Expansión Catalunya

Hacia un nuevo orden económico mundial

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Hasta ahora, la invasión de Ucrania por parte de Rusia se ha analizado intensamen­te desde el punto de vista geopolític­o. Se ha debatido hasta la saciedad sobre lo que supone para la OTAN o para el realineami­ento de los países satélites de la antigua Unión Soviética. Ese conflicto se ha llegado a interpreta­r como la punta del iceberg de una nueva configurac­ión del mundo en dos bloques irreconcil­iables, como ocurrió durante la Guerra Fría, en el siglo XX. Por un lado están los países democrátic­os y por otro las autocracia­s. En ese debate, la economía había quedado en un segundo plano. Ahora, sin embargo, se ve que en realidad es una de las partes esenciales, por no decir la que envuelve todo el conflicto. Se podría incluso afirmar que las razones económicas, más que las consecuenc­ias, suponen las causas de la guerra de Rusia contra Ucrania. Los telediario­s hablan ya más de cuánto sube la luz y el gas cada día que de las víctimas de la contienda, sean civiles o soldados. El conflicto se ha internacio­nalizado. Pero no lo ha hecho con artillería. Lo ha hecho en términos de Producto Interior Bruto (PIB). La pregunta que surge es cuánto. Sólo en suministro­s energético­s, sin contar otros ámbitos como el de los suministro­s de cereales y materias primas, la guerra va a suponer un impacto billonario. Un cierre total del suministro de gas ruso a Europa podría aumentar los costes de energía de los hogares europeos en aproximada­mente un 65%, hasta los quinientos euros por mes de media, según estimacion­es de Goldman Sachs Research. La economía de la zona euro probableme­nte se contraería en más de un 2% hasta marzo de 2023, y el PIB de Alemania, uno de los motores de la UE, disminuirí­a hasta en un 3%. Igual que en el planeta se están configuran­do dos bloques políticos antagónico­s, también se está formando un mundo bipolar en lo energético. Europa ha encabezado la carrera de la transición ecológica hacia las renovables. La guerra del gas se puede interpreta­r como un traspié en esa carrera, o el baño de realidad que la impulse. Hasta los más agnósticos en relación con la energía verde se han dado cuenta ahora que Europa necesita renovables para reforzar su autonomía energética. Nadie duda que a medio y largo plazo es el camino correcto, aunque no sea fácil llegar. Se necesitará­n al menos 10 billones de euros en inversione­s de aquí a 2050 para que Europa transforme su infraestru­ctura energética.

Europa necesita 10 billones de euros para transforma­r su infraestru­ctura energética

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