La autoridad de un primer ministro
Sir Keir Starmer, líder del partido laborista, dijo antes de que se produjera la dimisión de Boris Johnson: “Boris no está capacitado para gobernar y debe dejar el cargo ahora mismo. No puede mantenerse en Downing Street durante meses”. La autoridad de un primer ministro de Gran Bretaña empieza y termina en el Parlamento. Pero los que lo defendían, denominados los Cavaliers, tenían la idea de que la legitimidad de Boris Johnson depende directamente del pueblo. Según ellos, Johnson no fue simplemente elegido por 25.000 electores en sus distritos (constituences) de Uxbridge y Ruislif South, o por sus colegas de las bancadas de los Tories, sino por todos los que votaron a favor de los Conservadores en las elecciones generales de 2019.
Uno de sus aliados más próximos ha venido sosteniendo, especialmente en los momentos más críticos, que es ridículo que un pequeño número de parlamentarios puedan decidir sobre lo que han votado 14 millones de personas.
Pero para muchos era una especie de “dimisión anunciada” y recuerdan sus campañas a favor del Brexit, montado en autobuses haciendo campaña con Nigel Paul Farage, con noticias dudosas sobre las ventajas para los británicos de abandonar a los europeos al otro lado del canal. Debían recuperar la libertad de poder decidir sobre su futuro, el control de la emigración y sus aguas de pesca. Los jóvenes pensaron que no estaba en juego nada que tuviera que ver con su futuro y los de edad avanzada creyeron que ya poco tenían que decir, aunque se sintieran molestos por el aumento de la emigración ilegal o no regulada. El resultado del Brexit se debió al abandono de los que se jugaban su futuro, pero no les importaba, y a los que creyeron a pies juntillas con las noticias manipuladas (las penosas fake news). Y a partir de entonces empezó lo que The Economist denominó el principio del declive de Gran Bretaña.
¿Cómo empezó todo? Al estallar la pandemia, Boris Johnson rechazó su virulencia, pero terminó contagiándose y entonces se dio cuenta, desde un hospital, de que la primera oleada del Covid-19 era realmente grave. Se establecieron duras medidas de confinamiento, pero el destino es cruel con los que no siguen las reglas. Algunos tomaron fotografías y otros lo revelaron sin recato y se supo que en la casa del gobierno (Downing Street 10) se habían celebrado fiestas con grupos de miembros del gobierno, tomando bebidas alcohólicas y no respetando las estrictas medidas de confinamiento que estaban siguiendo los ciudadanos británicos de a pie. La prensa difundió esas imágenes y en el Parlamento Boris Johnson tuvo que pedir disculpas por haber incumplido las normas que él mismo había impuesto a la población. La crispación llegó al límite cuando le llegó una multa de la policía por incumplimiento de las reglas de confinamiento en repetidas ocasiones.
La cuestión se precipitó cuando empezaron las dimisiones de sus colaboradores más estrechos. Fueron muy serias las del Ministro de Finanzas y el de Sanidad. Pero eso fue solamente el principio de una debacle, en la que fueron sumándose desde Ministros a Secretarios de Estado. Llegó un momento en que Johnson, que según Financial Times, ha sido uno de los líderes de Gran Bretaña más controvertidos de los tiempos modernos, tuvo que salir en defensa de su tarea de gobierno. Y él mantuvo que pasarían meses hasta que un posible líder de la oposición pudiera formar gobierno y que él no abandonaría su mandato.
No obstante, muchos conservadores, incluyendo a un buen número de ministros que ya habían presentado su dimisión, se agruparon para pedirle que abandonara Downing Street inmediatamente. Uno dijo, “Ya no puedo estar a sus órdenes bajo ninguna consideración”. Sir John Major, el que fuera primer ministro Conservador dijo que era absolutamente irresponsable que Boris Johnson mantuviera durante tres meses un poder que ya no tenía. Sería una posición insostenible. Johnson no ha dejado de defenderse. “El instinto de huida de una manada es a veces imparable”. Pero las dimisiones aumentaron. Un parlamentario del grupo de los Conservadores dijo que Boris Johnson debía dejar el gobierno dentro de la misma semana en que se acumularon las dimisiones. Era ya una cuestión de hechos consumados.
Y mientras tanto, la City (la plaza Financiera de Londres) ha perdido la mitad de las acciones que cotizaban en la Bolsa de Londres y se habían desplazado a otra plaza de proyección internacional. Ganó Ámsterdam. Pero Londres mantuvo su famoso Mercado de Metales y, lo que es más importante, el Mercado al Por Mayor de Seguros Mundiales (Lloyds), para buques y grandes pólizas. A pesar de eso, a raíz de la invasión de Rusia contra Ucrania muchos oligarcas perdieron sus fortunas (y uno de ellos un estadio de fútbol). Pero las cuestiones de ética, comportamiento político y plan de futuro han podido más que todo lo demás.