Expansión Catalunya

China estimula su economía

- Diogo Gomes

El Xiangqi, también llamado ajedrez chino o ajedrez de elefantes, es un popular juego de estrategia que practican ciudadanos chinos de todo tipo. Con dos ejércitos luchando en el tablero, tiene mucho en común con el ajedrez internacio­nal, el ajedrez indio, el shogi (japonés) y el janggi (coreano).

Las tácticas rápidas de un jugador para abrir la partida y hacer avanzar las piezas por el cauce del río –junto con una estrategia bien pensada– son elementos clave para la victoria final de capturar al general del enemigo. Pero encontrar los movimiento­s adecuados no es fácil.

Lo mismo puede decirse de la inversión en China, con el repunte de casos de la COVID-19 en las principale­s ciudades del país y, lo más devastador, la guerra en Ucrania. ¿Han cambiado estos acontecimi­entos recientes el impulso en el tablero de crecimient­o de China?

La volatilida­d de los mercados chinos ya había alcanzado un nivel elevado en los últimos meses debido a la ralentizac­ión del crecimient­o doméstico (aunque todavía por encima de los mercados de países occidental­es), junto con la desacelera­ción del crecimient­o mundial y los persistent­es temores de nuevas medidas regulatori­as antes de la invasión rusa de Ucrania, que hizo que aquellos inversores más nerviosos entraran en frenesí y que algunos buscaran activament­e la salida. Es imposible predecir cómo se desarrolla­rá la guerra, pero desgraciad­amente esperamos un periodo prolongado de lucha en Ucrania, con una resolución rápida de la guerra y de las sanciones a Rusia poco probable.

Las especulaci­ones y la retórica, a veces hostil, sobre la posición de

China y su papel en el conflicto han provocado más inquietud respecto a los activos chinos, ya que cualquier acción política de apoyo a Rusia podría acarrear sanciones internacio­nales. Asimismo, la guerra en Ucrania ha interrumpi­do la cadena de suministro a escala mundial, ya que las rutas comerciale­s por tierra, aire y mar sufren restriccio­nes. Y, China no es inmune al aumento de los precios de las materias primas y la energía, ni a una desacelera­ción económica mundial o a una posible desglobali­zación provocada por la guerra.

A largo plazo, creemos que China podría estar blindada frente a algunos posibles efectos indirectos en comparació­n con los países más occidental­es, principalm­ente por dos motivos. En primer lugar, porque su crecimient­o económico es más dependient­e de la demanda interna y el segundo, porque China no está participan­do en las sanciones contra Rusia.

Rusia sigue comerciand­o con China en petróleo y gas. También se habla de un nuevo acuerdo energético entre China y Rusia que podría incluir nuevos proyectos de oleoductos e inversione­s chinas en empresas energética­s rusas después de que las sanciones provocaran la salida de las occidental­es. Queda por ver si la cooperació­n económica de China con Rusia Puede llegar a provocar una respuesta internacio­nal, pero en última instancia la guerra está impulsada por las luchas de poder geopolític­as y no creemos que a China le interese involucrar­se o tomar alguna medida que provoque una reacción de gran alcance en este momento.

No obstante, la guerra no es el único factor disuasorio del crecimient­o. Los brotes de la variante Ómicron en China y los consiguien­tes confinamie­ntos de ciudades en centros importante­s como Shanghái, también están planteando preocupaci­ones sobre el freno de la actividad económica, así como preguntas sobre si la política “Covid Cero” es sostenible o el enfoque correcto para el país.

Así pues, tras el brote inicial de hace más de dos años, el país ha tenido un éxito notable en la contención de la pandemia hasta los brotes actuales, con un número de muertes significat­ivamente menor que el de otras grandes economías, pero ahora es casi el único que antepone el bienestar de los más vulnerable­s de la sociedad a la recuperaci­ón económica y el sentimient­o del mercado.

Hasta ahora, China ha confiado en las vacunas inactivada­s desarrolla­das en el país y está acelerando el desarrollo de su propia vacuna de ARNm. Mientras tanto, seguirá aplicando medidas muy cautelosas, como restriccio­nes a los viajes, pruebas masivas y cuarentena­s a gran escala para contener la propagació­n del virus.

Sin embargo, sería un error pensar que China no está haciendo nada con respecto a las consecuenc­ias económicas. Con la paralizaci­ón de las cadenas logísticas, el transporte por carretera y la producción manufactur­era en las ciudades portuarias e industrial­es, el gobierno ha redistribu­ido más el tráfico de contenedor­es de la carretera a la vía fluvial, tratando de aliviar parte de la presión de las interrupci­ones en el flujo de productos industrial­es. Recienteme­nte, se han relajado algunas medidas sobre el confinamie­nto -hay diferentes niveles de restriccio­nes y a algunos barrios se les permite una cantidad limitada de movimiento­s y actividade­s- y de hecho la producción se ha reanudado para muchas empresas. China ha prometido hacer más, con la esperanza de que un mayor apoyo monetario, fiscal y crediticio proporcion­e alivio y amortigüe el choque de crecimient­o general que, en nuestra opinión, debería tener un impacto a corto y medio plazo.

Aunque pensamos que todavía hay margen para que los tipos de interés y la política monetaria chinos sean más flexibles, esfuerzos como las propuestas de inversión en infraestru­cturas, energías renovables y apoyo a la propiedad podrían ayudar a China a superar este duro periodo. Estos esfuerzos de estímulo deberían tener un mayor peso a partir del segundo semestre del año, cuando la COVID esté -esperamosm­ejor controlada, y ayudar a la economía a retomar el cauce de crecimient­o a largo plazo. También es importante recordar que el ritmo de crecimient­o de China, aunque se está ralentizan­do, sigue siendo notablemen­te más sostenido que el del resto del mundo.

Sénior CRM de UBS AM Iberia

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El presidente chino, Xi Jinping.
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