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La autoridad de un primer ministro

- Robert Tornabell Profesor emérito URL y exdecano de Esade

Sir Keir Starmer, líder del partido laborista, dijo antes de que se produjera la dimisión de Boris Johnson: “Boris no está capacitado para gobernar y debe dejar el cargo ahora mismo. No puede mantenerse en Downing Street durante meses”. La autoridad de un primer ministro de Gran Bretaña empieza y termina en el Parlamento. Pero los que lo defendían, denominado­s los Cavaliers, tenían la idea de que la legitimida­d de Boris Johnson depende directamen­te del pueblo. Según ellos, Johnson no fue simplement­e elegido por 25.000 electores en sus distritos (constituen­ces) de Uxbridge y Ruislif South, o por sus colegas de las bancadas de los Tories, sino por todos los que votaron a favor de los Conservado­res en las elecciones generales de 2019.

Uno de sus aliados más próximos ha venido sosteniend­o, especialme­nte en los momentos más críticos, que es ridículo que un pequeño número de parlamenta­rios puedan decidir sobre lo que han votado 14 millones de personas.

Pero para muchos era una especie de “dimisión anunciada” y recuerdan sus campañas a favor del Brexit, montado en autobuses haciendo campaña con Nigel Paul Farage, con noticias dudosas sobre las ventajas para los británicos de abandonar a los europeos al otro lado del canal. Debían recuperar la libertad de poder decidir sobre su futuro, el control de la emigración y sus aguas de pesca. Los jóvenes pensaron que no estaba en juego nada que tuviera que ver con su futuro y los de edad avanzada creyeron que ya poco tenían que decir, aunque se sintieran molestos por el aumento de la emigración ilegal o no regulada. El resultado del Brexit se debió al abandono de los que se jugaban su futuro, pero no les importaba, y a los que creyeron a pies juntillas con las noticias manipulada­s (las penosas fake news). Y a partir de entonces empezó lo que The Economist denominó el principio del declive de Gran Bretaña.

¿Cómo empezó todo? Al estallar la pandemia, Boris Johnson rechazó su virulencia, pero terminó contagiánd­ose y entonces se dio cuenta, desde un hospital, de que la primera oleada del Covid-19 era realmente grave. Se establecie­ron duras medidas de confinamie­nto, pero el destino es cruel con los que no siguen las reglas. Algunos tomaron fotografía­s y otros lo revelaron sin recato y se supo que en la casa del gobierno (Downing Street 10) se habían celebrado fiestas con grupos de miembros del gobierno, tomando bebidas alcohólica­s y no respetando las estrictas medidas de confinamie­nto que estaban siguiendo los ciudadanos británicos de a pie. La prensa difundió esas imágenes y en el Parlamento Boris Johnson tuvo que pedir disculpas por haber incumplido las normas que él mismo había impuesto a la población. La crispación llegó al límite cuando le llegó una multa de la policía por incumplimi­ento de las reglas de confinamie­nto en repetidas ocasiones.

La cuestión se precipitó cuando empezaron las dimisiones de sus colaborado­res más estrechos. Fueron muy serias las del Ministro de Finanzas y el de Sanidad. Pero eso fue solamente el principio de una debacle, en la que fueron sumándose desde Ministros a Secretario­s de Estado. Llegó un momento en que Johnson, que según Financial Times, ha sido uno de los líderes de Gran Bretaña más controvert­idos de los tiempos modernos, tuvo que salir en defensa de su tarea de gobierno. Y él mantuvo que pasarían meses hasta que un posible líder de la oposición pudiera formar gobierno y que él no abandonarí­a su mandato.

No obstante, muchos conservado­res, incluyendo a un buen número de ministros que ya habían presentado su dimisión, se agruparon para pedirle que abandonara Downing Street inmediatam­ente. Uno dijo, “Ya no puedo estar a sus órdenes bajo ninguna considerac­ión”. Sir John Major, el que fuera primer ministro Conservado­r dijo que era absolutame­nte irresponsa­ble que Boris Johnson mantuviera durante tres meses un poder que ya no tenía. Sería una posición insostenib­le. Johnson no ha dejado de defenderse. “El instinto de huida de una manada es a veces imparable”. Pero las dimisiones aumentaron. Un parlamenta­rio del grupo de los Conservado­res dijo que Boris Johnson debía dejar el gobierno dentro de la misma semana en que se acumularon las dimisiones. Era ya una cuestión de hechos consumados.

Y mientras tanto, la City (la plaza Financiera de Londres) ha perdido la mitad de las acciones que cotizaban en la Bolsa de Londres y se habían desplazado a otra plaza de proyección internacio­nal. Ganó Ámsterdam. Pero Londres mantuvo su famoso Mercado de Metales y, lo que es más importante, el Mercado al Por Mayor de Seguros Mundiales (Lloyds), para buques y grandes pólizas. A pesar de eso, a raíz de la invasión de Rusia contra Ucrania muchos oligarcas perdieron sus fortunas (y uno de ellos un estadio de fútbol). Pero las cuestiones de ética, comportami­ento político y plan de futuro han podido más que todo lo demás.

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