China estimula su economía
El Xiangqi, también llamado ajedrez chino o ajedrez de elefantes, es un popular juego de estrategia que practican ciudadanos chinos de todo tipo. Con dos ejércitos luchando en el tablero, tiene mucho en común con el ajedrez internacional, el ajedrez indio, el shogi (japonés) y el janggi (coreano).
Las tácticas rápidas de un jugador para abrir la partida y hacer avanzar las piezas por el cauce del río –junto con una estrategia bien pensada– son elementos clave para la victoria final de capturar al general del enemigo. Pero encontrar los movimientos adecuados no es fácil.
Lo mismo puede decirse de la inversión en China, con el repunte de casos de la COVID-19 en las principales ciudades del país y, lo más devastador, la guerra en Ucrania. ¿Han cambiado estos acontecimientos recientes el impulso en el tablero de crecimiento de China?
La volatilidad de los mercados chinos ya había alcanzado un nivel elevado en los últimos meses debido a la ralentización del crecimiento doméstico (aunque todavía por encima de los mercados de países occidentales), junto con la desaceleración del crecimiento mundial y los persistentes temores de nuevas medidas regulatorias antes de la invasión rusa de Ucrania, que hizo que aquellos inversores más nerviosos entraran en frenesí y que algunos buscaran activamente la salida. Es imposible predecir cómo se desarrollará la guerra, pero desgraciadamente esperamos un periodo prolongado de lucha en Ucrania, con una resolución rápida de la guerra y de las sanciones a Rusia poco probable.
Las especulaciones y la retórica, a veces hostil, sobre la posición de
China y su papel en el conflicto han provocado más inquietud respecto a los activos chinos, ya que cualquier acción política de apoyo a Rusia podría acarrear sanciones internacionales. Asimismo, la guerra en Ucrania ha interrumpido la cadena de suministro a escala mundial, ya que las rutas comerciales por tierra, aire y mar sufren restricciones. Y, China no es inmune al aumento de los precios de las materias primas y la energía, ni a una desaceleración económica mundial o a una posible desglobalización provocada por la guerra.
A largo plazo, creemos que China podría estar blindada frente a algunos posibles efectos indirectos en comparación con los países más occidentales, principalmente por dos motivos. En primer lugar, porque su crecimiento económico es más dependiente de la demanda interna y el segundo, porque China no está participando en las sanciones contra Rusia.
Rusia sigue comerciando con China en petróleo y gas. También se habla de un nuevo acuerdo energético entre China y Rusia que podría incluir nuevos proyectos de oleoductos e inversiones chinas en empresas energéticas rusas después de que las sanciones provocaran la salida de las occidentales. Queda por ver si la cooperación económica de China con Rusia Puede llegar a provocar una respuesta internacional, pero en última instancia la guerra está impulsada por las luchas de poder geopolíticas y no creemos que a China le interese involucrarse o tomar alguna medida que provoque una reacción de gran alcance en este momento.
No obstante, la guerra no es el único factor disuasorio del crecimiento. Los brotes de la variante Ómicron en China y los consiguientes confinamientos de ciudades en centros importantes como Shanghái, también están planteando preocupaciones sobre el freno de la actividad económica, así como preguntas sobre si la política “Covid Cero” es sostenible o el enfoque correcto para el país.
Así pues, tras el brote inicial de hace más de dos años, el país ha tenido un éxito notable en la contención de la pandemia hasta los brotes actuales, con un número de muertes significativamente menor que el de otras grandes economías, pero ahora es casi el único que antepone el bienestar de los más vulnerables de la sociedad a la recuperación económica y el sentimiento del mercado.
Hasta ahora, China ha confiado en las vacunas inactivadas desarrolladas en el país y está acelerando el desarrollo de su propia vacuna de ARNm. Mientras tanto, seguirá aplicando medidas muy cautelosas, como restricciones a los viajes, pruebas masivas y cuarentenas a gran escala para contener la propagación del virus.
Sin embargo, sería un error pensar que China no está haciendo nada con respecto a las consecuencias económicas. Con la paralización de las cadenas logísticas, el transporte por carretera y la producción manufacturera en las ciudades portuarias e industriales, el gobierno ha redistribuido más el tráfico de contenedores de la carretera a la vía fluvial, tratando de aliviar parte de la presión de las interrupciones en el flujo de productos industriales. Recientemente, se han relajado algunas medidas sobre el confinamiento -hay diferentes niveles de restricciones y a algunos barrios se les permite una cantidad limitada de movimientos y actividades- y de hecho la producción se ha reanudado para muchas empresas. China ha prometido hacer más, con la esperanza de que un mayor apoyo monetario, fiscal y crediticio proporcione alivio y amortigüe el choque de crecimiento general que, en nuestra opinión, debería tener un impacto a corto y medio plazo.
Aunque pensamos que todavía hay margen para que los tipos de interés y la política monetaria chinos sean más flexibles, esfuerzos como las propuestas de inversión en infraestructuras, energías renovables y apoyo a la propiedad podrían ayudar a China a superar este duro periodo. Estos esfuerzos de estímulo deberían tener un mayor peso a partir del segundo semestre del año, cuando la COVID esté -esperamosmejor controlada, y ayudar a la economía a retomar el cauce de crecimiento a largo plazo. También es importante recordar que el ritmo de crecimiento de China, aunque se está ralentizando, sigue siendo notablemente más sostenido que el del resto del mundo.
Sénior CRM de UBS AM Iberia