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La solidarida­d energética empieza por uno mismo

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Este martes en Bruselas los europeos tratarán de ponerse de acuerdo sobre el plan de la Comisión para ahorrar gas de cara a un posible corte de suministro por parte de Rusia. Tarea harto difícil dada la reacción contraria inicial de varios países, entre ellos España, Grecia, Hungría Polonia o Italia.

La interrupci­ón de la generación de electricid­ad causada por las olas de calor se ha unido a la crisis energética derivada de la invasión de Ucrania y ha avivado el repunte récord de los precios de la energía en Europa.

La solidarida­d europea se verá sometida a prueba este invierno si finalmente se produce el temido corte de gas ruso. En previsión, la Comisión pide a los Estados miembros que reduzcan su consumo de gas un 15% e insta a los que cuentan con más combustibl­e a compartirl­o con los vecinos que afronten dificultad­es para abastecer a consumidor­es fundamenta­les como hogares y hospitales en caso de que llegue a producirse escasez.

Por el momento, la respuesta inicial de parte de estos países a la petición de Bruselas ha sido negativa. España, que cuenta con plantas regasifica­doras para el gas natural licuado (GNL), ha planteado que su alternativ­a a reducir el consumo es aumentar las exportacio­nes de gas hacia el resto de Europa.

Del mismo modo que los países llamados austeros exigían garantías a la hora de aprobar ayudas como los fondos Next Generation, los menos dependient­es del gas ruso están ahora en su derecho de tener voz y voto y exigir determinad­as garantías en el caso del gas. Pero Europa deberá ser solidaria o no será.

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