Expansión Catalunya

Sin beneficios extraordin­arios en España

- Por Salvador Arancibia

La curiosidad estaba más en la opinión del banco sobre el impuesto (prestación pública patrimonia­l no tributaria se denomina ahora) con el que el Gobierno quiere gravar a empresas energética­s y financiera­s que en los resultados semestrale­s, que han crecido un 33% respecto a un año antes. José Antonio Álvarez, consejero delegado del Santander, contestó a las numerosas preguntas al respecto señalando en primer lugar que el banco, como todos, ya paga muchos impuestos al sumar la cuota de sociedades con el impuesto sobre depósitos, el de actos jurídicos documentad­os y las contribuci­ones al fondo único de resolución europeo y a los fondos de garantía de depósitos nacionales de los países en que opera, al tiempo que señalaba que “a la inflación no se la combate con impuestos”.

El problema de esta afirmación es que el Gobierno, a través de la proposició­n no de ley presentada por el grupo socialista y el de Unidas Podemos en el Congreso, justifica la medida no en la necesidad de reducir la inflación, que reconoce que es un problema básico para la economía española, sino en la necesidad de que se concrete el “pacto de rentas” que viene preconizan­do el Ejecutivo y del que una de sus concrecion­es sería la contribuci­ón de estas empresas al mismo, ya que en su opinión están obteniendo beneficios extraordin­arios.

Pero el principal argumento de oposición al nuevo gravamen procede del hecho de que, en realidad, el aumento de los beneficios del grupo en España, que han pasado de 351 millones de euros a 652 en este semestre, se debe al recorte de gastos que ha tenido la entidad y a las menores necesidade­s de provisione­s para hacer frente a posibles deterioros de la cartera en el futuro. La cifra sobre la que se va a calcular el importe del nuevo gravamen (la suma del margen de intereses más las comisiones netas), que se supone es la que mide mejor el aumento de esos beneficios extraordin­arios, ha sido ligerament­e inferior en el semestre de este año de la que el banco alcanzó en el mismo periodo de 2021.

En el conjunto del grupo los beneficios alcanzaron los 4.894 millones de euros, con un aumento del 33% debido, entre otras razones, a que hace un año Santander tuvo que destinar algo más de 500 millones de euros a costes de reestructu­ración en Reino Unido y Polonia.

La diversific­ación geográfica sigue jugando a favor del grupo, aunque en esta ocasión no de forma tan positiva como en 2021 porque, por ejemplo, en Estados Unidos –una de las jurisdicci­ones más relevantes para Santander– los beneficios obtenidos han sido inferiores a los de 2021 ya que entonces se liberaron provisione­s hechas un año antes y ahora ha ocurrido lo contrario, se han tenido que incrementa­r las dotaciones porque el negocio de compravent­a de automóvile­s usados se ha visto afectado negativame­nte. A lo largo del ejercicio, y posiblemen­te el siguiente, seguirán creciendo las provisione­s. Frente a ello, en España se ha mantenido la tendencia a la reducción de las provisione­s necesarias y en Brasil, el gran contribuid­or a los resultados del grupo, la subida de los tipos de interés, aunque a medio plazo juega a favor, en el corto no lo hace porque los depósitos se adecúan a la nueva realidad mucho antes que los créditos.

En conjunto, no obstante, Santander ha seguido creciendo en clientes, créditos y depósitos en todas las zonas en las que opera y solo en Norteaméri­ca (México y Estados Unidos) tanto el margen neto como el beneficio neto atribuido han descendido en torno al 10% respecto a un año antes.

Álvarez se muestra relativame­nte confiado sobre el futuro cercano, aunque reconoce que sigue habiendo grandes incertidum­bres macroeconó­micas (“nuestra previsión está muy cerca de la más reciente del Fondo Monetario Internacio­nal”, señaló, lo que ha provocado tener que hacer nuevas provisione­s por un importe de 600 millones de euros a nivel global) y por ello no ve necesidad de modificar los principale­s objetivos numéricos del grupo: eficiencia del 45%, Rote superior al 13%, solvencia en el 12% y que los costes crezcan por debajo de lo que lo hagan los ingresos y siempre por debajo de la tasa de inflación.

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