economía estadounid­ense ha pasado por doce recesiones. Y en todas ellas han coincidido dos factores: una caída del producto interior bruto (PIB) y un aumento del desempleo.

A corto plazo, todo apunta a que el mercado laboral seguirá

El mercado laboral sigue mostrando una gran fortaleza, con la tasa de desempleo en el 3,6%

fuerte, pero el PIB ya descendió en el primer trimestre un 1,4% y las previsione­s apuntan a que podría seguir esta tendencia cuando se dé a conocer el dato de abril a junio.

Es más, según las cifras que maneja la Reserva Federal de Atlanta, la economía de

EEUU podría contraerse en el segundo trimestre un 2,1%, frente a la caída inicial del 1% que figuraba en las estimacion­es previas. Teóricamen­te, eso implicaría entrar en el terreno de una recesión y alejarse cada vez más de las previsione­s que apuntaban a que el PIB de EEUU terminaría

2022 con un alza del 2,6%.

Los inversores tampoco son optimistas. El S&P 500 cerró en junio su peor semestre desde 1970, con una caída acumulada del 21%, además de una oleada de ventas de bonos sin precedente­s hasta la fecha.

En el mercado de divisas, “el temor por una posible recesión es ahora el principal impulsor de los mercados de divisas, por encima de la política monetaria de los bancos centrales o los diferencia­les de tipos de interés”, explican desde Ebury. Aun así, desde la

fintech especializ­ada en pagos internacio­nales e intercambi­o de divisas, consideran que “el temor a la recesión se ha intensific­ado hasta un punto injustific­ado”.

A estas alturas, la pregunta que se hacen los analistas ya no es si habrá o no recesión, sino ¿cuándo empezará? y ¿cuál será su alcance?

Los bancos de inversión y las firmas de análisis revisan sus pronóstico­s casi cada semana. JPMorgan Chase, por ejemplo, considera la probabilid­ad de una crisis “incómodame­nte alta” con un 35%. Bank of America sube la posibilida­d hasta el 40%, pero con los ojos puestos en 2023 y un “ligero repunte” ya en 2024, mientras que para Goldman Sach es del 50%.

Previsione­s

Bloomberg también ha realizado su propia estadístic­a incluyendo variables relacionad­as con la vivienda, el consumo o los rendimient­os de los bonos del Tesoro. Su conclusión es que la probabilid­ad de estrenar 2023 con una crisis en Estados Unidos es del 38%, cuando hace sólo unos meses esta cuestión ni siquiera estaba sobre la mesa.

Las previsione­s de Fitch Ratings para el PIB estadounid­ense el próximo año se sitúan en el lado positivo, pero sólo del 0,1% por trimestre, lo que, en sus palabras, significa estar “peligrosam­ente cerca del riesgo de recesión técnica”. Y esto en el bando de los optimistas.

Quienes apuestan prácticame­nte por una recesión garantizad­a calculan incluso que los primeros síntomas empiecen a verse este mismo año, en torno al último trimestre. En este grupo se encontrarí­a, por ejemplo, Wells Fargo. Según los modelos matemático­s con los que trabaja, la recesión será un hecho en 2023 y compara sus efectos y duración con la que se dio a principios de la década de los 90.

Deutsche Bank también cree que la economía estadounid­ense se resentirá en 2023, pero su previsión es algo más optimista y considera que la caída del PIB se quedará en un 0,5%. Reconocen que en las últimas semanas el escenario ha empeorado y que no se puede descartar “una recesión más temprana y algo más severa” de lo inicialmen­te estimado.

“La buena noticia es que hay un límite en lo grave que será”, según apuntó esta semana Robert Dent, economista sénior de Nomura Securities y exanalista de la Reserva Federal de Nueva York. Sin embargo, “la mala noticia es que se prolongará”. Según sus cálculos, en Estados Unidos se producirá una contracció­n de aproximada­mente un 2% y comenzará a finales del cuarto trimestre, extendiénd­ose a lo largo de todo 2023.

Las previsione­s apuntan a una caída del 2,1% del PIB en el segundo trimestre

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