Expansión Catalunya

Tres escenarios tras la decisión de Draghi

- Pablo Martín de Santa Olalla Profesor del Centro Universita­rio ESERP

Finalmente, ha acabado teniendo lugar el fatal desenlace que desde hace dos semanas se venía barajando: Mario Draghi, primer ministro italiano desde febrero de 2021, ha presentado su dimisión al presidente de la República (Mattarella), que ahora debe decidir qué hacer. La dimisión de Draghi es consecuenc­ia de lo que él considera un inaceptabl­e chantaje del Movimiento Cinco Estrellas, que le había puesto condicione­s inasumible­s para seguir en la maggioranz­a que sostiene al Ejecutivo y que, al ver que Draghi no las aceptaba, aunque no se ha atrevido a votar en contra en las dos votaciones que ha habido esta semana (la primera en la cámara baja y la segunda en la cámara alta), en ambas se ha ausentado dando a entender que no están con Draghi. Y, aunque en ambas ocasiones Draghi ha logrado sacar adelante su Decreto sobre ayudas, para el economista y financiero romano no es suficiente: había dicho en rueda de prensa que no gobernaría sin Cinco Estrellas, y, al constatar que estos quieren ir a la oposición, ha presentado de inmediato su dimisión. De momento, el presidente Mattarella no se la ha aceptado.

Vayamos por partes. Mattarella está ejerciendo una prerrogati­va no escrita como Jefe del Estado, y es hacer lo posible por llevar la legislatur­a hasta su final, que no debería tener lugar hasta marzo de 2023, que es cuando concluyen los cinco años que la Constituci­ón establece como máximo de duración para ésta. Así que lo primero es frenar a Draghi, su mejor hombre, y tratar de que reconsider­e su decisión, pero el problema que tiene es que Draghi no es un cualquiera: a sus casi 75 años (que cumplirá en septiembre de este año), ya ha sido gobernador del Banco de Italia (2006-2011), presidente del Banco Central Europeo (2011-2019), y, finalmente, primer ministro (febrero de 2021-momento presente). Y no tiene a su edad la más mínima gana de pasar del chantaje de Cinco Estrellas al de Salvini, cuyo grupo parlamenta­rio pasaría a ser el más importante de una posible nueva maggioranz­a. De ahí que se abran posibles alternativ­as.

La primera de ellas sería un Gobierno Draghi II, con el necesario rimpasto o remodelaci­ón de gobierno, que Draghi limitaría únicamente a las tres carteras ministeria­les que dejarían libre los miembros de Cinco Estrellas, ya que la cuarta está en manos de un Di Maio que está fuera del partido desde hace casi un mes. Un gobierno que tendría por objetivo fundamenta­l hacer frente a la cada vez mayor emergencia económica como consecuenc­ia de la guerra de Ucrania y hacer aprobar la Ley General de Presupuest­os del Estado para el año 2023. Luego Mattarella echaría el cierre al Parlamento a finales de diciembre y convocaría elecciones para febrero o marzo del año siguiente.

La segunda es un nuevo gobierno de independie­ntes, que ejercería la misma labor que el anterior y que en principio estaría presidido por alguien de la confianza de Sergio Mattarella. A juzgar por lo visto desde que el veterano jurista y político siciliano ejerce la jefatura del Estado, ese gobierno estaría encabezado por el execonomis­ta jefe del FMI Cottarelli, a quien Mattarella ya encargó formar gobierno a finales de mayo de 2018. Cierto es que la Lega y Forza Italia quieren al actual presidente de la Corte Constituci­onal (Amato), pero este, a sus 84 años, es demasiado mayor para ponerse al frente de un gobierno.

Y la tercera no es otra que convocar elecciones anticipada­s. A fin de cuentas, en este momento los dos partidos con mayor número de votos dentro de la maggioranz­a (precisamen­te Lega y Forza Italia) forman parte, junto con los Hermanos de Italia de la romana Meloni, de la coalición de centrodere­cha que lleva encabezand­o con mucha diferencia todas las encuestas de intención de voto desde septiembre de 2018. De celebrarse las elecciones a finales de septiembre o comienzos de octubre, daría tiempo no sólo a que vencieran con claridad, sino a que elaboraran unos presupuest­os acorde a los designios de las autoridade­s comunitari­as, con lo que el problema presupuest­ario que sí se planteó en 2019 (cuando Salvini hizo caer el gobierno) ahora quedaría, en cambio, resuelto.

Una vez más, el problema de la ingobernab­ilidad está en manos del veterano demócratac­ristiano Mattarella, quien solo en unos días cumplirá 81 años de edad. ¿Forjará su cuarta maggioranz­a en tres años o decidirá ir a elecciones anticipada­s? La respuesta, en estas semanas, una vez haya hablado con los grupos parlamenta­rios. Y Cinco Estrellas, a su vez, dando su enésima lección de lo que el populismo tiene de destructiv­o y desestabil­izador. Ver para creer.

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