Es la inflación, estúpido
Hace treinta años, el estratega político del Partido Demócrata James Carville centró la campaña presidencial de Bill Clinton en el mantra “Es la economía, estúpido”. Estados Unidos acababa de experimentar una recesión relativamente corta y leve, debido en parte a una marcada alza de los precios del petróleo tras la invasión de Kuwait por parte de Saddam Hussein. Entre la recuperación lenta y la candidatura independiente de Ross Perot (que le quitó votos al entonces presidente George H.W. Bush), estaba preparando el escenario para una victoria de Clinton.
Hoy, el mercado laboral de Estados Unidos se mantiene resiliente, con una creación de empleos saludable, una tasa de desempleo baja y casi dos ofertas laborales por cada persona desempleada. Pero una inflación peligrosamente alta ha hecho que los norteamericanos se sientan profundamente insatisfechos con la economía. La tasa de inflación anual del índice de precios al consumidor es el cuádruple que en las últimas décadas, y ha superado el crecimiento salarial, haciendo que la mayoría de las familias enfrenten una caída de los ingresos reales. Inclusive la inflación básica –que excluye los precios volátiles de los alimentos y de la energía– está por encima que en otras economías importantes. Nadie que tenga menos de 60 años ha experimentado algo así en su vida adulta.
Peor aún, las posibilidades de una recesión aumentan. La construcción de viviendas y las ventas minoristas se estancan y los mercados bursátiles y de bonos (pronosticadores imperfectos, sin duda) dan señales de problemas en el futuro. Queda poca munición de política monetaria –o fiscal– para lidiar con una recesión y el despilfarro fiscal de las últimas tres administraciones ha dejado al país mal equipado para enfrentar una explosión de los costes de la Seguridad Social y de Medicare, para no mencionar la necesidad hoy aparente de más gasto en Defensa.
La Reserva Federal de Estados Unidos está aumentando su tasa de interés objetivo y la inflación puede ceder de cara al año próximo. Pero un retraso en los efectos de las tasas más altas, combinado con crecientes expectativas inflacionarias (según encuestas de consumidores y el mercado de bonos), sugiere que llevará algún tiempo alcanzar la meta del 2% de la Fed.
Mientras tanto, las encuestas indican que los norteamericanos descargarán su frustración en el presidente Joe Biden y el Partido Demócrata, empezando con las elecciones de mitad de mandato en noviembre, cuando los republicanos probablemente pasen a tener el control de la Cámara de Representantes y posiblemente también del Senado. Una vez más, “es la economía, estúpido”.
Advertencias
Biden más de una vez dijo que la creciente inflación de hoy es transitoria y que nadie pronosticaba una inflación alta y persistente. Obviamente, estaba equivocado, y quizá mal informado por sus asesores. Lawrence H. Summers, un alto asesor económico de la administración Obama, advirtió a su partido a comienzos de 2021 que su gasto adicional de 1,9 billones de dólares probablemente alimentaría la inflación. Y poco tiempo después, yo mismo advertí sobre una inflación más alta y sobre los mayores riesgos para el crecimiento. Sin embargo, la administración persiste en impulsar una agenda de gasto importante del Gobierno y de alzas de los impuestos corporativos y personales.
En lugar de corregir el curso, la Casa Blanca ha intentado culpar a otros por la inflación elevada y su propia mala lectura de la economía. Biden y sus voceros citan factores como la guerra de Rusia en Ucrania, las alteraciones de las cadenas de suministro y las corporaciones “codiciosas” y con eso sostienen que, como la inflación alta es un fenómeno global, no puede deberse a sus políticas. Sin embargo, más allá de la incidencia de estas otras causas, no se comparan con el extraordinario exceso de de