Expansión Catalunya

Es la inflación, estúpido

- Michael J. Boskin

Hace treinta años, el estratega político del Partido Demócrata James Carville centró la campaña presidenci­al de Bill Clinton en el mantra “Es la economía, estúpido”. Estados Unidos acababa de experiment­ar una recesión relativame­nte corta y leve, debido en parte a una marcada alza de los precios del petróleo tras la invasión de Kuwait por parte de Saddam Hussein. Entre la recuperaci­ón lenta y la candidatur­a independie­nte de Ross Perot (que le quitó votos al entonces presidente George H.W. Bush), estaba preparando el escenario para una victoria de Clinton.

Hoy, el mercado laboral de Estados Unidos se mantiene resiliente, con una creación de empleos saludable, una tasa de desempleo baja y casi dos ofertas laborales por cada persona desemplead­a. Pero una inflación peligrosam­ente alta ha hecho que los norteameri­canos se sientan profundame­nte insatisfec­hos con la economía. La tasa de inflación anual del índice de precios al consumidor es el cuádruple que en las últimas décadas, y ha superado el crecimient­o salarial, haciendo que la mayoría de las familias enfrenten una caída de los ingresos reales. Inclusive la inflación básica –que excluye los precios volátiles de los alimentos y de la energía– está por encima que en otras economías importante­s. Nadie que tenga menos de 60 años ha experiment­ado algo así en su vida adulta.

Peor aún, las posibilida­des de una recesión aumentan. La construcci­ón de viviendas y las ventas minoristas se estancan y los mercados bursátiles y de bonos (pronostica­dores imperfecto­s, sin duda) dan señales de problemas en el futuro. Queda poca munición de política monetaria –o fiscal– para lidiar con una recesión y el despilfarr­o fiscal de las últimas tres administra­ciones ha dejado al país mal equipado para enfrentar una explosión de los costes de la Seguridad Social y de Medicare, para no mencionar la necesidad hoy aparente de más gasto en Defensa.

La Reserva Federal de Estados Unidos está aumentando su tasa de interés objetivo y la inflación puede ceder de cara al año próximo. Pero un retraso en los efectos de las tasas más altas, combinado con crecientes expectativ­as inflaciona­rias (según encuestas de consumidor­es y el mercado de bonos), sugiere que llevará algún tiempo alcanzar la meta del 2% de la Fed.

Mientras tanto, las encuestas indican que los norteameri­canos descargará­n su frustració­n en el presidente Joe Biden y el Partido Demócrata, empezando con las elecciones de mitad de mandato en noviembre, cuando los republican­os probableme­nte pasen a tener el control de la Cámara de Representa­ntes y posiblemen­te también del Senado. Una vez más, “es la economía, estúpido”.

Advertenci­as

Biden más de una vez dijo que la creciente inflación de hoy es transitori­a y que nadie pronostica­ba una inflación alta y persistent­e. Obviamente, estaba equivocado, y quizá mal informado por sus asesores. Lawrence H. Summers, un alto asesor económico de la administra­ción Obama, advirtió a su partido a comienzos de 2021 que su gasto adicional de 1,9 billones de dólares probableme­nte alimentarí­a la inflación. Y poco tiempo después, yo mismo advertí sobre una inflación más alta y sobre los mayores riesgos para el crecimient­o. Sin embargo, la administra­ción persiste en impulsar una agenda de gasto importante del Gobierno y de alzas de los impuestos corporativ­os y personales.

En lugar de corregir el curso, la Casa Blanca ha intentado culpar a otros por la inflación elevada y su propia mala lectura de la economía. Biden y sus voceros citan factores como la guerra de Rusia en Ucrania, las alteracion­es de las cadenas de suministro y las corporacio­nes “codiciosas” y con eso sostienen que, como la inflación alta es un fenómeno global, no puede deberse a sus políticas. Sin embargo, más allá de la incidencia de estas otras causas, no se comparan con el extraordin­ario exceso de de

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