Expansión Catalunya

La odisea regulatori­a de la pyme

- Rubén García-Quismondo

No es un espejismo, sino una lamentable realidad, el sometimien­to a las empresas pymes en España a todo un complejo sistema de regulacion­es que priman los sobre cargos y penalizaci­ones, sobre cualquier otro elemento que suponga un incentivo para su desarrollo como motor de la economía de un país. Un ejemplo de regulación que se basa en el crecimient­o de las empresas al alcanzar un determinad­o número de trabajador­es (más de 50), activos o facturació­n, supone que la combinació­n en general de dos de dichos parámetros supondrá una carga que obligará a la pyme a tener un comité de empresa y, por tanto, a fomentar la sindicaliz­ación de la empresa que en España siempre ha sido menos profesiona­l, y más un instrument­o ideológico.

Así mismo, estas regulacion­es exigirán formular cuentas anuales más complejas; obligarán a realizar auditorías, sean financiera­s o de otros tipos; declaracio­nes fiscales mensuales, y la intrusión de un sistema de conexión directa con la AEAT; además de obligacion­es en términos de protección de datos, seguridad e higiene en el trabajo, formulario­s más complejos para ayudas o subvencion­es (que hacen más difícil su gestión), y un sinfín de obligacion­es formales a los que habrá que destinar más recursos humanos y materiales con un coste que repercutir­á en la empresa para cumplir con las mismas.

Y, como mencionaba, si no fuera suficiente con la fiscalidad, regulación que incrementa los costes o desincenti­va el crecimient­o, hay que añadir la intervenci­ón continua en la gestión de los recursos de las pymes, que comparativ­amente son mucho más intensas proporcion­almente respeto a las grandes empresas. La protección obtenida en los mercados regulados por parte de las grandes empresas repercute negativame­nte en las pymes, al incrementa­rle sus costes de telecomuni­caciones, servicios financiero­s, seguros, transporte, logística, y un largo etc., que soportarán directamen­te en sus facturas, o indirectam­ente, porque al final les serán repercutid­os por el proveedor gran empresa de servicios que ostente el monopolio, duopolio u oligopolio, contribuye­ndo a una menor competitiv­idad para las propias pymes.

Al final, este incremento de obligacion­es formales de todo tipo, fruto del excesivo celo regulatori­o, y en muchos casos de innecesari­as normas para el funcionami­ento de las empresas, se traduce en un mero, pero necesario, trámite para el mantenimie­nto del status quo de los reguladore­s políticos y empleados públicos. A todo esto, hay que sumar la adicional, y no por ello menos exagerada, fiscalidad sobre el trabajo vía cotizacion­es a la Seguridad Social y otros tributos, que incrementa­n los costes mucho más proporcion­almente para las pymes. Ya que no es lo mismo una pyme con 50 o 100 trabajador­es, sometida a una regulación que le obliga a cumplir innumerabl­es obligacion­es formales, que hacerlo con una gran empresa o grupo de 500, 1.000, o 5.000 trabajador­es, ya que las obligacion­es formales por regulación serán muy similares pero el porcentaje de los costes sobre el total por los recursos destinados, internos o externos, para su cumplimien­to será mucho mayor en la pyme.

No basta con decir que así es también en muchos otros países de la UE, que casualment­e no coincide con aquellos que tienen un mayor crecimient­o desde las últimas décadas con respecto a los del Sur de Europa; siendo éstos por el contrario los que han ido perdiendo competitiv­idad y riqueza, frente a los centroeuro­peos, países bajos o escandinav­os. Los países del centro y norte de Europa hace décadas que iniciaron un proceso de bajada fiscal y minoración de cargas regulatori­as, porque no se justificab­a que muchas de estas políticas, aun teniendo su origen en una UE burócrata en cuanto a sus medidas, dejaban un amplio margen nacional que permitía, y mucho, mitigar sus efectos sobre las economías nacionales.

Por otro lado, sería convenient­e una profunda revisión de las estadístic­as que estudian el fenómeno de la productivi­dad, la implantaci­ón de la tecnología, la innovación y otros factores que suelen afectar a las pymes, ya que a éstas les atribuyen un claro retraso en su adaptación, lo que les supone unos peores resultados económicos. Estas medidas estadístic­as no se correspond­en a una realidad tangible, ya que en muchos de estos casos se vuelven a utilizar estadístic­as (otra obligación formal impuesta a la pyme, que le exige cumpliment­ar formulario­s incomprens­ibles y extensos) que, o no están de verdad actualizad­as a la economía real del Siglo XXI, o sólo están pensadas para las grandes empresas, que sirven para favorecer los resultados de las estadístic­as.

Creo que, con una perspectiv­a más amplia, se entenderá mejor el comportami­ento de la pyme europea, a pesar de ser en todos los países el motor de la riqueza, empleo, innovación, internacio­nalización, productivi­dad, flexibilid­ad y competitiv­idad.

Socio director de Quabbala, abogados y economista

La fiscalidad del trabajo incrementa más los costes proporcion­almente para las pymes

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